viernes, 17 de junio de 2022

(1752) El pirata holandés Jorge Spilberg recorría la costa del Pacífico. Tras tener un enfrentamiento con españoles en Concepción, intentó asediar la ciudad de Lima, pero se retiró. Los vecinos lo atribuyeron a la valentía y a las oraciones de Santa Rosa de Lima.

 

     (1352) Sigamos con la flota de Jorge Spilberg y sus hombres, a los que el historiador Diego Barros trata con excesivo respeto, como si fueran simples enemigos de los españoles, evitando llamarles piratas, bucaneros o corsarios. Parece olvidar que, en el mejor de los casos, eran unos enemigos practicando la guerra sucia. Habían conseguido ya atravesar el Estrecho de Magallanes: "El 25 de mayo de 1615 fondearon frente a la isla de la Mocha. Spilberg bajó a tierra con un buen destacamento, entró en tratos con los indios que poblaban la isla, y a cambio de las mercaderías que les ofrecía, obtuvo una abundante provisión de víveres. 'A mediodía, dice el cronista holandés, el Almirante volvió a bordo con provisiones y con el cacique de la isla y su hijo. Les mostró la nave y los cañones, haciéndoles entender que el objeto de este viaje era combatir a los españoles, por lo cual los indios mostraron su alegría'. En la mañana del 28 de mayo, Spilberg se hizo a la vela, y fue a fondear cerca de la isla de Santa María (ya muy cerca de Concepción, en plena zona mapuche)".

     Y entonces se produjo un extraño e insostenible tanteo entre los piratas y los españoles: "Spilberg hizo bajar a tierra un destacamento a cargo de Cristián Stulinck, para proponer cambios de mercaderías a los habitantes de la isla. El corregidor español Juan de Hinojosa, que allí mandaba, los recibió con demostraciones amistosas, y, dejando como rehén en tierra a un sargento holandés, subió él mismo a bordo, donde pasó la noche muy bien atendido por los holandeses. Pero estas buenas relaciones no podían durar largo tiempo. El 30 de mayo el corregidor invitó al almirante holandés y a algunos de sus capitanes a bajar a tierra a comer en su compañía. Cuando desembarcaban los holandeses, se les comunicó que allí cerca había un destacamento de tropas, y, creyéndose traicionados, se volvieron apresuradamente a sus buques llevándose consigo a un español llamado José Cornejo y a un cacique que estaba cerca. Por este supieron que en Chile y en el Perú se tenían noticias ciertas de su próxima llegada, y se hacían preparativos para combatirlos. Esta información produjo la ruptura definitiva de aquellos primeros tratos en los que, indudablemente, cada bando había creído engañar a sus adversarios. El día 31 de mayo, Spilberg desembarcó en la isla con tres compañías, y los españoles, en inferioridad de condiciones, pegaron fuego a la iglesia y a los almacenes de provisiones, y huyeron. Las tropas holandesas avanzaron en su persecución. En esas pequeñas escaramuzas tuvieron dos hombres heridos, pero mataron cuatro españoles, mientras los demás se salvaban gracias ar sus caballos. Libre de enemigos, Spilberg saqueó todas las casas que halló en su camino, y en la tarde volvió a sus buques. Después de esto, se hicieron a la vela para el norte, y el 3 de junio se presentaron en la bahía de Concepción".

      Enterado el gobernador Ribera, alertó rápidamente del peligro a la ciudad de Santiago, y al virrey de Perú por si el pirata seguía después esa ruta. Y más tarde le contó al Rey: "Hecho esto, comencé a fortificar la ciudad de Concepción, junté la gente que pude de españoles y de indios amigos, y, cuando el enemigo llegó a la boca de este puerto, que fue a 3 de junio, estaba todo tan bien dispuesto, que tengo por seguro que, si saltara en tierra, quedaría descalabrado. E hizo bien en escaparse, porque yo contaba con 900 españoles y con 300 indios amigos de las zonas de Talcamávida, Arauco y de la ribera del Itata, todos los cuales mostraron muy buen ánimo de servir a Vuestra Majestad".

 

     (Imagen) Como era de esperar, el pirata Jorge Spilberg, llegó el 31 de agosto de 1615 al puerto de Lima (El Callao). Para todos los habitantes fue un horror su presencia. Pero allí estaba Santa Rosa de Lima, que entonces era una  monja querida por todo el mundo, y tendrá un papel fundamental en aquella situación desesperada. Para contar la anécdota me serviré de un texto que he visto en un blog titulado Lima Etérea. Y dice así: "Los virreyes  confiaban en que la mejor defensa del Perú era su gran lejanía. Por el norte les era imposible a las naves llegar a Perú debido al istmo de Panamá. En 1615, el corsario Jorge Spilberg, con seis naves holandesas, logró atravesar el estrecho de Magallanes, procediendo luego a atacar los puertos chilenos de las costas del Pacífico. La noticia de la proximidad del corsario llegó pronto a Lima, lo que provocó espanto en todos los habitantes. Isabel Flores de Oliva, conocida como Rosa, los arengó con gran valentía, y reunió a las mujeres en la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario para orar por la salvación de Lima. El corsario Spilberg intentó desembarcar en el puerto, pero no lo  logró debido a los tiros de cañón sobre sus botes y  a unos fuertes vientos que los azotaban. Cuando llegó la noticia de un nuevo intento de desembarco, Rosa subió al altar del Convento de Santo Domingo y se colocó delante del Sagrario para defenderlo con su cuerpo. Finalmente, Spilberg decidió retirarse, para luego seguir viaje hacia Filipinas. Según cuenta la tradición, Isabel Flores de Oliva imploró a la Virgen del Rosario que alejara al corsario y protegiera la ciudad. Cuando Spilberg y sus hombres desistieron de llevar a cabo su ataque, se le atribuyó a la futura Santa Rosa de Lima, gracias a sus oraciones y plegarias, el milagro que evitó que los piratas destruyeran la ciudad de Lima". Isabel Flores de Oliva  era, sin duda, una persona carismática, con madera de líder y el gran mérito de estar dispuesta a arriesgar su vida por toda la población y el servicio de Dios. Fue querida por indios y por españoles de tal manera, que sus 'fans' fueron multitudinarios. Esta actuación suya fue decisiva para su rápida canonización, pues, habiendo muerto de tuberculosis en 1617, con solo 31 años, se convirtió en Santa Rosa de Lima el 12 de abril de 1671 por decisión del papa Clemente X, siendo proclamada 'Principal Patrona del Nuevo Mundo y de Filipinas'. En su honor se celebraron grandes fiestas en las capitales de Hispanoamérica y en Europa, figurando como santa patrona de muchas poblaciones, centros educativos, instituciones y  edificios religiosos. También influyó en su éxito el ser una de las primeras personas que fueron canonizadas en las Indias. Dedicaré la próxima imagen a resumir su biografía.




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