(1366) Al fallecido gobernador de Chile
Pedro Osores de Ulloa, le sustituyó, por deseo del difunto, como gobernador
interino su cuñado Francisco de Álava y Nurueña, del que el historiador Diego
Barros hace una breve reseña (quizá con excesivo rigor) que no lo deja en buen
lugar: "Debió su elevación al gobierno interino de Chile, no a su propio
mérito, sino al nepotismo que habían introducido los gobernantes españoles en
las colonias de América (luego veremos que pronto se dictaron normas para
corregir estos abusos). Aunque contaba cerca de sesenta años de edad, no se
había ilustrado por servicios particulares que lo hicieran merecedor de este
ascenso. A finales de 1603 vino a Chile, bajo el primer gobierno de Alonso de
Ribera, con el rango de capitán de una compañía de tropas auxiliares, pero su
nombre pasa casi desapercibido entre los soldados que adquirieron fama en la
guerra de Arauco. Regresó al Perú, donde gozaba de algunas comodidades. Pero Álava
y Nurueña era cuñado de don Pedro Osores de Ulloa, y, en 1621, cuando éste fue
nombrado Gobernador, se decidió a acompañarlo, y, a poco de haber desembarcado
en Concepción, fue ascendido al rango de maestre de campo. Tres años más tarde,
Osores de Ulloa, próximo a expirar, le dejó el gobierno interino del reino de
Chile. Al dar cuenta al Rey de que había asumido el gobierno interino de Chile,
Álava de Nurueña le pedía que le confirmara como titular de ese cargo. 'Hasta
hoy -decía- no he sido premiado, y, para que lo que me queda de vida pueda
sustentarme conforme a mi calidad, y así descargue Vuestra Majestad su real
conciencia (era frecuente esta casi insultante expresión), le suplico que
me confirme en este cargo como lo tenía mi antecesor'. Esta petición fue
desatendida por el soberano y por el virrey del Perú". Su gobierno
interino duró solamente ocho meses, y, según Barros, sin que ocurriera nada
importante. Francisco de Álava hizo algunos ataques contra los mapuches,
evitando también el sistema de guerra defensiva: "Lo que más preocupaba
entonces en Chile a todos era la presencia de los piratas holandeses en sus
costas. Se sabía que su escuadra había
llegado al puerto de Lima el 8 de mayo, manteniéndolo bloqueado. Por ello, el
gobernador de Chile, centró toda su atención en la defensa de los puertos, y en
especial del de Concepción, que era el más importante de todos".
El gobernador hizo bastantes preparativos
de defensa en las ciudades más vulnerables, pero, afortunadamente, todo terminó
en una falsa alarma porque los piratas holandeses tomaron después otro rumbo:
"En medio de la escasez de sus recursos, el Gobernador tuvo que enviar
algunas embarcaciones a los puertos del sur para saber si los holandeses habían
llegado a Valdivia o a Chiloé. En ninguna parte hallaron vestigios de esos
enemigos, pero, desembarcados los españoles un poco al sur de Valdivia para
recoger noticias, se vieron atacados por un número considerable de indios, y
tuvieron que sostener un reñido combate en febrero de 1625. Los soldados se
consideraron vencedores porque consiguieron dispersar a los bárbaros matando a
muchos de ellos, pero quedaron en el campo muertos cinco soldados y seis indios amigos, 'todo lo cual, decía el
Gobernador, se ha tenido como uno más de los éxitos que se han obtenido en este
reino'. Francisco de Álava y Nurueña quiso aprovechar su interinato para
favorecer a sus antiguos compañeros de armas. Dio numerosas licencias a
oficiales y soldados, creó muchos capitanes y sustituyó a otros, compensándolos
con el goce de un sueldo. Estas medidas
que gravaban al tesoro real, fueron luego un problema para su sucesor (Luis
Fernández de Córdoba y Arce)".
(Imagen) Hablemos de la variada vida del
siguiente Gobernador de Chile: LUIS FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA Y ARCE. Nació el año
1593 en La Rambla (Córdoba). Llama poderosamente la atención la precocidad con
que llegó a puestos militares y políticos del más alto nivel. Pertenecía a una
familia de rango muy aristocrático, y su padre, García Fernández de Córdoba,
formaba parte del cabildo cordobés, cargo público que pronto heredó el propio
Luis, quien ya desde niño había servido como criado del Rey. El inicio de su
carrera militar se centró en la Marina, donde enseguida alcanzó el puesto de
General de la Armada de Filipinas. Se le ampliaron aún más los horizontes yendo
en 1611 (con solo 18 años) a las Indias con su tío Diego Fernández de Córdoba,
Marqués de Guadalcázar, recién nombrado Virrey de México, quien lo puso al
mando, como general, de la flota que hacía el viaje de ida y vuelta a
Filipinas. Cuando el virrey lo fue de Perú (año 1622), se lo llevó consigo y lo
nombró general del puerto de Lima. Ya hemos visto que, fallecido el gobernador
de Chile Pedro de Osores, le dejó el cargo, como interino, a su cuñado,
Francisco de Álava. El virrey de Perú sustituyó a Álava en 1625 por su sobrino,
Luis Fernández de Córdoba, quien será gobernador hasta el año 1629.
Primeramente, como interino, pero el último año el Rey le dio la titularidad, a
pesar de existir un teórico obstáculo. Se acababa de prohibir que una autoridad
diera un cargo público a un pariente suyo hasta el cuarto grado (debido a
costumbres abusivas anteriores), pero Luis lo pudo conseguir porque esa norma
permitía hacerlo si eran grandes los méritos del interesado, como,
evidentemente, se daba en su caso. Luis Fernández de Córdoba también abominaba
de la guerra al estilo defensivo contra los mapuches, y tuvo la satisfacción de
que, durante su gobierno, el Rey Felipe IV lo suprimió, con el añadido de que
permitía hacer esclavos a los indios de guerra. Esta esclavitud hacía mucho que
estaba prohibida en las Indias, pero la ferocidad de los mapuches provocó el
cese de la prohibición en su caso concreto. Terminado su mando, Luis volvió a
Perú, y más tarde marchó a España, donde, en 1634, fue nombrado Caballero de la Orden de
Santiago, ejerciendo desde 1538 como gobernador, primero de Málaga y después de
Canarias, donde tuvo un curioso incidente. Con el fin de llegar a la isla de La
Palma, subió a un barco que llevaba bandera de Nápoles para disimular que los
tripulantes eran piratas holandeses. El capitán lo apresó y lo llevó a Ámsterdam,
pero las autoridades holandesas le dieron al secuestro un carácter de guerra
sucia entre naciones, y lo pusieron en libertad. LUIS FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA
falleció, al parecer en Madrid, hacia el año 1673.
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