(1228) Los indios estaban esperando que el
mariscal Martín Ruiz de Gamboa, al que tanto temían, se marchara, porque así
les sería más fácil atacar al maestre de campo Juan Ávarez de Luna: "Por
eso no quiso Gamboa esta vez levantar su campamento hasta llamar a su presencia
al capitán Juan de Matienzo, para que se
quedara en aquel lugar ayudando a Juan Álvarez de Luna, por ser necesaria más
fuerza que la que él tenía. Hecho esto, partió Gamboa hacia la ciudad de
Valdivia, donde juntó alguna gente para ir con ella al territorio de Arauco,
donde estaba el campamento del gobernador esperando a que pasase el invierno".
Una y otra vez se confirma que la guerra
contra los mapuches era un infierno, resultando brutal por ambas partes: "Muchos
días hacía ya que el capitán Juan Álvarez de Luna estaba con noventa hombres en
el valle de Llangague padeciendo innumerables trabajos por los ataques de los
enemigos, y asimismo estaban ellos irritados con los nuestros por los
frecuentes asaltos que les hacían destruyéndoles las haciendas y empalando a
los que topaban descuidados. Los indios se recogieron en un fuerte que
fabricaron en un lugar alto y de subida muy áspera. Para darles socorro en tal
coyuntura, acudió el capitán Juan de Matienzo con alguna gente de la ciudad,
formándose así dos razonables escuadrones. Por haber un río entre la fortaleza
de los indios y el asentamiento de los españoles, fue forzoso que los nuestros
lo vadeasen para acometer a los contrarios. Viendo los indios lo que hacían,
acudieron con furia y ligereza de leones, llegando cuando ya la mitad de la
gente había salido del agua. En esta ocasión se trabó una batalla de las más
reñidas y sangrientas que se han visto en este reino de Chile, en la que, tanto
los españoles y los indios amigos como los contrarios, pelearon sin cesar por
espacio de medio día con el mayor ahínco que se puede imaginar. Y estaban tan
encarnizados los de ambos bandos, que quebraron la mayor parte de sus armas, y por
falta de ellas echaban mano de las cabezas que estaban por el suelo cortadas y
se las tiraban unos a otros. Con la furia se vio en este conflicto que la
sangre corría por el suelo como si hubieran allí degollado gran número de
reses. Y no habría quedado ningún español vivo si no concediera nuestro Señor
la habilidad y el ánimo de un mulato llamado Juan Beltrán. Con la ayuda de otros
tres hombres, acometió a la fortaleza mientras los indios andaban fuera de
ella, y mató a algunas de las mujeres y gente de guardia, cuyo alarido
descompuso a los indios que andaban encarnizados en la refriega tan
encarnizados. Al oír el gran estruendo de los que estaban dentro del fuerte,
quedaron aterrados y comenzaron a retirarse para socorrerlos. Para entonces, ya
habían muerto de su bando más de mil quinientos, siendo los de nuestro ejército
solo cuatro, además de los heridos, que fueron veinticinco. Y así quedó el
campo en mano de los españoles, y la victoria declarada por suya en este día,
que fue el 28 de agosto de 1578. Al tiempo de entrar en el
fuerte el mulato Juan Beltrán, se le había abrazado un indio de grandes
fuerzas, y viendo Beltrán que le tenía impedido para defenderse de los que
venían contra él, se arrojó con el indio por una ladera y lo llevó rodando con
él un largo trecho sin descalabrarse, gracias a la protección que le daba la
celada, y llegando al lugar donde pudo hacer pie, hizo también lo que convenía con
sus manos, poniéndolas en el indio con tal vigor que lo mató al primer golpe.
Después de todo esto, se fueron los españoles la la ciudad de Valdivia,
quedando por capitán del campamento Juan de Almonacid en compañía de algunos soldados".
(Imagen) Fueron varios los negros o mulatos
que alcanzaron gran protagonismo en las
Indias. Ya vimos la odisea del negro Estebanico junto a Álvar Núñez Cabeza de
Vaca por La Florida, y ahora nos
sorprende el mulato JUAN BELTRÁN DE MAGAÑA con su valentía y astucia militar, dejando la moral
de los mapuches por los suelos cuando vieron que estaba atacando a sus familias.
Casado con Mariana Aguirre, tuvo un hijo llamado Martín de Briones, y otro
natural, con el mismo nombre que él y una brillante carrera militar. El año
1563 presentó un expediente de méritos en el que se aclaran algunos puntos
dudosos. Nació en Guadalajara, pero no en 1537, como se suele afirmar. Según
algunas referencias, era hijo de Francisco González de Estacio y de Mencía de
la Peña, lo cual no deja claro por dónde le llegaba el mestizaje a Juan. Él se
limita a decir que llegó a Perú, conoció a Pedro de Valdivia, y, cuando fue
derrotado y ejecutado Gonzalo Pizarro, partió para Chile en 1549 con el mismo
Valdivia, al parecer como paje suyo. Afirma que cuando llegaron, ya estaba
fundada la primera ciudad, Santiago de Chile, y que luego él participó en la
conquista y fundación de las siguientes: Concepción, Angol, La Imperial,
Villarrica y Valdivia. Habiéndose fundado Concepción en 1550, Juan tuvo que
nacer hacia el año 1530. Deja constancia de que, al morir Valdivia en 1553, "se
enfrentó a muchos peligros porque hubo un alzamiento general y continuo de los
indios, en cuyo proceso batalló habiendo participado con sus armas y caballos",
lo cual quiere decir que estaba ya bien situado económicamente. Hacia el año
1567 fue objeto de graves acusaciones por conducta social escandalosa, e
incluso se decía que Pedro de Valdivia lo había azotado por cosas parecidas. Se
le condenó a tres años de destierro de las Indias, y al parecer, fue apresado
en España. Pero en la imagen vemos que, pasado un tiempo, en 1570, el Rey,
teniendo en cuenta sus alegaciones, y valorando, además, los extraordinarios
servicios que había prestado en Chile, le dio licencia para volver libremente a
las Indias. Nada más regresar a Chile, se entregó de nuevo intensamente a los
duros enfrentamientos contra los mapuches, y llegó a convertirse en una leyenda.
El cronista ha contado la heroica y hábil actuación que tuvo JUAN BELTRÁN DE
MAGAÑA en 1574 salvando del desastre a la tropa española, pero no menciona que
murió cuatro años después en Villarrica luchando contra los indios, ni que su
hijo Juan Beltrán, que estaba al mando de esa ciudad como capitán, tuvo allí el
mismo final hacia el año 1590.
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