(1403) Al llegar a Santiago el gobernador
Francisco de Meneses se buscó la enemistad de mucha gente, a excepción de aquellas
personas que se beneficiaron con él en asuntos de dudosa honradez. Otro aspecto
de su mala catadura quedó a la vista de todos por la inquina con que quiso
desprestigiar al ejemplar exgobernador interino Ángel de Peredo: “Ya de
entrada, se empeñó en alejar al oidor don Gaspar de Cuba y Arce por apreciar mucho
al exgobernador interino, del que había enviado al Rey unos informes muy
favorables. Para ello, le hizo salir a practicar una visita judicial a la
apartada provincia de Cuyo. Acusaba a Peredo de haber creado más oficiales que
los que necesitaba el ejército, de haber vendido los cargos militares y de otras
numerosas faltas. Le encomendó al jefe militar del ejército de Concepción que
mantuviese la más celosa vigilancia sobre todos los actos de Peredo y que no lo
dejase salir del país”.
Entonces Ángel de Peredo, viendo que
corría un serie peligro, salió de Concepción, se fue directamente a Santiago,
llegando el día 11 de abril, y se mostró dispuesto a defenderse de todos los
cargos judiciales que el irascible gobernador pudiera presentar contra él. La
gente de Santiago, al conocer lo que ocurría, apoyó a Peredo. Temiendo que se
produjera algún motín, Meneses cambió de actitud con el fin de aplacar las
protestas, y durante algunos días permaneció dando muestras de cordialidad,
incluso a Peredo: “Sin embargo, apenas transcurridos unos ocho días, el
Gobernador dio orden de prender a don Ángel de Peredo. Advertido este del
peligro que le amenazaba, se asiló en el convento de los franciscanos. La casa
que había habitado, que era la del corregidor don Pedro de Prado, fue, como era
de esperar, allanada estrepitosamente aquella noche por la tropa. Los soldados
entraron y recogieron todos los papeles que hallaron, pero volvieron a su
cuartel sin poder cumplir su odiosa misión. Rabioso Meneses por esta
contrariedad, se encarnizó más aún contra los amigos de Peredo, y decidió sacarlo
de su refugio a viva fuerza, sin respetar los derechos que entonces tenían los
conventos. Preparó para ello un plan con el que esperaba impedir toda
resistencia. En una noche inmediata, se estaba haciendo en la iglesia del
monasterio de agustinas el entierro de una señora principal, doña Catalina de
Irarrázabal, con asistencia del mismo Gobernador, del Obispo, de los oidores de
la Audiencia y de todas las comunidades religiosas. Un destacamento de veinte
soldados se dirigió al convento de San Francisco, hicieron abrir las puertas y,
atropellando a los legos que habían quedado de guardia, penetró en las
habitaciones en busca de Peredo. Queriendo este evadirse, saltó una pared para
ocultarse en un huerto vecino y, aunque en la caída se dislocó un pie, no pudo
ser hallado por los agentes del Gobernador. Advertido de lo que pasaba en su
convento. el provincial de los franciscanos abandonó apresuradamente el
entierro, seguido de toda su comunidad, pero fueron retenidos en las puertas
del convento por la tropa de soldados. En medio de los gritos y amenazas
consiguientes a aquella turbulenta escena, la campana de la iglesia tocó a
‘entredicho’, señal solemne que se usaba para anunciar un mandamiento de
excomunión contra la ciudad entera por
violación del templo o de sus derechos. Las campanas de las otras iglesias
repitieron el mismo toque, provocando una gran alarma en toda la población”.
(Imagen) Ya vimos que Francisco de Meneses
tuvo un meritorio historial militar en Europa, pero resulta incomprensible que
hombre de carácter tan retorcido fuera nombrado Gobernador de Chile. Era,
ciertamente, de mala entraña. Por eso el
bueno de Ángel de Peredo tuvo que refugiarse en un convento para que no
lo apresara. Contra las protestas de toda la gente, Meneses ordenó a sus
soldados que lo sacaran de la sede religiosa, profanando el derecho de asilo
que tenían las iglesias. Peredo, aunque con una mala caída, logró huir: “Quiso
Dios que no lo encontrasen, porque, de haberle cogido los soldados, la multitud
que se había juntado en la calle habría arrasado el pueblo, y más si, como se
dijo, llevaban orden de que matasen de un balazo al pobre caballero. Después de
salir del convento los militares y de saberse que no habían encontrado al
gobernador don Ángel, se sosegaron todos y se fueron marchando por la calle. Burlado
en esa segunda tentativa para reducir a prisión a su predecesor, Meneses se
manifestó más enconado todavía contra los amigos de este. Sin embargo, no se
atrevió a seguir persiguiendo a Peredo, el cual, tras obtener el permiso necesario,
volvió a Perú. Luego, don Francisco de Meneses siguió acosando a los amigos de exgobernador.
Le quitó el cargo al corregidor de Santiago, don Pedro de Prado. El oidor don
Alonso de Solórzano y Velasco fue víctima de las más violentas medidas. Por presión
del Gobernador, el fiscal de la Audiencia, don Manuel Muñoz de Cuéllar, se querelló
contra el oidor Solórzano, sosteniendo que sus relaciones de familia lo imposibilitaban
para ocupar una plaza en la Real Audiencia, y que, además, utilizando esas
relaciones, había influido en la última elección de alcaldes y en otros
negocios ajenos a su cargo judicial. Es justo advertir que, de tiempo atrás,
habían llegado a la Corte quejas de este tipo contra el oidor Solórzano, pero
Meneses, que lo habría defendido de esas acusaciones si hubiera podido convertirlo
en un instrumento dócil de su voluntad, tomó pie en estos antecedentes para
suspenderlo atropelladamente de sus funciones judiciales y para desterrarlo
fuera de Santiago. El oidor Solórzano, envuelto en un engorroso proceso, y
objeto de una encarnizada persecución, permaneció más de un año privado de su
puesto, y solo pudo desempeñarlo en la nueva Audiencia de Buenos Aires, para la
cual le envió el Rey estando aun en Santiago privado de su cargo por el
gobernador de Chile. La suspensión y el destierro de otro oidor, actos para los
cuales no estaba autorizado el gobernador por ninguna ley, fueron, como veremos
más adelante, la principal causa que ocasionó la caída de Francisco de Meneses
(nacido en Cádiz el año 1615)”.
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