(1393) En este punto, comenzamos el tomo
quinto de la Historia General de Chile escrita por Diego Barros. Lo que hemos
visto hasta ahora ha estado impregnado por un hecho recurrente: las constantes
batallas contra los mapuches. Mi intención es continuar en el tema de
Chile hasta que veamos que el panorama va a cambiar de tono. Creo
que será pronto cuando nos encontremos que, aunque el problema mapuche
continuará sin solucionarse del todo, el proceso histórico quedará en una
situación más normal. Entonces cambiaré de tercio y nos trasladaremos a otro
escenario histórico de las Indias que aún no hayamos tocado, quizá el de la aventura
de los españoles en Colombia.
Sigamos, pues, la ruta que llevamos. Dice
Diego Barros: “El nuevo Gobernador que acababa de llegar a Chile, don Pedro
Porter Casanate era un hombre de mérito sobresaliente, que se había conquistado
con largos servicios un nombre distinguido. Nacido en Zaragoza hacia 1612, hizo
en su juventud buenos estudios de náutica, y servía en la Escuadra Real desde
1627, primero en la guerra de Francia y después en las Antillas, hasta obtener
en 1634 el título de capitán de mar. En medio de las campañas militares, había
continuado sus estudios científicos y preparado diversos escritos sobre
navegación. Uno de ellos, publicado en Zaragoza el mismo año de 1634 con el
título de ‘Reparo a errores de la navegación española’, le ha granjeado la
reputación de marino ilustrado. ‘Basta la lectura de esta obra, dice un escritor
muy competente, don Martín Fernández de Navarrete (murió en Madrid el año
1844, fue multifacético y uno de los más grandes historiadores), para
formar un concepto ventajoso de la sólida instrucción y juicioso discernimiento
de su autor, aun en los primeros años de su carrera marítima’. El año 1635, Porter
Casanate se hallaba en México, y allí solicitó permiso del Virrey, marqués de
Cadercite, para ir a hacer descubrimientos en la costa de California, mal
explorada hasta entonces. Autorizado en septiembre de 1636 para hacer este
viaje, recibió después la orden de desistir de esta empresa. Creyó el Virrey,
dice una antigua relación, que ‘con los descubrimientos que iba a hacer se
abriría una puerta por la que los enemigos entrasen a invadir aquellos mares; y,
por esa razón, le mandó suspendiese el viaje hasta saber la voluntad del Rey’. Este
contratiempo no desalentó a Porter Casanate. Con el objetivo de obtener el
permiso del Rey, fue a España el año siguiente. En el puerto de La Habana fue
apresado por los piratas holandeses el buque en que viajaba Porter Casanate, al
cual lo tuvieron retenido en Curasao durante algunos meses. Restituido a su
libertad. y dejado en el puerto de Cartagena, pudo llegar a España en los
galeones que conducían anualmente los tesoros de las Indias. Mientras se
tramitaba su solicitud en la Corte, el Rey acordó enviar a Chile un militar de
resolución y de experiencia que viniera a encargarse del mando superior. Su
elección, como ya contamos, recayó en el almirante Porter Casanate, al que se
le nombró asimismo Caballero de la Orden de Santiago. En efecto, con fecha 30
de octubre de 1655 expidió en su favor el título de gobernador y capitán
general interino del reino de Chile, y dispuso la organización de un cuerpo de
tropas para que fuera bajo sus órdenes, con un buen socorro de armas y de
municiones”.
(Imagen) El historiador Diego Barros nos
ha comenzado a hablar de PEDRO PORTER CASANATE, el nuevo Gobernador de Chile,
pero convendrá ampliar datos sobre este extraordinario personaje, y ponerlos en
orden. Nació en Zaragoza el año 1611. Teniendo sólo dieciséis, participó en
batallas marítimas. Su primera actuación se produjo luchando contra los
hugonotes franceses, que andaban pirateando por las costas españolas. Dos años
después, ya se encontraba en las Antillas peleando también contra piratas, esa
vez ingleses, y obteniendo en tiempo récord la graduación de alférez. Pasados
dos años, y por sus méritos en aguas americanas, fue ascendido a capitán con
mando en un navío. Su firme vocación marinera y su inteligencia le permitieron
pronto atreverse a criticar errores de navegación frecuentes en aquellos
tiempos, y publicó en 1634 un libro centrado en ese tema, al que le puso el
título de “Reparo a errores de la navegación española”. Se fijó entonces en un
asunto que le llegó a obsesionar. Las costas de California no eran bien
conocidas, y Pedro Porter se apasionó con la idea de organizar una expedición
para resolver el enigma de si se trataba de una isla o de una península. Para
conseguir la licencia, se trasladó a España, y, aunque se lo concedieron, el
Rey la anuló por considerar que ese descubrimiento podía facilitar a los
piratas sus andanzas por aquellos mares. A base de insistir, Porter logró el
permiso definitivo el año 1643, pero, durante la larga espera, había batallado
varias veces contra las naves francesas, tanto en Fuenterrabía como en
Tarragona y Barcelona. Vuelto a las Indias, hizo los preparativos para
cumplir su sueño californiano, aunque
con serias dificultades. Tuvo que contratar mucho personal para construir las
naves, surgieron conflictos laborales, en los que sus hombres incendiaron el
astillero, intervino la justicia y fueron ejecutados los rebeldes. La
expedición duró cuatro años, con importantes logros, pero sin poderse confirmar
si California era o no era una isla. En 1651 dio por finalizada su aventura, sin duda por el
cansancio de no lograr su objetivo principal a pesar del gran esfuerzo y de cuantiosos
gastos, aunque, como compensación, descubrió importantes pesquerías de perlas. A
su vuelta hizo, para el Rey, un largo informe oficial del viaje, y otro que,
por ser para un amigo suyo, tenía un
carácter mucho más personal y aventurero. Los dos quedan recogidos en el libro
que muestra la imagen. En un nuevo giro de su vida, y gracias a su prestigio,
se le nombró Almirante del Mar del Sur (el Pacífico) y, poco después, en 1656,
el virrey de Perú le dio el cargo de Gobernador de Chile, ejerciéndolo hasta
morir en Concepción el año 1662. Diego Barros nos contará este período de PEDRO
PORTER CASANATE, un hombre inteligente, luchador y muy culto.
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