martes, 19 de julio de 2022

(1779) Con ayudas del Rey, el gran Francisco Laso de la Vega habría acabado con el problema mapuche. Pero no llegaban. Además, enfermó gravemente, y murió después de ser sustituido como gobernador por Francisco López de Zúñiga.

 

     (1379) Pero de nada iba a servir la alta moral del Gobernador Francisco Laso de la Vega, ni su extraordinaria bravura, ya que los refuerzos que necesitaba no llegaron de una España sumamente endeudada y atrapada en otras guerras prioritarias del territorio europeo. No es de extrañar que el rey Felipe IV estuviera harto de la eterna pesadilla chilena:  "Es de suponer que el Rey y sus consejeros habrían deseado poner en ejecución el proyecto de conquista del gobernador Laso de la Vega. Pero, dado que  exigía extraordinarios gastos, era forzoso considerarlo irrealizable. La pobreza del tesoro público había obligado al Rey a apelar a recursos extremos. Pedía a sus súbditos donativos casi de limosna, y vendía los títulos de nobleza y las ejecutorias de hidalguía a todo el que podía comprarlas, sin distinción de clases ni de antecedentes. Si bien es verdad que sus antecesores habían empleado estos mismos recursos, Felipe IV llevó el abuso más lejos que nadie. Incluso Chile, que seguramente era entonces la más pobre de las colonias del rey de España, no se había librado de esas peticiones. Así, pues, teniendo que tomar una decisión sobre las solicitudes que, por mandato de Laso de la Vega, había hecho en la Corte  don Francisco de Avendaño, Felipe IV, firmó el 15 de noviembre de 1634 tres cédulas en las que decretaba todo lo que a su juicio podía hacer. Ordenaba por ellas que el virrey de Perú suministrase al gobernador de Chile los refuerzos de tropas que fuesen necesarios para completar el ejército que sostenía la guerra contra los mapuches".

     A mediados de julio de 1638, el Gobernador se puso en marcha hacia la ciudad de Santiago: "Su salud, cada día más delicada, lo retuvo aquí sin permitirle volver a salir de campaña. Pero entonces supo que el Rey acababa de nombrarle un sucesor (Francisco López de Zúñiga). Laso de la Vega se trasladó a Concepción en febrero de 1639, para hacerle la solemne entrega del gobierno. Desde allí le escribió al Rey su última carta". Veamos resumido su contenido: "Tras los progresos que he tenido con estas armas, las entregaré son la mejor reputación se haya visto, porque, cuando entré a gobernar este reino, hallé al enemigo muy poderoso a las puertas de esta ciudad de Concepción, con gran temor de todos los vecinos y de todo el reino de Chile, que estaba perdido, y hoy dejaré a los mapuches muy castigados y retirados junto al río el de La Imperial, a cuarenta leguas de esta frontera, despobladas nueve provincias, y adelantadas las armas de Vuestra Majestad con la nueva población que hice el año pasado, siendo el mayor freno para este bárbaro enemigo, que ahora desea la paz y que se pueblen sus tierras de españoles, que son los que a mí me han faltado (por no mandarlos el Rey) para dar a Vuestra Majestad este glorioso fin. Quiera Dios que lo consiga mi sucesor. También, Señor, entregaré bien administrada la justicia, y la hacienda de Vuestra Majestad tratada sin fraude, pues en todo he procedido con el celo que debo al servicio de Vuestra Majestad y a mis obligaciones". Y el historiador Diego Barros añade: "Laso de la Vega tenía razón para mostrarse satisfecho de su gobierno, puesto que, sin recibir de España las ayudas que había pedido con tanta insistencia, logró batir constantemente al enemigo, y evitar sus correrías por el territorio que ocupaban los españoles. Pero, en realidad, la pacificación definitiva del territorio se hallaba todavía muy distante".

 

     (Imagen) Al magnífico Gobernador de Chile Francisco Laso de la Vega le privaron prematuramente de su cargo, quizá por encontrarse enfermo: "Fue sustituido por don Francisco López de Zúñiga, Marqués de Baides, el cual llegó a Concepción el 1º de mayo de 1639 y acudió enseguida al Cabildo acompañado por el Gobernador. Los capitulares, los prelados de las órdenes religiosas y los personajes notables de la ciudad, convocados apresuradamente a la sala capitular, recibieron el solemne juramento del Marqués de Baides, y lo declararon en posesión del cargo de gobernador de Chile en medio de 'las bombas de fuego en la plaza mayor (en la imagen, el lugar actual de la celebración), la luz de los mosquetes y la exhalación de la artillería, que hicieron de la noche día, acreditando todos sus deseos de agasajar a tan superior huésped' -refiere el maestre de campo Tesillo-, que, como comandante militar de Concepción, tuvo que organizar aquellas fiestas. En la misma noche se celebraron en la iglesia las ceremonias religiosas que se acostumbraban en tales casos. Entre el nuevo Gobernador y don Francisco Laso de la Vega mediaban antiguas relaciones de amistad contraídas en los campamentos de Flandes. Se guardaron ambos las consideraciones debidas entre caballeros y entre antiguos camaradas. Pero el primer deber del marqués de Baides era someter a su antecesor al juicio de residencia en que todos los altos funcionarios debían dar cuenta de sus actos. Aunque Laso de la Vega había demostrado en el gobierno un carácter recto y justiciero, y no se le podía acusar de haber cometido injustificadas violencias ni grandes atropellos, y aunque el estado de su salud debía hacer enmudecer las malas pasiones, no faltaron en esos momentos quienes formularan cargos en contra suya. El historiador Tesillo observa, con este motivo, que entre los acusadores de Laso de la Vega figuraban algunos individuos que habían recibido favores de su parte. A pesar de todo, en el juicio de residencia quedó justificada su conducta. 'Se le iban agravando cada día sus achaques -dice Tesillo- a don Francisco, y estuvo seis meses tratando sus males. Embarcó para el Perú con esperanzas de curarse en Lima, pero llegó tan postrado, que en breves días acabó su vida de una hidropesía que ya la padecía en Chile, y murió, como caballero cristiano, el día del apóstol Santiago, el 25 de julio de 1640, sin pasar de cincuenta años. Su carrera de caballero no fue inferior a la de ninguno de cuantos hoy son famosos'. Es justo reconocer, como afirmaba Tesillo, que Laso de la Vega merece ocupar un lugar muy distinguido entre los gobernadores de Chile. Pero no pudo, por falta de recursos que nunca le llegaban, lograr la pacificación completa del país, aunque consiguió mantener a raya a los mapuches, cosa nada fácil".




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