(1356) Lo que dice a continuación Diego
Barros deja claro que el gobernador interino Fernando de Talaverano solo se
ajustaba al sistema de 'guerra defensiva' obedeciendo a disgusto lo establecido
por el Rey: "A pesar de su docilidad para hacer cumplir todo lo que
disponía el padre Valdivia, sintió el deber de informar al virrey del Perú del
disgusto que habían producido en Chile las últimas resoluciones del Rey. Pero el
altivo y autoritario Príncipe de Esquilache (el virrey), totalmente
resuelto a sostener la guerra defensiva, le contestó: 'He llegado sabiendo que
algunos hablan mal de las disposiciones del soberano, y me admira que vuestra señoría
lo tolere y no castigue severamente a quien no respeta y venera los mandatos de
su Rey. Si no hay enmienda, tomaré yo mismo todo el gobierno, y entregaré todos
los mandos de guerra a sujetos que apoyen lo que Su Majestad ha ordenado con
tanta prudencia y después de un maduro examen. El Rey ha vuelto a dar al padre
Luis de Valdivia plena potestad para negociar las paces con los indios y seguir
adelante con el sistema de la guerra defensiva. Por orden del Rey, nombro visitador
general al licenciado Hernando de Machado, fiscal de la Real Audiencia, para
que sostenga las disposiciones del padre Valdivia. No se canse Vuestra Señoría
en escribir ni en enviar informaciones en contra de la paz y de la guerra
defensiva, ni menos en desobedecer lo que el padre Luis ordena en razón de
esto. Los procuradores fray Pedro de Sosa y el coronel Pedro Cortés, enviados
por Alonso de Ribera, antecesor de Vuestra Señoría, regresan sin contestación
sobre las proposiciones que hicieron (de eliminación de la guerra defensiva),
y las del padre Luis de Valdivia vienen aprobadas por el real y supremo Consejo
de las Indias'. No podían darse órdenes más terminantes e imperativas".
Hernando de Machado era el padre de Juan Machado de Chaves, de quien ya hablamos.
Hernando había nacido el año 1557 en Zafra (Badajoz), y la razón de que el
virrey Francisco de Borja, Príncipe de Esquilache, lo escogiera para vigilar el
buen cumplimento del sistema de guerra defensiva, se debía a que había llevado
a cabo con anterioridad y satisfactoriamente la misma tarea.
Como era de esperar, el fiscal Machado se
dedicó de inmediato a tomar medidas contra las infracciones de las normas
relativas al sistema de la 'guerra defensiva' y a la prohibición de obligar a
los nativos a trabajar para los españoles: "Puso en libertad a los indios
que algunos vecinos de Concepción tenían a su servicio. Cuando el Cabildo de la
ciudad reclamó contra esta medida, el fiscal amenazó a sus miembros con la pena
de prisión, lo que originó una fuerte controversia. Los adversarios de la
guerra defensiva, alarmados por la constante intranquilidad que esta producía y
por los peligros que los amenazaban, se convencieron al fin de que no tenían
nada que esperar ni de los gobernantes de Chile ni del virrey del Perú, pero no
desesperaron de conseguir que el monarca rectificase sus determinaciones. Por
entonces, el obispo de Santiago se preparaba para ir a España, y el cabildo de Concepción decidió darle
poderes ante la Corte, con el encargo de que le llevara al Rey un nuevo escrito
en el que le pedían, una vez más y desesperadamente, que, dado el estado tan
calamitoso de Chile, se condoliera de ellos y suprimiera leyes tan
perjudiciales para sus vasallos. Pero todos los antecedentes de este asunto hacían
suponer que esta última tentativa había de ser igualmente estéril”.
(Imagen) Los gobernadores de Chile solían
ser fugaces, y más todavía en el caso del interino Fernando de Talaverano
Gallegos, nombrado en marzo de 1617 y sustituido (quedándole solo un año de
vida), en enero de 1618, por el nuevo titular: LOPE DE ULLOA Y LEMOS, nacido en
Ferreira (Lugo), el cual morirá dos años después. Este nuevo gobernador, según
lo describe el historiador Diego Barros, debía de ser un petulante: "Era
un caballero noble de Galicia, pariente cercano del famoso conde de Lemos,
ministro de Felipe III, y que, al casarse con una dama de Lima, entró en
posesión de una gran fortuna. Contaba entonces 45 años de edad. En su juventud
había servido en Filipinas, y más tarde en México, pero en 1604 pasó al Perú en
el séquito del virrey conde de Monterrey, desempeñando cargos de capitán de la
guardia del Virrey y general de la caballería. En Lima era, además, prefecto de
una congregación de la Compañía de Jesús, lo que aseguraba su absoluta adhesión
al padre Valdivia. En noviembre de 1610, pasando revista a las personas a
quienes podía encomendar el gobierno de Chile, el virrey marqués de Montesclaros
decía de él: 'De este mozo tengo buenas esperanzas, si limitase algo la dureza
que tiene'. Pero esta cualidad que se le atribuía, más que entereza de carácter
era arrogancia de hombre noble y rico, que se reflejaba en la ostentación de su
casa y en creerse merecedor de más altos puestos. Para venir a Chile se
rodearon él y su esposa de un lujo de joyas, ropas y muebles desconocido en
este país. Le daba a entender al Rey que el sueldo que se le pagaba era
insuficiente para 'vivir con la limpieza y rectitud' de su condición, y le
pedía que se le aumentara 'como lo merecía su persona y servicios', sin
disimular que había aceptado el gobierno de Chile como un escalón para llegar a
más elevados puestos. 'Desde que el Virrey de Perú me proporcionó estos cargos -le
decía con este motivo-, los acepté con mucho amor y voluntad por el deseo que
tengo de ponerme al real servicio de Vuestra Majestad, como lo he ejecutado
toda mi vida, confiando en que, conforme al celo de príncipe tan cristiano como
Vuestra Majestad, he de tener por este y por los demás servicios que he hecho el
premio que merecen, ascendiéndome Vuestra Majestad a puestos superiores donde
mejor pueda mostrar mi deseo'. Aunque era corriente hacer en las comunicaciones
oficiales de esta época análogas peticiones de ascensos y de aumento de
sueldos, no parece que los servicios anteriores de don Lope de Ulloa justificaran
esta pretensión, porque, según los documentos que conocemos, esos servicios
eran de escasa importancia, y, en todo caso, inferiores a los que antes de
tomar el mando habían prestado casi todos los gobernadores de Chile".
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