martes, 30 de agosto de 2022

(1815) Terminada ayer (30/08/2022) la Historia de Chile, empezamos a ver lo que ocurrió en el territorio de Río de la Plata, utilizando la crónica del alemán ULRICO SCHMÍDEL, que nos contará lo que vio. (El blog tiene 3.700 páginas)

 

     (1415) Tras una larga travesía por la historia de los españoles en Chile, ha llegado el momento de darle  voz a un cronista muy especial, que, aun siendo alemán, vivió una intensa aventura por la Gobernación de Río de la Plata: ULRICO SCHMÍDEL. Fundamentalmente, voy a resumir su texto (traducido del alemán) respetando sus expresiones. Es fácil seguir sus palabras porque habla en primera persona: “En primer lugar, después de haber partido de Amberes, llegué a los 14 días  a una ciudad que se llama Cádiz. Cerca de allí, estaban surtos 14 grandes navíos que iban a emprender viaje al Río de la Plata, en Las Indias. También se hallaban allí 2.500 españoles y 150 alemanes, neerlandeses y sajones, junto con el capitán general de todos nosotros, que se llamaba Don Pedro de Mendoza”. Luego aclara que tres de los navíos eran de comerciantes, uno de los cuales se llamaba Jacobo Welser, probablemente miembro de una de las familias de banqueros que tanto dinero prestaron a Carlos V, y a quienes el emperador les cedió para su conquista la zona de Venezuela. Dice a continuación algo confuso, que solo tiene sentido si ese lugar en el que estaban los 14 navíos era Sevilla: “Salimos de Sevilla en los 14 navíos, con los susodichos caballeros y el capitán general, el año 1535 , y, el día de San Bartolomé, llegamos a una ciudad llamada Sanlúcar de Barrameda. Allí tuvimos que permanecer hasta el 1.º de septiembre por causa de los temporales. Después salimos de allí y arribamos a tres islas llamadas Tenerife, Gomera y La Palma. En estas islas se dispersaron los navíos. Arribamos también con 3 de los navíos a la Palma y allí permanecimos unas 4 semanas reparando averías. Pero, mientras nuestro general, don Pedro de Mendoza, se hallaba a unas 8 leguas de nosotros, resultó que habíamos tenido a bordo de nuestro navío a don Jorge de Mendoza (primo de don Pedro), y se había enamorado de la hija de un vecino de La Palma.  El dicho don Jorge bajó a tierra de noche con 12 compañeros, y, sin ser oídos  en la isla, raptaron a la  hija de aquel vecino, con su doncella, ropa, alhajas y algún dinero, volviendo en seguida al navío muy ocultamente para no ser sentidos ni por nuestro capitán, Heinrich Paimen, ni por persona alguna de los del navío, aunque sí se dieron cuenta los que hacían la guardia de noche. Cuando nos hicimos a la vela de mañana, y sin haber andado más de 3 millas , se armó un fuerte temporal que nos obligó a volver al mismo puerto. Pero, después de haber echado nuestras anclas al agua, se le antojó a nuestro capitán, el dicho Heinrich Paimen, desembarcar en un pequeño esquife. Cuando se acercaba y estaba ya por poner pie en tierra, lo esperaban allí más de 30 hombres armados con arcabuces, lanzas y alabardas, dispuestos a tomar preso a nuestro capitán Heinrich. En el mismo instante uno de su gente le advirtió que no saltase a tierra sino que se volviese a bordo. Entonces el capitán se dispuso regresar al navío, pero no le dieron tiempo, porque los de tierra se le habían acercado demasiado en otras barquillas, que estaban allí ya preparadas. Aun así, fueron a otro navío que se hallaba más cerca de la tierra. Como la gente no pudo tomarlo en seguida hicieron tocar a rebato en la ciudad de La Palma, cargaron 2 piezas de artillería gruesa, y con ellas hicieron 4 descargas contra nuestro navío, pues nos hallábamos no muy distantes de la tierra”.

     (Imagen) Voy a tratar de resumir la crónica del alemán  Ulrico Schmídel, titulada “Viaje al Río de la Plata”. Nos mencionará cosas que ya conocemos, porque su aventura se desarrolla en los amplísimos entornos (Argentina y Paraguay) de ese importante río, de lo que tratanos hace tiempo, pero lo veremos con los peculiares ojos de Ulrico y con sus anécdotas. Nació en Ratisbona (Alemania) hacia el año 1510, y pertenecía a una de las familias más notables de esa importante ciudad. De su narración se desprende que era un hombre culto y con facilidad para escribir. Su poderoso padre, todo un personaje en Ratisbona, falleció poco después del nacimiento de Ulrico. No hay constancia de las andanzas del pequeño huérfano hasta el  año 1535, cuando se embarcó (nunca mejor dicho) en una peligrosa aventura (siendo entonces católico, pero, mucho más tarde, luterano). Zarpó de Sanlúcar de Barrameda (Sevilla) en la expedición que fue al Río de la Plata bajo el mando de don Pedro de Mendoza, nombrado Adelantado (descubridor de tierras) y Gobernador de aquella zona, donde luego vivieron los horrores de la primera fundación de Buenos Aires. De don Pedro ya vimos que volvió hacia España dos años después, tan gravemente enfermo de sífilis, que murió durante el viaje. Acaba de contar Ulrico que Jorge de Mendoza, primo del Gobernador, al llegar a Canarias, raptó enamorado a una muchacha de La Palma, con su sirvienta. La nave partió (en ella iba Ulrico), pero tuvo que regresar junto a otras por el mal tiempo, y el donjuán don Jorge se encontró con que, al llegar al puerto, los parientes y amigos de la raptada los recibieron a cañonazos. Ulrico nos sigue contando el desenlace: “Con el primer tiro nos agujerearon el cangilón que estaba en la popa lleno de agua fresca. Después nos hicieron pedazos la mesana, que es el último mástil, el más inmediato a la popa. El tercero nos acertó abriéndonos un boquete grande en el costado del navío, y nos mató a un hombre. Estaba también otro capitán presente con su navío a la par del nuestro, con destino a Nueva España (México), Este se hallaba en tierra con 150 hombres, y cuando supo de nuestro combate, trató de hacer las paces entre nosotros y los de la ciudad, bajo la condición de entregarles don Jorge de Mendoza a la hija del vecino y a su sirvienta. No tardaron en presentarse el Regidor y el  Alcalde de La Palma en nuestro navío, pretendiendo llevarse presos a don Jorge de Mendoza  y a sus cómplices. Entonces les contestó él que ya era ella su legítima mujer (quizá por hechos consumados), y a ella no se le ocurrió decir otra cosa, casándose en seguida con gran disgusto del afligido padre. Pero nuestro navío quedó muy estropeado como resultado de los cañonazos”. (Empezamos bien).




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