(1220) Entre otros nombramientos de
corregidores y capitanes que el gobernador Rodrigo de Quiroga hizo cuando salió
a visitar la tierra, le dio al licenciado Hernando Bravo de Villalba el cargo de
Corregidor de Valdivia, y entró en ella a tomar la posesión con el mariscal Martín
Ruiz de Gamboa. Estaba en la ciudad en este tiempo un vecino llamado Cosme de
Molina, en cuya casa se hospedó el mariscal los pocos días que allí estuvo, y lo
dejó nombrado capitán del pueblo y su distrito. Y no tardó mucho en tener ir al
valle de Mague porque unos quinientos puelches asaltaban a los demás indios
robándoles sus haciendas y llevándoles sus hijos y mujeres. Cosme de Molina juntó
treinta hombres no muy diestros en los requisitos de la guerra, y con ellos se
fue en busca de los enemigos, que estaban encastillados en un lugar alto de la
serranía. El capitán se puso al pie de la sierra, y de allí envió adonde los
puelches a un mando con algunos españoles de a pie por no ser lugar apto para
caballos, y poco después, a otro grupo que cubriera las espaldas del primero, llevando
con ellos cuatrocientos indios amigos. Cuando los puelches vieron a esta gente,
comenzaron a echar tan espesa lluvia de piedras, flechas y dardos, que en breve
tiempo hirieron y mataron muchos indios, y con ellos a un vizcaíno llamado
Pedro Solórzano y a un genovés de nombre Juan Nativio. Viendo los cristianos lo
que les llovía en la cabeza, volvieron más que de paso por donde habían subido,
dando en ellos los enemigos tan victoriosos, que les hacían ir rodando por la cuesta
abajo hasta llegar al pie de ella. El capitán Cosme de Molina no les pudo poner
otro remedio sino sacarlos de allí a toda prisa y llevarlos a la ciudad de
Valdivia".
Pronto hubo un cambio de corregidor en
Valdivia (veremos la causa en la imagen), sustituyendo el gobernador a Hernando
Bravo de Villalba por Luis de Toledo, quien hasta entonces había sido vecino de
Concepción, y era uno de los veteranos de Perú, como explicaré pronto. Poco
antes de su llegada, el mariscal le dio el mando de la ciudad confiadamente al
capitán Cosme de Molina, y se puso en marcha: "Partió con su tropa a La
Imperial y estuvo visitando las ciudades comarcanas. Al ver los
indios que el mariscal había decidido descansar con su gente, comenzaron a
hacer de las suyas, especialmente un cacique llamado Andinango, que era el que había
desbaratado al capitán Molina. Pronto supo el mariscal que este indio andaba
con otros muchos destruyendo los pueblos que estaban de paz, y haciendo tantos
robos y daños, que los naturales de Mangue estaban muy apurados. Y como el mariscal
Gamboa no era amigo de parar cuando había lances peligrosos, abandonó el reposo
y se fue con toda la gente que pudo en
busca de los enemigos. Y mandó aviso a la ciudad de Villarrica, donde estaba el
maestre de campo Juan Álvarez de Luna, con orden de que saliese luego con
cuarenta hombres bien aderezados al valle de Llangague a refrenar a los indios,
haciendo en ellos ejemplar castigo, y que le esperase allí, porque él iría al mismo lugar para terminar de una vez
con los rebelados. Luego se juntaron las dos tropas, habiendo pasado
innumerables calamidades por ser el camino de los más ásperos que pueden
imaginarse. Era tan angosto y tan altos los precipicios, que apenas había
soldado que se atreviese a pasar por él. El capitán don Pedro de Lovera tuvo que ir con
una lanza en una mano, y con la otra abriéndose paso hacia los flacos de cabeza
para que nadie cayese desvanecido por la mucha altura. Luego los nuestros toparon
a muchos indios rebelados, en los cuales se hacían ejemplares castigos para que
los demás escarmentasen. El capitán Pedro del Barco fue por una laguna con dos
canoas a una isleta, donde halló algunos indios, a los que luego envió a la
ciudad de Valdivia para ser castigados según la culpa de cada uno.
(Imagen) HERNANDO BRAVO DE VILLALBA abandonó pronto el
cargo de corregidor de Valdivia. A diferencia de otros muchos funcionarios que
se atrevían incluso a empuñar las armas para luchar contra los indios, él tiró
pronto la toalla. Comenta el cronista: "Poco tiempo después de este
desastre, envió el gobernador a Luis de Toledo, vecino de la Concepción y
conquistador de los primeros del reino, a la ciudad de Valdivia como corregidor
de ella, en lugar del licenciado Hernando Bravo de Villalba. Este comenzó a
disgustarse por hallar la tierra tan revuelta, que le daba mucha inquietud y
ningún provecho, habiendo dejado el sosiego de su hogar, donde vivía
descansadamente con su mujer e hijos, y, no pudiendo sufrir tal vida, se volvió
a su casa". Hernando Bravo había nacido, como Pedro de Valdivia, en
Villanueva de la Serena (Badajoz), hacia el año 1523, y da la casualidad de que
fueron cuñados. Hernando, de familia noble y culta, llegó a las Indias en 1554
con su mujer, Leonor Ortiz de Gaete, y con la hermana de esta, la trágica
Marina Ortiz de Gaete, ya viuda sin saberlo de Pedro de Valdivia, ambas nacidas
en Zalamea de la Serena (Badajoz). Hernando se licenció en Leyes, y se presentó
en Chile el año 1555, siendo uno de los primeros letrados del país. Trabajó
como abogado del cabildo de Santiago, y su indudable valía fue reconocida por
quienes mandaban en el país. Llegado el gobernador García Hurtado de Mendoza,
lo nombró consejero suyo y Justicia Mayor de Chile. Ocupó luego, sucesivamente,
el cargo de Corregidor en Santiago en
los años 1563,1566 y 1567. Permaneció allí hasta trasladarse, en 1574, a
Concepción, donde ejerció como Fiscal de la Real Audiencia, pero fue suprimida
en junio de 1575. Fallecida su primera mujer, con la que tuvo, al menos, seis
hijos, se casó, sin más descendencia, con la extraordinaria Mencía de los Nidos,
la brava luchadora que abroncó a los vecinos de Concepción cuando decidieron
abandonar la ciudad por un próximo ataque de los mapuches. El matrimonio se
celebró el año 1577, recién nombrado HERNANDO BRAVO DE VILLALBA corregidor de
la ciudad de Valdivia. Pero curiosamente, poco después de aquella boda con tan heroica mujer, él mismo abandonó
por cobardía o comodidad, como acabamos de ver, el cargo de corregidor de la
ciudad de Valdivia, y se volvió a su casa, sin que los cronistas nos cuenten
con qué cara lo recibió Mencía. Pero a veces el Destino resulta caprichoso y no
tiene prisas: el año 1599, los terribles mapuches arrasaron la ciudad de
Valdivia, y se llevaron consigo a HERNANDO BRAVO DE VILLALBA, cuyo final,
probablemente, tuvo que ser horroroso.
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