lunes, 27 de junio de 2022

1760) En general, los gobernadores fijos e interinos de Chile duraban un suspiro. Por deseo del fallecido Lope de Ulloa, le sustituyó como interino el único oidor que quedaba en la Real Audiencia: el criollo Cristóbal de la Cerda.

 

     (1360) La noticia del fallecimiento del gobernador Lope de Ulloa llegó a la Real Audiencia de Santiago de Chile dos días después, el 12 de diciembre de 1620: "El mensajero que la comunicaba traía consigo dos documentos de gran importancia, la certificación oficial de que don Lope de Ulloa había dejado de existir, firmada por el secretario de gobierno, Pedro de Ugarte de la Hermosa, y la disposición que el finado había hecho para que el doctor don Cristóbal de la Cerda lo reemplazase en el mando". Aunque el cumplimiento de su voluntad tenía que ser refrendado por los oidores de la Audiencia, daba la casualidad de que habían fallecido recientemente  todos menos el mismo interesado: "Pero esto no impidió la tramitación. El día siguiente, domingo 13 de diciembre, el oidor Cristóbal de la Cerda, usando del sello real de la Audiencia y en nombre del Rey, confirmó su propio nombramiento. En la tarde del mismo día, el cabildo de Santiago, le tomó el juramento preceptivo y, sin poner inconveniente alguno, lo reconoció como gobernador interino de Chile".

     El historiador Diego Barros nos explica la situación que halló el oidor al llegar a Santiago de Chile, en marzo de 1619, antes de la la muerte del gobernador: "Don Cristóbal de la Cerda encontró que la Real Audiencia había cesado de funcionar por la muerte de todos los oidores. Acompañándose del fiscal y de algunos de los abogados que halló en Santiago, reinstaló el tribunal según lo dispuesto en las ordenanzas reales para casos semejantes. En realidad, eran tan pocos los litigios que entonces se ventilaban ante ese tribunal, que, en su primera comunicación al Rey, le pidió que lo suprimiera o que ampliara su jurisdicción comprendiendo la gobernación de Tucumán y la de Paraguay. En su correspondencia con el Rey, el oidor contó un incidente característico de las costumbres y de la administración en esa época. 'Luego que llegué a Santiago -decía-, mandé pregonar, bajo graves penas que señalé, que ninguna persona que tuviese ambiciones se valiese para conseguirlas de ningún criado mío, ni de esclavos ni allegados de mi casa por medio de promesas, con advertencia de que, además de las penas pecuniarias que impuse, quedaría inhábil para recibir mercedes en nombre de Vuestra Majestad, y sería castigada, y, los dichos criados, con rigor y pública exhibición'. Ya cuando se hallaba el gobernador don Lope de Ulloa ocupado en los afanes de la guerra, el oidor Cristóbal de la Cerda asumía el mando del gobierno civil. En esta doble ocupación, tuvo tensas relaciones con las autoridades eclesiásticas y con el mismo Gobernador. En ellas desplegó un carácter decidido, y hasta inclinado a las rencillas, pero también manifestó gran actividad en el servicio público durante las avenidas de agua de las que fue víctima la ciudad en 1620, y en la construcción de algunas obras públicas, género de trabajos a los que era muy inclinado. Desempeñando interinamente el gobierno del reino por muerte de Lope de Ulloa, siguió  mostrando las mismas características, así como su ambición de conservar el mando en propiedad, o de adquirir otro puesto lucrativo".

 

     (Imagen) Diego Barros aporta datos acerca del currículo del oidor de la Real Audiencia de Santiago ahora convertido en Gobernador Interino por fallecimiento del titular, Lope de Ulloa: "El doctor CRISTÓBAL DE LA CERDA Y SOTOMAYOR llegó a Chile con unos 35 años de edad (nació en 1584). Era mexicano, y se enorgullecía de que sus antepasados habían sido de los primeros conquistadores de México. Tras terminar sus estudios jurídicos en la universidad de Salamanca, y obtener el título de doctor, tuvo en España diversos cargos, participando judicialmente en la expulsión de los moriscos de Andalucía. Más tarde fue trasladado a América con el título de oidor de la real audiencia de Santo Domingo (en la imagen se ve su registro de salida, el año 1615, hacia ese destino), y, en 1617, recibió la orden de trasladarse a Chile con la misma categoría. Este viaje fue origen de las más penosas aventuras. El buque en el que partió fue apresado por piratas ingleses que actuaban en el mar de las Antillas. Cristóbal de la Cerda y su familia fueron despojados de cuanto llevaban, teniendo que sufrir después grandes penalidades hasta llegar a Perú. Aunque fue ayudado generosamente por el arzobispo de Lima, sufrió durante un año una enfermedad que le costó la pérdida de la nariz". Ampliaré algunos datos sobre el personaje. Sólo pudo ejercer el cargo de gobernador interino durante un año escaso (de 1621 a 1622), siendo sustituido por el titular, Pedro Osores de Ulloa (quien murió tres años después). Pero Cristóbal, en tan corto espacio de tiempo, pudo realizar cosas importantes: Aceleró la construcción de casas para el Cabildo y para la Audiencia, así como la de la cárcel, impulsando también obras públicas muy necesarias. Tomó medidas eficaces para que los mapuches no sublevaran a indios que estaban ya pacificados. Interviniendo en la vieja cuestión del servicio personal de los indios a los españoles, se atrevió a imponer su prohibición, lo que provocó un gran rechazo por parte de los encomenderos. Fue él quien denunció al capitán Íñigo de Ayala por sospechas de que hubiera envenenado al fallecido gobernador Lope de Ulloa (acusando también a su  viuda, Francisca de Coba, y a otras personas), pero el proceso no tuvo continuidad, y es probable que la imagen pública del mismo gobernador interino quedara bastante dañada. CRISTÓBAL DE LA CERDA Y SOTOMAYOR volvió a Perú, ejerciendo en su capital, Lima, como oidor de la Real Audiencia, cargo que estuvo ejerciendo hasta que el año 1638 fue jubilado por una grave sordera. Se había casado en Sevilla con Sebastiana de Avendaño Villela, y tuvieron dos  hijos y cuatro hijas, una de ellas, monja. La vida de este jurista que llegó a ser gobernador interino de Chile terminó en Lima el año 1658.




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