martes, 28 de junio de 2022

(1761) Cristóbal de la Cerda vio con claridad que el sistema de guerra defensiva era un desastre. Se lo dijo al Rey y le costó el puesto de gobernador interino. Pero, nombrado Pedro Osores de Ulloa, logrará acabar con ese error.

 

     (1361) Pronto conoció el gobernador interino Cristóbal de la Cerda el peligro de los mapuches: "A los pocos días de haberse hecho cargo del gobierno, llegaron a Santiago noticias muy alarmantes desde la frontera de guerra que separaba a los españoles de los indios rebeldes. Un cacique llamado Lientur, que había aceptado la paz de los españoles, se fugó adonde los enemigos y preparó expediciones muy audaces contra las fuertes defensivos. Los capitanes que en ellos mandaban, le pidieron al Gobernador que fuese a tomar el mando de las tropas, y que llevase toda la ayuda que pudiese. Aunque carecía de experiencia militar, el doctor Cristóbal de la Cerda no vaciló en salir de campaña, y reunió ciento treinta hombres, con los que se puso en marcha el 15 de enero de 1621, acompañado de algunos militares de importancia que podían servirle de consejeros en los asuntos de guerra".

     Una prueba de la sensatez de Cristóbal de la Cerda fue que pronto se dio cuenta de que, a pesar de lo que había ordenado el Rey tras haberle convencido el padre Luis de Valdivia, la suave táctica de la 'guerra defensiva' aplicada a los mapuches era un fiasco: "Muchos indios que parecían ya pacificados se habían sublevado nuevamente. Los indios, en número de unos 1600, se habían acercado a los cuarteles de Yumbel, y robaron algunos caballos, sin que los españoles, escasos de tropas, se atrevieran a perseguirlos. Estas correrías siguieron repitiéndose todo ese verano, y, así,  el 25 de marzo de 1621, se apoderaron de un fortín situado al norte del río Biobío, en el que perecieron diez soldados y muchos indios amigos. Viendo la situación, el Gobernador consultó el parecer de los capitanes del ejército, los cuales le dijeron que no solo se oponían a la despoblación de otros fuertes, sino que rechazaban resueltamente el sistema de la guerra defensiva, a la que atribuían la crítica situación de Chile. El gobernador interino creyó deber suyo darle al Rey una firme opinión sobre los resultados que producía la llamada guerra defensiva. 'No deja de causarme admiración -le escribía- que, estando este reino de Chile ahora en el mayor peligro que ha tenido de perderse desde que que se descubrió, hayan ido al Consejo de Indias afirmaciones de que está todo en paz, y de que, salvo el caso de algunos ladroncillos, no hay otros que nos den pesadumbres. Pero, por las informaciones que van con esta carta, se ve claramente que, muy de ordinario, estos indios se nos han desvergonzado, no respetando cosa alguna debido a que no reconocen el bien y la gran merced que Vuestra Majestad les ha hecho. No hay duda de que quienes enviaron aquellos informes tan contrarios han engañado a Vuestra Majestad. Bien sé que será dificultoso que se me crea, ya que esas informaciones anteriores han quedado tan autorizadas, pero yo cumplo, como vasallo, criado y ministro de Vuestra Majestad, mi obligación de advertirlo como lo advierto". Hay que reconocer que el gobernador  interino Cristóbal de la Cerda se  mostró muy honrado y valiente al tratar de quitarle al Rey la venda que le habían puesto en los ojos para que creyera que el sistema de la guerra defensiva era algo maravilloso. El mérito del gobernador era doble, ya que con este paso iba a tener que enfrentarse a los dos principales e influyentes defensores de aquella chapuza: el virrey de Perú, Francisco de Borja, y el jesuita Luis de Valdivia.

 

     (Imagen) Se llevaba años sin solucionar en Chile dos graves problemas: el sistema de enfrentamiento con los mapuches y la utilización de los nativos como criados de los españoles. El jesuita Luis de Valdivia y el virrey Francisco de Borja le habían convencido a Felipe III para que la guerra contra los indios fuera simplemente defensiva y suprimiera su servicio a los españoles sustituyéndolo por un pequeño impuesto. Ambas cosas eran irrealizables, y el poder adquirido por el padre Valdivia chocaba frontalmente con el principio de que al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. El virrey decidió quitarle la gobernación interina a Gabriel de la Cerda porque estaba empeñado en suprimir la guerra defensiva, y nombró a un gobernador fijo: PEDRO OSORES DE ULLOA. Lo que no se imaginaba era que, ya cesado como virrey y habiendo empezado Osores su trabajo de gobernador, iba a suprimir, para alivio de los atormentados españoles, las dos cosas: la guerra defensiva y la prohibición del servicio a los españoles (lo iremos viendo). PEDRO OSORES nació, al parecer, en Olmedo (Ávila) el año 1540 (hay también alguna duda acerca de esta fecha), por lo que ya contaría 81 años al asumir el cargo de Gobernador de Chile. Consta que durante 1571 participó en la batalla de Lepanto contra los turcos, quedando preso de los musulmanes en Argel. Después de ser rescatado, partió hacia las Indias el año 1587, y, en 1591,  ejerciendo el importante cargo de corregidor de la población de Potosí (Bolivia), rica en minas de plata, y a pesar de ser considerado hombre autoritario, tuvo el mérito de salvar a 400 trabajadores indios atrapados en el interior del cerro minero. El año 1599, el virrey, Luis de Velasco, le confió la misión de repeler el acoso costero del pirata holandés Simón de Cordes. En 1618 el Rey le otorgó el honor de ser Caballero de la Orden de Calatrava. Al resultar nombrado a finales de 1621 Gobernador de Chile, llegó a su destino con trescientos soldados, reforzó la disciplina del ejército que se ocupaba de controlar la frontera establecida frente a los mapuches, y casi de inmediato vio con toda evidencia que era un error fatal el intento de someter a los indios rebeldes con la ilusoria 'guerra defensiva' que pregonaba y exigía el jesuita Luis de Valdivia. Entonces les comunicó con firmeza su criterio al Rey y al nuevo Virrey, y, de esa manera, PEDRO OSORES DE ULLOA se convertirá en el gobernador que puso fin a esa nefasta política de la 'guerra defensiva', e, incluso, logró suspender la prohibición del servicio de los indios a los españoles. Murió en Concepción, siendo todavía Gobernador de Chile, el 18 de septiembre de 1624. En la imagen vemos que hubo dudas sobre su nombramiento de gobernador debido a su mucha edad y poca salud.




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