miércoles, 29 de junio de 2022

(1762) A pesar de su avanzada edad, nadie como el gobernador Pedro Osores de Ulloa le explicó al Rey con tanta lucidez y valentía el catastrófico resultado del uso durante nueve años del sistema de la ‘guerra defensiva’ contra a los mapuches.

 

     (1362) Nos traslada el historiador Diego Barros a los inicios de la gobernación de Pedro Osores de Ulloa: "El día 5 de noviembre de 1621 tomó posesión de su cargo ante el Cabildo de la ciudad de Santiago, y la primera impresión que recibió de la situación de Chile no podía ser más desfavorable". Luego recoge lo que, al respecto, Pedro de Osores le escribió al virrey: "Estaba esta tierra, por la falta de provisiones, llena de aflicción, trabajos y desnudez de los soldados, por lo que fue necesario tomárselas por fuerza a los mercaderes de esta ciudad para sustentarlos, aunque la gente que había aquí era poca, descontenta, llena de agravios, acorralada y sin práctica  de la milicia, por haberse suspendido el uso de las armas durante nueve años que habían estado bajo el régimen de la guerra defensiva y sin disciplina alguna. Mientras que los enemigos, muchos y victoriosos, cargados del botín obtenido, intentan con notable atrevimiento mayores daños y robos cada día. Estaba perdida la reputación de nuestra gente, y era presunción cierta de los que aquí habitan y saben de estas materias que si el río de Biobío no lo hubiera estorbado con mayor avenida que otros años, hubieran intentado el asolar esta ciudad y sus términos, para que lo demás fuera fácil».

     Siendo consecuente con lo que afirmaba, Pedro de Osores le dijo claramente al virrey Francisco de Borja cuál era su total convencimiento, y, además, explicando con lucidez, objetividad y valentía las motivaciones de los que pensaban de otra manera: "Aunque el autor que creó este sistema de guerra defensiva y lo ha sustentado (el padre Valdivia) sería espiritual y bueno, y aunque no me falta fe para creer que Dios puede conquistar a estos indios ablandando tan duros y rebeldes corazones, llenos de temerarias herejías y supersticiones, no se puede esperar ningún bien de ellos, ni tiene sentido pedir milagros a Nuestro Señor en favor de enemigos que tan ofendido le tienen. Con este abandono, se ha descuidado mucho la guerra, de manera que el enemigo está notablemente victorioso, y creciendo en atrevimiento de robos y daños. Los indios han llevado a cabo unos ciento ochenta y siete ataques desde el año 1613 hasta el presente, llevándose más de 1500 indios amigos, y más de 2500 caballos, sin contar otros 200 indios que con sus mujeres e hijos se han ido a vivir entre ellos para evitar robos y muertes, y han matado a  400 españoles. Y lo peor es que, durante ese tiempo, se han pasado al enemigo más de 46 soldados para vivir entre ellos. Y se puede temer que sean más cada día, porque no los matan, como solían. Además, junto con los mestizos que han nacido de las mujeres que tomaron los indios en las ciudades destruidas,  se van acrecentando, vienen con frecuencia a las fronteras y atacan con muy buenos bríos en los asaltos".

     El anciano y enfermo gobernador Pedro de Osores tenía demasiado carácter como para temer las consecuencias de su osadía. Estaba seguro de que su informe iba a desagradar al monarca español y, quizá especialmente, al virrey de Perú, firmes partidarios del sistema tercamente impuesto por el padre Luis de Valdivia, pero vio claramente que la honradez, e incluso la lealtad, lo obligaban a hablar con total franqueza.

 

     (Imagen) El nuevo gobernador PEDRO OSORES DE ULLOA echó por tierra el maquillado argumento de que, con el sistema de la guerra defensiva, los mapuches se harían cristianos en gran número, y, en su informe al Rey, le decía: "He deseado saber la verdad acerca del número de indios que se habían bautizado y de los pueblos que habían aceptado bien la paz. En lo primero no hallo sino mayor daño, pues muchos han sido bautizados teniendo hasta seis mujeres, e, incluso, algunos vienen a hacerlo para obtener regalos; y, en lo segundo, que no hay pueblo de los indios de guerra que haya mantenido la paz». El Gobernador subrayaba que los indios que vivían hacía más de treinta años entre los españoles, y que les servían en sus propias casas, "tienen sólo el nombre de cristianos, porque su felicidad y riqueza está en beber y tener muchas mujeres sin conocer sujeción". Pedro de Osores  estaba convencido de que era una simple ilusión creer posible transformar por el bautismo o con métodos piadosos en hombres civilizados a aquellos brutales indios. Y le añadía al Rey: "La reputación que he ganado en vuestro real servicio me obliga a hablar con esta claridad, y a pedir que, si no pareciere justa mi proposición, se envíe  a otro que sustente la contraria, pues de menos daño será arruinarme que perderse en mis manos un reino tan rico e importante para vuestra real corona. Y, si el virrey marqués de Montesclaros pudiera haber visto el estado presente de esta guerra, su gran celo en acrecentar vuestro real patrimonio no le hubiera dejado dar principio a semejante método (la guerra defensiva). De que lo haya continuado el virrey don Francisco de Borja, no me extraño mucho, porque le ocultaron los informes que le enviaron desde aquí". Según cuenta Diego Barros, el gobernador Pedro Osores empezó de inmediato a aplicar la mano dura contra los mapuches: "Comenzó a ejercer sus funciones con una entereza impropia de su avanzada edad. Condenó a muerte e hizo ejecutar a unos cuantos desertores españoles y mestizos que cayeron en su poder, removió del mando a los oficiales que no le merecían plena confianza y reunió a los capitanes para tomar medidas urgentes: 'Resolvieron unánimes -escribió él mismo- que se hiciese una expedición contra los indios para restaurar en lo posible la reputación perdida el año pasado en diferentes ocasiones'. Acordaron también que el Gobernador, a causa de su edad, se quedase en Concepción, y que el maestre de campo Álvaro Núñez de Pineda, como hombre de mucha experiencia en aquella guerra, tomase la dirección de la campaña". En la imagen vemos el final (firmado) de una lista de consejos que PEDRO DE OSORES, el 20 de abril de 1624 (cinco meses antes de fallecer), le daba al virrey de Perú acerca del gobierno de Chile.




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