jueves, 7 de julio de 2022

(1769) El Gobernador vio el problema de que los soldados tenían demasiada ansia de esclavizar indios. El cacique Liantur mató a 28 españoles, y el capitán Pedro Páez sufrió una tragedia marítima, pereciendo 25 españoles y unos 300 indios amigos.

 

     (1369) El asunto de la esclavización de indios rebeldes tomó una deriva comercial, que va a producir en el gobernador dudas de conciencia: "A pesar de estas limitaciones establecidas por el Rey, la guerra contra los indios comenzaba a ser un negocio provechoso para los militares que la hacían. Con ese propósito de hacer esclavos, se pensó también en ir a la isla de la Mocha. Se contaba que vivían allí unos cinco mil indios,  y se quería arrancarlos de sus hogares para venderlos a los granjeros de Santiago y de Coquimbo. Aunque el Gobernador veía bien este proyecto, no se atrevió a ponerlo en ejecución por su sola autoridad, y quiso oír el parecer de teólogos y letrados, sin duda para que decidiesen si era lícito hacer la guerra a esos isleños, pero, como no concordaban las opiniones, Fernández de Córdoba aplazó la empresa hasta tener autorización del Rey".

     La falta de soldados suficientes era un problema que nunca tenía solución en Chile: "La restauración del sistema de la guerra ofensiva exigía que el ejército que mandaba el gobernador de Chile hubiese sido considerablemente reforzado, pero los socorros de tropas que enviaba el virrey de Perú eran siempre escasos, y de España no llegaba ni un solo soldado. Por otra parte, la táctica empleada en las operaciones militares no podía conducir a ningún resultado positivo. En vez de adoptar el plan propuesto por el exgobernador Alonso de Ribera, que, como vimos, consistía en evitar las expediciones lejanas e ir ganando terreno sobre el país enemigo para adelantar gradualmente la línea de frontera, Fernández de Córdoba había vuelto al antiguo sistema de guerra, haciendo excursiones hacia el interior, que, si bien permitían sacar algunas decenas de indios para convertirlos en esclavos, no bastaban para afianzar el dominio español en aquellos lugares. Además, este género de hostilidades enfureció a los indios, que se veían despojados de sus mujeres, de sus hijos y de cuantos individuos encontraban los españoles en su camino, sin que su prestigio militar se consolidase, pues los indios les veían después retirarse apresuradamente. Un nativo llamado Lientur, que había estado sometido a los españoles y que se fugó de su campo para juntarse a las tribus rebeldes del interior, había ido allí para fortalecer la resistencia de los rebeldes. A su voz, los indios de La Imperial y de la comarca vecina se pusieron sobre las armas con la arrogancia que les inspiraba el recuerdo de sus pasadas victorias.

A fines de 1627 había penetrado hasta La Imperial una división de 300 españoles y de 400 indios amigos bajo el mando del sargento mayor Juan Fernández de Rebolledo. Apresó un número considerable de enemigos, recogió algunos españoles cautivos que encontró en su camino y destruyó muchas habitaciones y sembrados de los indios. Todo anunciaba un feliz desenlace de la expedición; pero una noche en que los españoles habían descuidado confiadamente la vigilancia de su campo, cayó sobre ellos un numeroso ejército de indios capitaneados por Lientur, sostuvo una reñida pelea y los obligó a retroceder con pérdida de veintiocho soldados. Los indios que Fernández de Rebolledo había apresado en los primeros días de la campaña, recobraron su libertad en medio de la confusión del combate y fueron a engrosar las filas enemigas. La retirada de los españoles después de esta jornada, teniendo que batirse frecuentemente con sus perseguidores, hacía ver que el levantamiento de los bárbaros se había hecho mucho más enérgico y vigoroso".

 

     (Imagen) Hemos visto que el cacique Lientur sorprendió a los españoles y mató a 28 soldados del sargento mayor JUAN FERNÁNDEZ DE REBOLLEDO. También tuvo por entonces, como veremos, mala fortuna el capitán PEDRO PÁEZ DE CASTILLEJO. Rebolledo nació en Burgos el año 1589. Se trasladó a Perú, y, llegado a Chile,  el gobernador Pedro de Osores lo nombró Sargento Mayor de las tropas. Fue en 1628, siendo ya gobernador Luis Fernández de Córdoba, cuando sufrió una humillante derrota a manos Lientur, en lo que se recuerda como Desastre de las Cangrejeras. El año 1630 volvió a sentirse burlado. Se encontraba en el fuerte San Felipe de Austria, cerca de los mapuches de Yumbel,  y el nuevo gobernador, Francisco Laso de la Vega, recibió noticias alarmantes. El cacique mapuche Butapichón andaba por Piculhue causando problemas a los indios amigos de los españoles, robándoles y haciendo prisioneros. El gobernador quiso remediarlo y le mandó a Juan Fernández de Rebolledo que fuera rápidamente a la zona para establecer una línea defensiva. Lo que no sabían era que la actuación de Butapichón era un montaje para confundir a los españoles, y el resultado fue que el astuto cacique se dirigió a la ciudad de Chillán, y la destruyó, llevándose consigo muchos cautivos. En estos fracasos no tuvo culpa Rebolledo, y lo prueba el hecho de que, en 1634, el gobernador lo nombró maestre de campo de todo el ejército de Chile. JUAN FERNÁNDEZ DE REBOLLEDO murió en Concepción el año 1655. El historiador Barros nos habla del fracaso del otro militar (también en 1628, con Fernández de Córdoba todavía como gobernador): "Uno de los capitanes españoles más apreciados por el Gobernador Luis Fernández de Córdoba, DON PEDRO PÁEZ CASTILLEJO, había recibido encargo de organizar en Chiloé una expedición para atacar por mar a los indios de la zona de Valdivia, y halló en aquel archipiélago gente que quiso acompañarlo en tan peligrosa empresa. Aquellos bárbaros estaban sobre aviso y bien dispuestos para defenderse. Páez de Castillejo no pudo desembarcar en Valdivia, y, teniendo que dar la vuelta al sur, su buque se hizo pedazos en los arrecifes de la costa, ocasionando la muerte de veinticinco españoles y de cerca de trescientos indios amigos. Muy pocos de sus compañeros lograron llegar a Chiloé, donde, según cuenta un antiguo cronista, fue grandísimo el llanto por la muerte de tanta gente y por la ruina de aquella provincia". Pero, en este caso, surgieron quejas por su actuación, y Páez fue relevado del cargo, sustituyéndolo Francisco de Avendaño. Lo cual no parece muy justo, ya que, aunque el viaje de Páez resultó trágico, también fue heroico. El recorrido (Chiloé-Valdivia, 300 km) se llevó a cabo por la costa a la ida y a la vuelta.




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