(1360) La noticia del fallecimiento del
gobernador Lope de Ulloa llegó a la Real Audiencia de Santiago de Chile dos
días después, el 12 de diciembre de 1620: "El mensajero que la comunicaba
traía consigo dos documentos de gran importancia, la certificación oficial de
que don Lope de Ulloa había dejado de existir, firmada por el secretario de
gobierno, Pedro de Ugarte de la Hermosa, y la disposición que el finado había
hecho para que el doctor don Cristóbal de la Cerda lo reemplazase en el mando".
Aunque el cumplimiento de su voluntad tenía que ser refrendado por los oidores
de la Audiencia, daba la casualidad de que habían fallecido recientemente todos menos el mismo interesado: "Pero esto
no impidió la tramitación. El día siguiente, domingo 13 de diciembre, el oidor Cristóbal
de la Cerda, usando del sello real de la Audiencia y en nombre del Rey,
confirmó su propio nombramiento. En la tarde del mismo día, el cabildo de
Santiago, le tomó el juramento preceptivo y, sin poner inconveniente alguno, lo
reconoció como gobernador interino de Chile".
El historiador Diego Barros nos explica la
situación que halló el oidor al llegar a Santiago de Chile, en marzo de 1619,
antes de la la muerte del gobernador: "Don Cristóbal de la Cerda encontró
que la Real Audiencia había cesado de funcionar por la muerte de todos los
oidores. Acompañándose del fiscal y de algunos de los abogados que halló en
Santiago, reinstaló el tribunal según lo dispuesto en las ordenanzas reales
para casos semejantes. En realidad, eran tan pocos los litigios que entonces se
ventilaban ante ese tribunal, que, en su primera comunicación al Rey, le pidió
que lo suprimiera o que ampliara su jurisdicción comprendiendo la gobernación
de Tucumán y la de Paraguay. En su correspondencia con el Rey, el oidor contó un
incidente característico de las costumbres y de la administración en esa época.
'Luego que llegué a Santiago -decía-, mandé pregonar, bajo graves penas que señalé,
que ninguna persona que tuviese ambiciones se valiese para conseguirlas de
ningún criado mío, ni de esclavos ni allegados de mi casa por medio de
promesas, con advertencia de que, además de las penas pecuniarias que impuse,
quedaría inhábil para recibir mercedes en nombre de Vuestra Majestad, y sería
castigada, y, los dichos criados, con rigor y pública exhibición'. Ya cuando se
hallaba el gobernador don Lope de Ulloa ocupado en los afanes de la guerra, el
oidor Cristóbal de la Cerda asumía el mando del gobierno civil. En esta doble ocupación,
tuvo tensas relaciones con las autoridades eclesiásticas y con el mismo
Gobernador. En ellas desplegó un carácter decidido, y hasta inclinado a las
rencillas, pero también manifestó gran actividad en el servicio público durante
las avenidas de agua de las que fue víctima la ciudad en 1620, y en la
construcción de algunas obras públicas, género de trabajos a los que era muy
inclinado. Desempeñando interinamente el gobierno del reino por muerte de Lope
de Ulloa, siguió mostrando las mismas características,
así como su ambición de conservar el mando en propiedad, o de adquirir otro
puesto lucrativo".
(Imagen) Diego Barros aporta datos acerca
del currículo del oidor de la Real Audiencia de Santiago ahora convertido en
Gobernador Interino por fallecimiento del titular, Lope de Ulloa: "El
doctor CRISTÓBAL DE LA CERDA Y SOTOMAYOR llegó a Chile con unos 35 años de edad
(nació en 1584). Era mexicano, y se enorgullecía de que sus antepasados
habían sido de los primeros conquistadores de México. Tras terminar sus
estudios jurídicos en la universidad de Salamanca, y obtener el título de
doctor, tuvo en España diversos cargos, participando judicialmente en la
expulsión de los moriscos de Andalucía. Más tarde fue trasladado a América con
el título de oidor de la real audiencia de Santo Domingo (en la imagen se ve su
registro de salida, el año 1615, hacia ese destino), y, en 1617, recibió la
orden de trasladarse a Chile con la misma categoría. Este viaje fue origen de
las más penosas aventuras. El buque en el que partió fue apresado por piratas
ingleses que actuaban en el mar de las Antillas. Cristóbal de la Cerda y su
familia fueron despojados de cuanto llevaban, teniendo que sufrir después grandes
penalidades hasta llegar a Perú. Aunque fue ayudado generosamente por el
arzobispo de Lima, sufrió durante un año una enfermedad que le costó la pérdida
de la nariz". Ampliaré algunos datos sobre el personaje. Sólo pudo ejercer
el cargo de gobernador interino durante un año escaso (de 1621 a 1622), siendo
sustituido por el titular, Pedro Osores de Ulloa (quien murió tres años después).
Pero Cristóbal, en tan corto espacio de tiempo, pudo realizar cosas
importantes: Aceleró la construcción de casas para el Cabildo y para la
Audiencia, así como la de la cárcel, impulsando también obras públicas muy
necesarias. Tomó medidas eficaces para que los mapuches no sublevaran a indios
que estaban ya pacificados. Interviniendo en la vieja cuestión del servicio
personal de los indios a los españoles, se atrevió a imponer su prohibición, lo
que provocó un gran rechazo por parte de los encomenderos. Fue él quien denunció
al capitán Íñigo de Ayala por sospechas de que hubiera envenenado al fallecido
gobernador Lope de Ulloa (acusando también a su
viuda, Francisca de Coba, y a otras personas), pero el proceso no tuvo
continuidad, y es probable que la imagen pública del mismo gobernador interino
quedara bastante dañada. CRISTÓBAL DE LA CERDA Y SOTOMAYOR volvió a Perú,
ejerciendo en su capital, Lima, como oidor de la Real Audiencia, cargo que
estuvo ejerciendo hasta que el año 1638 fue jubilado por una grave sordera. Se
había casado en Sevilla con Sebastiana de Avendaño Villela, y tuvieron dos hijos y cuatro hijas, una de ellas, monja. La
vida de este jurista que llegó a ser gobernador interino de Chile terminó en
Lima el año 1658.
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