lunes, 8 de agosto de 2022

(1796) Las victorias que obtuvo el hábil mestizo Alejo Vivar contra los españoles, socavaban injustamente los méritos del Gobernador Pedro Porter Casanate, el cual supo rehacerse.

 

     (1396) Diego Barros nos detalla los inmediatos y victoriosos ataques de los mapuches bajo el mando del hábil mestizo Alejo de Vivar. Resumiré el texto: “El mestizo Alejo invadió con mil guerreros el territorio de Concepción, y el 14 de enero de 1657 avistó un destacamento español, compuesto de poco más de doscientos hombres, que habían salido de Concepción bajo las órdenes del capitán don Pedro Gallegos, y avanzaban sin sospechar la proximidad del enemigo. Sin embargo, al descubrir el ejército de los indios, Gallegos se colocó ventajosamente en una loma, y, tras enviar a un mensajero a pedir ayuda en el fuerte de Conuco, se mantuvo a la defensiva. Estableció una línea de contención y rechazó sin gran dificultad la primera embestida de los indios, pero el astuto Alejo encontró la manera de romperla. Por orden suya, los indios dieron un rodeo, y, atacando con sus picas a los caballos que los españoles tenían a sus espaldas, los precipitaron sobre la línea de defensa, provocando en ella un espantoso desorden. Lanzados luego al ataque los bárbaros, la batalla, aunque sostenida al principio con ardor, se convirtió luego en una derrota completa de los españoles. Su desorganización fue seguida por una horrible carnicería de la que sólo se exceptuaron unos pocos soldados que quedaron prisioneros, y otros que, por estar cubiertos de heridas, fueron dejados por muertos en el campo del combate. Los vencedores se alejaron de esos lugares llevándose un copioso botín. En la mañana siguiente, cuando llegó el socorro pedido a la plaza de Conuco, fueron recogidos de entre los montones de cadáveres algunos heridos casi moribundos. Uno de estos era el mismo capitán Gallegos, que falleció pocos días más tarde, estando sometido a juicio como responsable de aquel doloroso desastre. Estas derrotas fueron seguidas por otras. Un destacamento de 250 soldados, que salió de Conuco a las órdenes del capitán Bartolomé Pérez de Villagrán, fue batido por Alejo, y regresó destrozado, con la pérdida de su jefe y de muchos soldados. Otra tropa de 280 hombres mandados por el sargento mayor Bartolomé Gómez Bravo, sostuvo pocos días después un combate más reñido todavía a corta distancia de Yumbel, en el que pudo defenderse resueltamente y obligar a los indios a tomar la retirada. Este último suceso, a pesar de que los españoles no pudieron perseguir al enemigo, lo  celebraron como una victoria que atenuaba en parte las derrotas anteriores. Junto con estos contratiempos, que retardaban la pacificación del territorio que había estado sometido a los españoles, ocurrieron ese mismo verano otros accidentes que hacían más azarosa su situación. Así, pues, a pesar de la actividad y de la energía desplegadas por Porter Casanate, este conjunto de desgracias complicaba su acción y minaba su crédito de gobernante y de militar.

     Pero Chile parecía padecer la maldición de los dioses: “El jueves 15 de marzo ocurrió en la región del sur un terremoto comparable en sus estragos con aquel que, diez años antes, había destruido Santiago. La ciudad de Concepción quedó arruinada y asolada desde sus cimientos. Sobrevino a este terremoto otro fracaso no menor, pues entró tres veces la mar por las calles de dicha población, y siendo combatida por tan fuertes elementos. cayeron los edificios, se perdieron los víveres y murieron unas cuarenta personas".

 

     (Imagen) No podía tener más obstáculos el valioso gobernador PEDRO PORTER CASANATE, pero, en realidad, estuvo por encima de las circunstancias. Su prestigio ante la Corte corría peligro injustamente, e incluso hubo quien pretendió que se aplicara de nuevo el absurdo sistema de la guerra defensiva: “A pesar de aquellos malos resultados, y sin hacer caso a criterios derrotistas, Pedro Porter Casanate continuaba pacientemente la obra de la recuperación del territorio perdido, y, venciendo las dificultades, recuperó la paz en la región de los ríos Maule y Biobío. Aunque las ayudas militares que conseguía de Perú y de la ciudad de Santiago eran muy escasas, comenzó a reconstruir y repoblar los fuertes que habían sido arruinados por el alzamiento de los indígenas. A finales de 1657 pasó el río Biobío a la cabeza de sus tropas, batió a los indios y rescató del cautiverio a unos veinte españoles, volviendo a Concepción satisfecho del resultado, y lo conseguido produjo un gran contento en todo el reino de Chile. Antes de que la noticia llegase a Santiago, los del Cabildo de la ciudad, temiendo la sublevación de los indios de su entorno, decidieron pedir angustiosamente ayuda al Virrey. Pero, enterados de lo ocurrido, le escribieron a Pedro Porter diciendo: ‘Por el buen éxito logrado con los enemigos, matando y apresando a muchos, y sacando más de veinte españoles del cautiverio, se deben dar gracias a Dios, a su señoría por su diligencia, y al señor Virrey por las ayudas que tan a tiempo ha enviado a este afligido y pobre reino’. Algunos meses más tarde, como llegaban nuevas noticias de que la guerra comenzaba a presentar un aspecto más agradable, el Cabildo decidió que se hicieran en Santiago algunas fiestas públicas, y que durante tres días se lidiaran toros. Porter Casanate continuó pacientemente la obra de pacificación durante todo el año siguiente de 1659,  y despobló algunos fortines para establecer otros a mayor distancia. Aunque los indios seguían hostilizando, el Gobernador desplegó una constancia tenaz en la ejecución de su plan, y en sus comunicaciones al cabildo de Santiago se manifestaba satisfecho de los resultados que obtenía. A principios de 1660, emprendió una nueva campaña al sur del Biobío en busca del mestizo Alejo, que era el principal instigador de la resistencia de los indios. No tenemos muchas noticias acerca de las ventajas alcanzadas en esta expedición. Seguramente, el enemigo evitaría todo combate, y los españoles, después de destruirle sus sembrados, regresaron a Concepción”. Ser gobernador en Chile tenía gran mérito, y suponía arriesgar la vida al pie del cañón. En la imagen vemos (con su firma) que, en junio de 1659, PEDRO PORTER le suplicaba al Rey que le diera otro destino. (Chile era un lugar imposible).




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