martes, 12 de julio de 2022

(1773) La ciudad de Santiago apenas corría riesgo frente a los mapuches. Como era poco solidaria con las demás, el Gobernador fingió que iba a ser atacada. Francisco Laso de la Vega, magnífico gobernador, se jubilará pronto.

 

     (1373) Según cuenta Diego Barros, había gran diferencia, en cuanto al peligro mapuche, entre la ciudad de Santiago y las que estaban asentadas al sur de Chile, que, además, padecían de falta de solidaridad con respecto a sus constantes angustias: "Los vecinos de Santiago, apartados del teatro de la guerra y ocupados en sus propios intereses, parecían en cierto modo extraños a los sucesos que ocurrían en el sur. Hacía tiempo que utilizaban excusas para no salir a pelear, y hasta optuvieron del Rey que se les eximiese del servicio militar cuando se creó en Chile un ejército permanente. Además, desde que el Rey atendía ampliamente a los gastos de la guerra, ellos se creyeron desligados de toda obligación de contribuir con donativos, o lo hacían en mucha menor cantidad. Se les acusaba por esto de estar dominados por un egoísmo culpable que los incitaba a vivir entre comodidades y abundancia, mientras sus hermanos de Concepción y de los distritos del sur llevaban una vida llena de fatigas y de miserias".

     Ocurrió entonces que una mañana el gobernador Laso de la Vega les dio una voz de alarma, y hasta se podía pensar que lo había hecho principalmente para sacar de su cómoda postura a los vecinos de la capital: "A fines de febrero de 1620, el gobernador Laso de la Vega, que se hallaba en Concepción, había comunicado a la Real Audiencia y al Corregidor de Santiago que unos tres mil guerreros araucanos se dirigían por la cordillera de los Andes para caer de improviso sobre esta ciudad. Contaba en sus cartas que había recibido la noticia por medio de sus espías, y recomendaba que se tomasen en la capital las mayores precauciones militares para su defensa, juntando tropas que impidieran la llegada de los indios. Laso de la Vega quiso tal vez hacerles entender con aquel aviso que el peligro era común para todos los habitantes de Chile, que todo el territorio estaba expuesto a las hostilidades de los mapuches y que, por lo tanto, todas las ciudades debían colaborar en la guerra con sus hombres y sus recursos. En esas circunstancias se reunió la Audiencia el 13 de marzo para buscar el remedio a aquella situación. Uno de los oidores, el licenciado don Hernando de Machado, sostuvo que esos temores eran infundados, pero sus otros tres colegas expusieron una opinión diametralmente opuesta. La alarma duró todo ese verano. El Gobernador había mandado que los vecinos de la capital se armasen a su propia costa, pero se pasaron algunos meses y no se sintió el menor intento de sublevación de los indios amigos de Santiago ni se tuvo noticia alguna de la anunciada expedición de los araucanos. Dando cuenta al Rey de los sucesos de la guerra, Laso de la Vega le decía que la expedición de los indios dirigida contra Rancagua y Santiago 'se había suspendido por la aspereza y lo largo del camino, y por ser tiempo en que los campos estaban agotados'. Sin embargo, si estas noticias pudieron ser creídas en el principio y dar origen a las alarmas de que hemos hablado, parece ser que poco más tarde la opinión  del oidor Machado había ganado muchos partidarios. Así, cuando algunos meses después el Gobernador quiso aprovechar la impresión que habían producido aquellas noticias, encontró, como vamos a ver, la más tenaz resistencia a la ejecución de sus planes". A  Hernando de Machado ya le dediqué una reseña, en la que vimos que apoyaba las teorías pacifistas del jesuita Luis de Valdivia, y que había creado  una familia de hondo sentimiento religioso, con tres hijos clérigos.

 

     (Imagen) Ya hemos dicho algo  del nuevo gobernador de Chile, FRANCISCO LASO DE LA VEGA, destacado, entre otras cosas, por ser un hombre luchador y de gran valentía. Pero lo más importante fueron los magníficos resultados que obtuvo contra el tremendo problema de los mapuches. Y es lo primero que hay que subrayar: Se considera que fue el más importante de los gobernadores de Chile del siglo XVII, y, aunque sus victorias no frenaron del todo los ataques mapuches, consiguió un período de tranquilidad que duró unos 25 años, algo excepcional frente a aquellos tremendos enemigos. El Gobernador nació el año 1566 en Secadura (Cantabria). Llegó a Chile a finales de 1629, siendo ya Caballero de Santiago por sus grandes méritos en las guerras de Europa. Los nombres de las batallas de Laso de Vega contra los indios han quedado como recuerdo imborrable. Ya hemos visto lo que pasó en Pilcohué contra el cacique Butapichón. En la batalla de Los Robles, la brutalidad del enfrentamiento les costó a los españoles la muerte de veinte soldados, pero se logró frenar a los mapuches. Sacando conclusiones sobre lo que había que corregir, Francisco Laso de la Vega tomó la decisión de formar un ejército verdaderamente poderoso. En enero de 1631 ya contaba con la respetable cantidad de 1750 soldados, se estableció en la martirizada zona de Arauco y consiguió un brillante triunfo contra el famoso cacique mapuche Butapichón, en lo que se conoce como la batalla de La Albarrada. A base de grandes sacrificios y muchas bajas entre sus soldados, Francisco Laso de la Vega logró un balance muy positivo luchando contra los mapuches. Testarudo en sus decisiones, obligó justamente a los vecinos de Santiago (mal acostumbrados por vivir en zona libre de ataques), y con la conformidad del virrey, a que aportaran soldados y contribuciones económicas para reforzar el ejército chileno. Pero, por desgracia, su salud se fue quebrantando, y tuvo que delegar su cargo el año 1539  en Francisco López de Zúñiga. Solo la enfermedad lo pudo derrotar, pero se mantuvo orgulloso de lo que había conseguido, incluso para tiempos futuros. Y le escribió al Rey: “Mediante los éxitos  que he tenido con estas armas, las entregaré con una reputación jamás vista”. Un cronista dijo de él: "Pasó su carrera de caballero dejando gran fama. Fue de ánimo grande, aspecto feroz, condición severa, gallardo espíritu, de gran constancia en los trabajos y de valiente resolución en los peligros". Falleció en Lima el año 1640. En la imagen vemos, escrita por él, su salida de España en abril de 1628, y añade aparte el nombre de sus criados, que eran pocos para lo acostumbrado por un gobernador entonces: seis hombres y cuatro mujeres (esposas o hijas de los varones).




No hay comentarios:

Publicar un comentario