(1379) Pero de nada iba a servir la alta
moral del Gobernador Francisco Laso de la Vega, ni su extraordinaria bravura,
ya que los refuerzos que necesitaba no llegaron de una España sumamente
endeudada y atrapada en otras guerras prioritarias del territorio europeo. No
es de extrañar que el rey Felipe IV estuviera harto de la eterna pesadilla
chilena: "Es de suponer que el Rey
y sus consejeros habrían deseado poner en ejecución el proyecto de conquista
del gobernador Laso de la Vega. Pero, dado que exigía extraordinarios gastos, era forzoso
considerarlo irrealizable. La pobreza del tesoro público había obligado al Rey
a apelar a recursos extremos. Pedía a sus súbditos donativos casi de limosna, y
vendía los títulos de nobleza y las ejecutorias de hidalguía a todo el que
podía comprarlas, sin distinción de clases ni de antecedentes. Si bien es
verdad que sus antecesores habían empleado estos mismos recursos, Felipe IV
llevó el abuso más lejos que nadie. Incluso Chile, que seguramente era entonces
la más pobre de las colonias del rey de España, no se había librado de esas
peticiones. Así, pues, teniendo que tomar una decisión sobre las solicitudes
que, por mandato de Laso de la Vega, había hecho en la Corte don Francisco de Avendaño, Felipe IV, firmó el
15 de noviembre de 1634 tres cédulas en las que decretaba todo lo que a su
juicio podía hacer. Ordenaba por ellas que el virrey de Perú suministrase al
gobernador de Chile los refuerzos de tropas que fuesen necesarios para
completar el ejército que sostenía la guerra contra los mapuches".
A mediados de julio de 1638, el Gobernador
se puso en marcha hacia la ciudad de Santiago: "Su salud, cada día más
delicada, lo retuvo aquí sin permitirle volver a salir de campaña. Pero
entonces supo que el Rey acababa de nombrarle un sucesor (Francisco López de
Zúñiga). Laso de la Vega se trasladó a Concepción en febrero de 1639, para
hacerle la solemne entrega del gobierno. Desde allí le escribió al Rey su
última carta". Veamos resumido su contenido: "Tras los progresos que
he tenido con estas armas, las entregaré son la mejor reputación se haya visto,
porque, cuando entré a gobernar este reino, hallé al enemigo muy poderoso a las
puertas de esta ciudad de Concepción, con gran temor de todos los vecinos y de
todo el reino de Chile, que estaba perdido, y hoy dejaré a los mapuches muy
castigados y retirados junto al río el de La Imperial, a cuarenta leguas de
esta frontera, despobladas nueve provincias, y adelantadas las armas de Vuestra
Majestad con la nueva población que hice el año pasado, siendo el mayor freno
para este bárbaro enemigo, que ahora desea la paz y que se pueblen sus tierras
de españoles, que son los que a mí me han faltado (por no mandarlos el Rey)
para dar a Vuestra Majestad este glorioso fin. Quiera Dios que lo consiga mi
sucesor. También, Señor, entregaré bien administrada la justicia, y la hacienda
de Vuestra Majestad tratada sin fraude, pues en todo he procedido con el celo
que debo al servicio de Vuestra Majestad y a mis obligaciones". Y el
historiador Diego Barros añade: "Laso de la Vega tenía razón para
mostrarse satisfecho de su gobierno, puesto que, sin recibir de España las ayudas
que había pedido con tanta insistencia, logró batir constantemente al enemigo,
y evitar sus correrías por el territorio que ocupaban los españoles. Pero, en
realidad, la pacificación definitiva del territorio se hallaba todavía muy
distante".
(Imagen) Al magnífico Gobernador de Chile
Francisco Laso de la Vega le privaron prematuramente de su cargo, quizá por encontrarse
enfermo: "Fue sustituido por don Francisco López de Zúñiga, Marqués de
Baides, el cual llegó a Concepción el 1º de mayo de 1639 y acudió enseguida al
Cabildo acompañado por el Gobernador. Los capitulares, los prelados de las
órdenes religiosas y los personajes notables de la ciudad, convocados
apresuradamente a la sala capitular, recibieron el solemne juramento del Marqués
de Baides, y lo declararon en posesión del cargo de gobernador de Chile en
medio de 'las bombas de fuego en la plaza mayor (en la imagen, el lugar
actual de la celebración), la luz de los mosquetes y la exhalación de la
artillería, que hicieron de la noche día, acreditando todos sus deseos de
agasajar a tan superior huésped' -refiere el maestre de campo Tesillo-, que,
como comandante militar de Concepción, tuvo que organizar aquellas fiestas. En
la misma noche se celebraron en la iglesia las ceremonias religiosas que se
acostumbraban en tales casos. Entre el nuevo Gobernador y don Francisco Laso de
la Vega mediaban antiguas relaciones de amistad contraídas en los campamentos
de Flandes. Se guardaron ambos las consideraciones debidas entre caballeros y
entre antiguos camaradas. Pero el primer deber del marqués de Baides era
someter a su antecesor al juicio de residencia en que todos los altos
funcionarios debían dar cuenta de sus actos. Aunque Laso de la Vega había
demostrado en el gobierno un carácter recto y justiciero, y no se le podía
acusar de haber cometido injustificadas violencias ni grandes atropellos, y
aunque el estado de su salud debía hacer enmudecer las malas pasiones, no
faltaron en esos momentos quienes formularan cargos en contra suya. El
historiador Tesillo observa, con este motivo, que entre los acusadores de Laso
de la Vega figuraban algunos individuos que habían recibido favores de su parte.
A pesar de todo, en el juicio de residencia quedó justificada su conducta. 'Se
le iban agravando cada día sus achaques -dice Tesillo- a don Francisco, y
estuvo seis meses tratando sus males. Embarcó para el Perú con esperanzas de curarse
en Lima, pero llegó tan postrado, que en breves días acabó su vida de una
hidropesía que ya la padecía en Chile, y murió, como caballero cristiano, el día
del apóstol Santiago, el 25 de julio de 1640, sin pasar de cincuenta años. Su
carrera de caballero no fue inferior a la de ninguno de cuantos hoy son famosos'.
Es justo reconocer, como afirmaba Tesillo, que Laso de la Vega merece ocupar un
lugar muy distinguido entre los gobernadores de Chile. Pero no pudo, por falta
de recursos que nunca le llegaban, lograr la pacificación completa del país, aunque
consiguió mantener a raya a los mapuches, cosa nada fácil".
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