(1438) Informe 2º-2 de Domingo e Irala. Hemos
visto que Irala esperaba hallar quiméricas minas, y hasta le dice al Rey que ha
encontrado el camino para llegar a ellas: “Se habla de este asunto en el Perú,
Santa Marta, Cartagena y Venezuela, pero no se han hallado porque nadie ha dado
con el camino verdadero, y tengo por cierto que es el que estábamos siguiendo.
Ya que los oficiales que están al servicio de Vuestra Majestad no han
hecho caso de esto, sería justo que
dieran buen ejemplo a los particulares”. Y, acto seguido, Domingo de Irala le
dice claramente al Rey que está harto de que los oficiales le pongan trabas: “Siempre
he tratado de sobrellevarlos como mejor he podido, y, sabiendo que van tan mal
las cosas, decidí voluntariamente dejar el gobierno de esta tierra. Y así, el 10 de noviembre de 1548
renuncié al cargo, y los oficiales, por su sola autoridad, nombraron a Gonzalo
de Mendoza. Entonces mandaron dar la vuelta a todos, e hicieron la guerra a los
indios que no la merecían, a los cuales yo había procurado conservar en paz, y
eso me dolió en el alma. Llegamos al puerto de San Fernando en marzo de 1549 (Ulrico
iba con ellos). Allí tuvimos noticia de muchos alborotos y desobediencias a
Vuestra Alteza, debido a que Diego de Abreu, natural de Sevilla, hizo actos
indebidos contra don Francisco de Mendoza, a quien yo dejé la administración de
la justicia. Le apoyaron algunas personas de tal manera, que, con poco respeto
de Dios Nuestro Señor y de Vuestra Alteza, le cortó la cabeza. Sabiendo Diego
de Abreu que volvíamos, procuró con mano armada impedir nuestra entrada. Pero todas
las personas del puerto, oficiales de Vuestra Alteza, caballeros, regidores y
gente de guerra, decidieron nombrar a una persona que tomase el mando, y todos
generalmente pidieron que me encargase de la gobernación. Vista la gran necesidad
que había, acepté el dicho cargo, vine con mi gente a esta ciudad de Asunción,
y entré en ella sin oposición de persona alguna. Procedí contra el dicho Diego
de Abreu, el cual huyó, y no le pude detener. Tuve necesidad de castigar a algunos
de sus aliados, para buen ejemplo y escarmiento, y así lo hice. Desde entonces,
Dios ha permitido que toda esta tierra se haya mantenido en paz y concordia, y todo
está al servicio de V. A., bien poblado
de españoles y nativos de la tierra, y muy fértil. Después vino a esta ciudad
Cristóbal de Saavedra, natural de Sevilla, con cinco compañeros, llegando desde
la isla de Santa Catalina (Brasil), por el camino de Álvar Núñez Cabeza
de Vaca (fue el primero que utilizó esa ruta, y descubrió las cataratas de
Iguazú), y llegó a esta ciudad el 15 de agosto de 1551. Me dijo que V. A. había
nombrado gobernador de esta tierra a Diego de Sanabria, y que en Santa Catalina
quedaban dos navíos con la madre y hermanos del dicho Diego de Sanabria. Me
alegré de este nombramiento, ya que así tendría yo más descanso para poder servir
a Vuestra Alteza”. Lo contado sobre Diego de Abreu coincide en todo con la
versión de Ulrico Schmídel.
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