(1369) El asunto de la esclavización de
indios rebeldes tomó una deriva comercial, que va a producir en el gobernador
dudas de conciencia: "A pesar de estas limitaciones establecidas por el
Rey, la guerra contra los indios comenzaba a ser un negocio provechoso para los
militares que la hacían. Con ese propósito de hacer esclavos, se pensó también
en ir a la isla de la Mocha. Se contaba que vivían allí unos cinco mil indios, y se quería arrancarlos de sus hogares para
venderlos a los granjeros de Santiago y de Coquimbo. Aunque el Gobernador veía
bien este proyecto, no se atrevió a ponerlo en ejecución por su sola autoridad,
y quiso oír el parecer de teólogos y letrados, sin duda para que decidiesen si
era lícito hacer la guerra a esos isleños, pero, como no concordaban las
opiniones, Fernández de Córdoba aplazó la empresa hasta tener autorización del
Rey".
La falta de soldados suficientes era un
problema que nunca tenía solución en Chile: "La restauración del sistema
de la guerra ofensiva exigía que el ejército que mandaba el gobernador de Chile
hubiese sido considerablemente reforzado, pero los socorros de tropas que
enviaba el virrey de Perú eran siempre escasos, y de España no llegaba ni un
solo soldado. Por otra parte, la táctica empleada en las operaciones militares
no podía conducir a ningún resultado positivo. En vez de adoptar el plan
propuesto por el exgobernador Alonso de Ribera, que, como vimos, consistía en
evitar las expediciones lejanas e ir ganando terreno sobre el país enemigo para
adelantar gradualmente la línea de frontera, Fernández de Córdoba había vuelto
al antiguo sistema de guerra, haciendo excursiones hacia el interior, que, si
bien permitían sacar algunas decenas de indios para convertirlos en esclavos,
no bastaban para afianzar el dominio español en aquellos lugares. Además, este
género de hostilidades enfureció a los indios, que se veían despojados de sus
mujeres, de sus hijos y de cuantos individuos encontraban los españoles en su
camino, sin que su prestigio militar se consolidase, pues los indios les veían
después retirarse apresuradamente. Un nativo llamado Lientur, que había estado
sometido a los españoles y que se fugó de su campo para juntarse a las tribus
rebeldes del interior, había ido allí para fortalecer la resistencia de los
rebeldes. A su voz, los indios de La Imperial y de la comarca vecina se
pusieron sobre las armas con la arrogancia que les inspiraba el recuerdo de sus
pasadas victorias.
A
fines de 1627 había penetrado hasta La Imperial una división de 300 españoles y
de 400 indios amigos bajo el mando del sargento mayor Juan Fernández de
Rebolledo. Apresó un número considerable de enemigos, recogió algunos españoles
cautivos que encontró en su camino y destruyó muchas habitaciones y sembrados
de los indios. Todo anunciaba un feliz desenlace de la expedición; pero una
noche en que los españoles habían descuidado confiadamente la vigilancia de su
campo, cayó sobre ellos un numeroso ejército de indios capitaneados por
Lientur, sostuvo una reñida pelea y los obligó a retroceder con pérdida de
veintiocho soldados. Los indios que Fernández de Rebolledo había apresado en
los primeros días de la campaña, recobraron su libertad en medio de la
confusión del combate y fueron a engrosar las filas enemigas. La retirada de
los españoles después de esta jornada, teniendo que batirse frecuentemente con
sus perseguidores, hacía ver que el levantamiento de los bárbaros se había
hecho mucho más enérgico y vigoroso".
(Imagen) Hemos visto que el cacique
Lientur sorprendió a los españoles y mató a 28 soldados del sargento mayor JUAN
FERNÁNDEZ DE REBOLLEDO. También tuvo por entonces, como veremos, mala fortuna
el capitán PEDRO PÁEZ DE CASTILLEJO. Rebolledo nació en Burgos el año 1589. Se
trasladó a Perú, y, llegado a Chile, el
gobernador Pedro de Osores lo nombró Sargento Mayor de las tropas. Fue en 1628,
siendo ya gobernador Luis Fernández de Córdoba, cuando sufrió una humillante
derrota a manos Lientur, en lo que se recuerda como Desastre de las
Cangrejeras. El año 1630 volvió a sentirse burlado. Se encontraba en el fuerte
San Felipe de Austria, cerca de los mapuches de Yumbel, y el nuevo gobernador, Francisco Laso de la
Vega, recibió noticias alarmantes. El cacique mapuche Butapichón andaba por
Piculhue causando problemas a los indios amigos de los españoles, robándoles y
haciendo prisioneros. El gobernador quiso remediarlo y le mandó a Juan
Fernández de Rebolledo que fuera rápidamente a la zona para establecer una
línea defensiva. Lo que no sabían era que la actuación de Butapichón era un
montaje para confundir a los españoles, y el resultado fue que el astuto
cacique se
dirigió a la ciudad de Chillán, y la destruyó, llevándose consigo muchos
cautivos. En estos fracasos no tuvo culpa Rebolledo, y lo prueba el hecho de
que, en 1634, el gobernador lo nombró maestre de campo de todo el ejército de
Chile. JUAN FERNÁNDEZ DE REBOLLEDO murió en Concepción el año 1655. El
historiador Barros nos habla del fracaso del otro militar (también en 1628, con
Fernández de Córdoba todavía como gobernador): "Uno de los capitanes
españoles más apreciados por el Gobernador Luis Fernández de Córdoba, DON PEDRO
PÁEZ CASTILLEJO, había recibido encargo de organizar en Chiloé una expedición
para atacar por mar a los indios de la zona de Valdivia, y halló en aquel
archipiélago gente que quiso acompañarlo en tan peligrosa empresa. Aquellos
bárbaros estaban sobre aviso y bien dispuestos para defenderse. Páez de
Castillejo no pudo desembarcar en Valdivia, y, teniendo que dar la vuelta al
sur, su buque se hizo pedazos en los arrecifes de la costa, ocasionando la
muerte de veinticinco españoles y de cerca de trescientos indios amigos. Muy
pocos de sus compañeros lograron llegar a Chiloé, donde, según cuenta un
antiguo cronista, fue grandísimo el llanto por la muerte de tanta gente y por
la ruina de aquella provincia". Pero, en este caso, surgieron quejas por
su actuación, y Páez fue relevado del cargo, sustituyéndolo Francisco de Avendaño.
Lo cual no parece muy justo, ya que, aunque el viaje de Páez resultó trágico, también
fue heroico. El recorrido (Chiloé-Valdivia, 300 km) se llevó a cabo por la
costa a la ida y a la vuelta.
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