viernes, 28 de enero de 2022

(1631) Tras sufrir los indios una derrota, mataron brutalmente al apresado Esteban de la Cueva, dando fin a un precioso romance que tenía con una nativa. El pirata Francis Drake rondaba por aquellas costas, pero lo obligaron a huir los mapuches.

 

     (1231) La vida en Chile era una perpetua inquietud y llena de escaseces, aunque producían mucha alegría las victorias contra los indios: "En estos tiempos, el desventurado Chile se hallaba  por todas partes en un perpetuo desasosiego. Los indios estaban cada día más más diestros y encarnizados con sus contrarios. Los españoles estaban cada día más pobres, más codiciosos, más desesperados y más amigos de molestar a los indios, usando con ellos de extraordinarias crueldades. Los indios son gente de natural bárbaro, a quienes ni el temor de Dios los retrae, ni el del Rey los reforma, ni la conciencia los reprime. Hicieron un ataque en Ranco, donde mataron a muchos indios de paz. Por lo que salió contra ellos el capitán Juan de Matienzo a 5 de diciembre de dicho año 1578 y apresó a algunos, haciendo en ellos ejemplares castigos. Luego llegó el mariscal Gamboa a la Villarrica y, juntándose con el escuadrón del capitán Juan de Matienzo, fueron contra el fuerte de Guarón el día cinco de enero de 1579. Como los indios supieron que los querían cercar, habían abandonado la fortaleza metiéndose en la aspereza de una quebrada por parecerles que no podría llegar allí gente de a caballo. Pero, como Gamboa era hombre de sangre en el ojo, no quiso parar hasta acabar con ellos. Aunque la quebrada era muy dificultosa, no lo fue bastante para romper los bríos ni la cólera de los que iban llenos de ira a estrellarse en sus adversarios. Siendo el paso incómodo para los caballos, los españoles se apearon, y, pasando a la otra parte, pelearon los unos con los otros. La sangrienta batalla duró desde medio día hasta que el sol se puso, y habría continuado si el cacique Tipantue, viendo la gran pérdida de su gente, no hubiera decidido retirarse. Para hacerlo, comenzó a dar voces jactándose de que había apresado a un español, al cual había de matar si no cesaba la batalla. Por esta causa, le pareció a Juan de Matienzo cosa acertada cesar la lucha, y mandó dar la vuelta, pero con ánimo de regresar el día siguiente con más fuerza. Era el cristiano que habían apresado los indios un mestizo llamado don Esteban de la Cueva, hijo de don Cristóbal de la Cueva, mancebo de 22 años, que se había señalado mucho en otras batallas, y especialmente en esta. Aunque los indios hablaron aquella noche de darle libertad a cambio de un buen rescate que ofrecía el capitán Matienzo, lo impidieron algunos caciques principales viendo que habían muerto muchos capitanes de su bando en el conflicto, los cuales fueron Calmavida, Aullanga, Pelebei, Aimango, Contanaval, Manqueibu, Raldicán, Liquepangue, Purquen, Arigachón y Llanquepillan. Además, se aficionó a don Esteban la hermana del general de los indios, llamada Lacalma, que era doncella y de gran fama entre los suyos, y de tanta seriedad, que no quería casarse sino con un español de mucha calidad. Pero como don Esteban tenía temor de Dios, vivió con ella con recato sin querer usar del matrimonio hasta que se hiciese cristiana, y la procuró atraer a ello con persuasiones y halagos. De todo esto dio noticia la mujer a sus parientes diciendo que aquel hombre le hablaba de cosas del cielo, por lo cual le cogieron los indios, y, atándole en un palo, lo desollaron todo el cuero dejándole como el rey Artiages dejó al glorioso apóstol San Bartolomé, que había convertido al rey Polimio con doce ciudades".

 

     (Imagen) Ocurrió por entonces (año 1579) que llegaron a Chile otros 'visitantes' incómodos: "Tenida esta victoria contra los indios, y habiendo dado los vencedores las debidas gracias a Nuestro Señor por tan frecuentes beneficios, le comunicaron al gobernador Rodrigo de Quiroga que un galeón de ingleses corsarios había llegado al puerto de Valparaíso (el más cercano a Santiago de Chile). Y temiendo la peste de su herejía -que es más perniciosa que la infidelidad de los indios- salió de su alojamiento con setenta hombres y fue a la ciudad de Santiago, pero no resultó necesaria su presencia, porque no aguardaron mucho los piratas para ir a la isla de la Mocha en busca de provisiones. Allí no hallaron más que las rociadas de flechas que les dieron seiscientos indios, matando al primer encuentro a dos soldados.  Tampoco se libró de daño su capitán, que era el famoso pirata Francisco Drake, porque una flecha le golpeó en el rostro. Aunque entonces no halló consuelo para tanto daño, después cogió en la misma costa, en los términos del Perú, el navío de San Juan de Antona con millón y medio de pesos de oro, con lo cual se le olvidaron todos los males, habiendo hecho él muchos en estos reinos". Resultaba extraño que el español piloto y dueño del barco se llamara San Juan de Antona (aunque en algún tiempo San Juan ha sido nombre de pila).  Pero esta historia también la cuentan los ingleses, y resulta que tampoco entendían muy bien por qué tenía ese nombre. Hicieron entonces una investigación judicial sobre aquel abordaje, y quedaron bastante confusos. El expediente lleva el título de "Testimonio bajo juramento de San Juan de Antona, capitán del barco que llevaba el tesoro y fue apresado por Francis Drake en marzo de 1579". Un portugués llamado Nuño da Silva, declaró que San Juan de Antona había nacido en Vizcaya y fue llevado a Inglaterra. Los investigadores no se fiaron mucho de esta versión, ya que Antona había manifestado que  en Panamá pudo hablar con Drake debido a que varios de sus hombres sabían español. Quizá el español San Juan de Antona tuviera alguna relación con Inglaterra porque da la casualidad de que, en aquel  tiempo, los españoles llamaban Antona al puerto inglés de Southampton. En cualquier caso, a todo pirata le llega su San Martín. Pocos años después Francis Drake fue derrotado repetidas veces por los españoles en El Caribe, y, tras fracasar de nuevo frente a ellos en Panamá, enfermó de disentería, de lo que murió el año 1596 frente a las costas de Portobelo.




No hay comentarios:

Publicar un comentario