domingo, 21 de agosto de 2022

(1807) La entonces Regente de España, Mariana de Austria, le ordenó al nuevo Virrey de Perú, Pedro Fernández de Castro, que destituyera al nefasto Francisco de Meneses, cuyo único mérito fue haber tenido algunos aciertos militares.

 

     (1407) No estará de más comentar algún aspecto positivo del retorcido gobernador FRANCISCO DE MENESES, y eso solo lo encontramos en varias victorias que tuvo contra los mapuches. Fundamentalmente llevó a cabo tres campañas militares, que las capitaneó antes de lo que acabamos de contar acerca del triste episodio  en el que ejecutó con saña al veedor Manuel de Mendoza por haber intentado matarle, sin duda debido a los atropellos que había tenido que aguantarle. La primera campaña la inició el mes de diciembre de 1664 en el difícil territorio mapuche de la zona de Arauco, y, en general, le salieron bien las cosas. Llevaba un ejército considerable, y los indios no se atrevieron a plantarle cara. Jugó también con la ventaja de que los mapuches no habían ocupado los fuertes de los que obligaron a huir a los españoles. Así que no le fue difícil rehacer y poner en condiciones los de Arauco, Nacimiento, Santa Fe y Santa Juana. Dado su carácter fanfarrón, presumía de que sus victorias estaban asentando la paz definitiva de Chile, y no descuidó el detalle de tener un escribano que había de redactar la crónica de sus méritos. Al recibir una carta del Rey en la que valoraba mucho lo conseguido por el gobernador anterior, Ángel de Peredo, el gran mezquino Francisco de Meneses le respondió al Rey con otra suya llena de desprecios a Peredo valiéndose de opiniones de testigos comprados. Durante su segunda campaña, iniciada a principios de 1666, Meneses tuvo unos resultados de mediano interés, y siguió acosando intensamente a quienes no eran de su confianza, por lo que algunos se vieron obligados a refugiarse en dependencias eclesiásticas. Por entonces hizo una maniobra que le salió mal. Estando vacante el virreinato de Perú, intrigó para que la ciudad de Valdivia (que estaba en la jurisdicción del virrey), pasase a depender de él, como gobernador de Chile, pero fracasó en el intento, ya que le pararon los pies las autoridades peruanas. La tercera campaña fue asimismo un avance poco problemático porque los indios seguían temiendo al numeroso ejército español, y el Gobernador repitió su estrategia de fundar fuertes, a uno de los cuales le puso el nombre de San Carlos de Virquén, en honor a Carlos II, rey titular por el fallecimiento de Felipe IV el 17 de septiembre de 1665. Meneses se había enterado en Concepción del fallecimiento del Rey, y de que heredaba el trono su hijo Carlos, quedando bajo la regencia de su madre, Mariana de Austria, debido a la corta edad del sucesor. La noticia le inquietó al Gobernador, ya que había estado disfrutando del apoyo de Felpe IV, y temía que todo fuera peor si su mujer ejercía como regente.

     Tras estas campañas que, aunque no habían sido espectaculares, daban como resultado un balance positivo, Francisco de Meneses, sacando conclusiones triunfalistas por lo que consideraba cimientos de una paz definitiva en Chile, hacía una propaganda exagerada de sus éxitos. Sin embargo no pasaría mucho tiempo hasta que en ese fuerte de San Carlos de Virquén se produjera una tragedia. El 20 de mayo de 1667 hicieron los mapuches un asalto por sorpresa, y mataron cruelmente al capitán Paredes y a los sesenta españoles que estaban bajo su mando. Poco después, FRANCISCO DE MENESES dejó de ser Gobernador de Chile.

 

     (Imagen) El gobernador FRANCISCO DE MENESES se había hecho odioso en Chile. Llegaron a finales de 1665 contundentes protestas a la Corte de Madrid enviadas por el obispo de Santiago, los oidores de la Audiencia, los funcionarios y algunos vecinos, a las que adjuntaron los informes del fallecido  virrey del Perú: “Sin embargo, la reina doña Mariana de Austria, que desde la muerte del Rey (septiembre de 1665) ostentaba la regencia por la menor edad de Carlos II, no decidió tomar medidas para remediar los males que se denunciaban. Quizá se debiera a que la Corte de España estaba dividida en bandos. Don Juan de Austria, el hijo natural de Felipe IV, que era el protector de Meneses, se oponía a los planteamientos del jesuita alemán Everardo Nithard, confesor y consejero de la Reina, el cual ganó la partida. En octubre de 1666, don Juan de Austria, viendo perseguidos a sus partidarios y temeroso de ser apresado, abandonó la Corte y se puso al frente de un levantamiento armado. La Reina, aunque inquieta por estos disturbios, se vio entonces con más libertad de acción. En esos momentos, doña Mariana de Austria tenía que nombrar un virrey para el Perú. Su elección recayó en don PEDRO FERNÁNDEZ DE CASTRO Y ANDRADE, Conde de Lemos, descendiente de san Francisco de Borja (vamos viendo a varios parientes suyos con protagonismo en Perú y en Chile), tan amigo de los jesuitas, que, según un padre de la orden, ‘solo faltaba la sotana para ser un perfecto jesuita’. Conocedora de las violencias que el Gobernador de Chile había hecho contra los eclesiásticos, así como de los perjuicios causados a los vasallos de aquellas tierras, y dado que los oidores de la Audiencia de Santiago habían huido para no hacer lo que les exigía, la Reina, por cédula de 12 diciembre de 1666, le otorgó al conde de Lemos las más amplias facultades para zanjar aquellos asuntos. Le encargaba que, al llegar a Perú, nombrara a un letrado encargado de redactar un extenso informe sobre el comportamiento de Francisco de Meneses como gobernador  de Chile. La Reina añadió en el documento: ‘Dado que al dicho letrado se le ha de dar autorización para que, durante el tiempo de su inspección, le quite el gobierno a don Francisco de Meneses, os ordeno que, en su lugar, enviéis a que gobierne interinamente aquel reino de Chile la persona de más experiencia militar y de mayor prudencia que hallaseis para este propósito’. El Conde de Lemos, provisto de instrucciones preparadas por el Consejo de Indias para este asunto, partió de Cádiz el 3 de marzo de 1667, y tomó en Lima posesión como Virrey de Perú el día 21 de noviembre del mismo año”. En la imagen (que se ve fatal) el Virrey anotó el día de su partida la relación de sus acompañantes. En la hoja completa aparecen más de sesenta.




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