jueves, 18 de agosto de 2022

(1805) Los abusos del Gobernador Francisco de Meneses eran constantes, pero acabará por llevarle a ser destituido y apresado el de la corrupción. Para ello, fue decisiva una carta que le envió al Rey el ejemplar obispo Diego de Humanzoro.

 

     (1405) Desde Cuyo, el obispo Diego de Humanzoro le escribió al Rey una carta para darle cuenta de los atropellos que Meneses cometía en Chile:  “Pero ese documento cayó en manos de los agentes de Meneses, y, cuando la pudo leer, se hizo más profundo e irreconciliable el odio que sentía por él. Sin embargo, se había salvado de correr igual suerte la carta que el obispo había escrito en Santiago en noviembre anterior, y ella iba a determinar, como veremos más adelante, la caída en desgracia de don Francisco de Meneses”. La gestión del  gobernador Francisco de Meneses en Chile va a resultar progresivamente deteriorada, ya que, junto a sus muchos defectos ya conocidos, salió a flote otro especialmente odioso para los vecinos: la corrupción. Según parece evidente en numerosos documentos de la época, el Gobernador se aprovechó económicamente de casi todos los  servicios públicos: “Los capitanes de buques estaban obligados a pagarle una gruesa suma para obtener el permiso de salir del puerto. La provisión de trigo para el ejército dio lugar a manejos muy escandalosos, y hasta las carnicerías fueron convertidas en especulación del Gobernador y de sus cómplices. ‘De los soldados hemos sabido -escribían los oidores en 1665- que, aunque el ‘situado’ (fondo económico para los soldados) de este año fue muy crecido, los ha dejado el Gobernador desnudos, porque el corto dinero que han recibido apenas les ha alcanzado para hacer un capotillo, mientras que al Gobernador se le ve descargar ropa públicamente, a carretadas, en la tienda que tiene en la plaza de Santiago, provocando que el ejército se halle desesperado’. Sin duda alguna, bajo otros gobernadores se vieron en Chile actos semejantes, pero jamás la especulación se había ejercido con tanto descaro ni había tomado tan vastas proporciones”.

     El Gobernador le confió la gestión de todo el negocio sucio a una persona en concreto: “Su principal cómplice era el sargento mayor Melchor de Cárdenas, un hombre de mala fama, que, sin embargo, fue amigo y confidente de Meneses y desempeñó bajo su administración el puesto de alguacil mayor de la Caja Real, esto es, recaudador de impuestos y sancionador de los quienes estaban en deuda con el fisco. ‘Es don Melchor de Cárdenas -escribían los padres franciscanos de Santiago- el que agencia los negocios al dicho Gobernador, y tan mal hombre y de tan perverso natural, que, haciendo ya dos años que llegó  el dicho Gobernador, ha hurtado el dicho Cárdenas, sólo para sí, casi ochenta mil pesos, y el gobernador don Francisco de Meneses más de cuatrocientos mil pesos, todo ello efectuado por este don Melchor de Cárdenas. que es de malísima intención’. Por mucha pasión que se suponga en estas durísimas acusaciones, la persistencia con que fueron hechas, el número considerable de los acusadores, hombres de todos rangos y condiciones, y la uniformidad en los cargos que se formulaban, obligan a aceptarlas como hechos verdaderos, y, además, muchas de ellas fueron comprobadas posteriormente. Meneses creía, sin duda, que la complejidad del gobierno en España, y más que todo la distancia que lo separaba de la Corte, aseguraban su estabilidad en el de Chile, haciendo muy difícil que las quejas de sus gobernados llegasen hasta el Rey, y más difícil todavía el que se les diese crédito”.

 

     (Imagen) Estamos viendo que el obispo de Santiago de Chile DIEGO DE HUMANZORO tuvo un enfrentamiento total con el prepotente gobernador Francisco de Meneses. El clérigo demostró mucha valentía y firmeza contra la actitud abusiva del político. Pero fue, además, un obispo ejemplar en muchos aspectos. Tras profesar como franciscano, le enviaron para trabajos misioneros a la zona de Charcas (actual Bolivia). De vuelta a España, y residiendo en Vitoria, el papa Alejandro VII, a propuesta del rey Felipe IV, lo nombró Obispo de Santiago de Chile, siendo luego consagrado en Lima. De  camino hacia su sede episcopal, a mediados de diciembre de 1661 llegó a Coquimbo, puerto chileno, donde reedificó el colegio de los franciscanos y la catedral, que habían quedado destruidos por el espantoso terremoto del año 1647. Por fin, el día 5 de julio de 1662 llegó a Santiago de Chile y tomó posesión de su obispado. Con gran conocimiento de las purificadoras  normas del Concilio de Trento, que iba a terminar el año 1663, las tuvo en cuenta para organizar su labor pastoral en un largo recorrido que llegó hasta las tierras situadas más allá de los Andes. De ese viaje regresó el año 1666, y le escribió de inmediato al Rey pidiéndole, con la mejor intención, que ordenara la supresión del servicio personal de los indios a los españoles (por su dureza y porque entorpecía la evangelización), aunque, como sabemos, se impuso la dura realidad, ya que habría traído como consecuencia la ruina de los encomenderos, y, quizá, hasta un motín popular en contra. Como hemos visto, tuvo por esa época graves conflictos con el gobernador Francisco de Meneses, que le escatimaba hasta la escasa paga que recibían los sacerdotes por su labor de evangelización. Pero fray Diego de Humanzoro superaba todas las dificultades, aunque se veía en la necesidad de pedir ayuda debido a sus achaques y a lo avanzado de su edad. En 1669, le solicitó al Rey que gestionara el nombramiento de un obispo coadjutor para que se encargara de  cumplir las obligaciones apostólicas en los lugares apartados de su sede. En diciembre de 1673, envió a la Curia Romana un informe en el que indicaba que muchos sacerdotes ignoraban el idioma de los indios, aunque esto podía subsanarse porque los nativos de su jurisdicción ya entendían el español. En cuanto a los duros enfrentamientos que tuvieron el Gobernador y el Obispo, ambos presentaron sus quejas ante el Rey, pero, como veremos más adelante, y por ser tan evidente su mala catadura, se le dio la razón al clérigo, y fueron tan graves las culpas constatadas del gobernador Francisco de Meneses, que resultó destituido y llevado preso a Lima.  El ejemplar obispo DIEGO DE HUMANZORO falleció en Santiago de Chile el día 29 de mayo de 1676.




No hay comentarios:

Publicar un comentario