sábado, 15 de enero de 2022

(1620) Los mapuches convirtieron en un infierno la vida de los españoles. El corregidor Hernando Bravo de Villalba, hombre valioso, renunció a su cargo por cobardía, y, después de enviudar, se casó con una heroica mujer.

 

     (1220) Entre otros nombramientos de corregidores y capitanes que el gobernador Rodrigo de Quiroga hizo cuando salió a visitar la tierra, le dio al licenciado Hernando Bravo de Villalba el cargo de Corregidor de Valdivia, y entró en ella a tomar la posesión con el mariscal Martín Ruiz de Gamboa. Estaba en la ciudad en este tiempo un vecino llamado Cosme de Molina, en cuya casa se hospedó el mariscal los pocos días que allí estuvo, y lo dejó nombrado capitán del pueblo y su distrito. Y no tardó mucho en tener ir al valle de Mague porque unos quinientos puelches asaltaban a los demás indios robándoles sus haciendas y llevándoles sus hijos y mujeres. Cosme de Molina juntó treinta hombres no muy diestros en los requisitos de la guerra, y con ellos se fue en busca de los enemigos, que estaban encastillados en un lugar alto de la serranía. El capitán se puso al pie de la sierra, y de allí envió adonde los puelches a un mando con algunos españoles de a pie por no ser lugar apto para caballos, y poco después, a otro grupo que cubriera las espaldas del primero, llevando con ellos cuatrocientos indios amigos. Cuando los puelches vieron a esta gente, comenzaron a echar tan espesa lluvia de piedras, flechas y dardos, que en breve tiempo hirieron y mataron muchos indios, y con ellos a un vizcaíno llamado Pedro Solórzano y a un genovés de nombre Juan Nativio. Viendo los cristianos lo que les llovía en la cabeza, volvieron más que de paso por donde habían subido, dando en ellos los enemigos tan victoriosos, que les hacían ir rodando por la cuesta abajo hasta llegar al pie de ella. El capitán Cosme de Molina no les pudo poner otro remedio sino sacarlos de allí a toda prisa y llevarlos a la ciudad de Valdivia". 

     Pronto hubo un cambio de corregidor en Valdivia (veremos la causa en la imagen), sustituyendo el gobernador a Hernando Bravo de Villalba por Luis de Toledo, quien hasta entonces había sido vecino de Concepción, y era uno de los veteranos de Perú, como explicaré pronto. Poco antes de su llegada, el mariscal le dio el mando de la ciudad confiadamente al capitán Cosme de Molina, y se puso en marcha: "Partió con su tropa a La Imperial y estuvo visitando las ciudades comarcanas. Al ver los indios que el mariscal había decidido descansar con su gente, comenzaron a hacer de las suyas, especialmente un cacique llamado Andinango, que era el que había desbaratado al capitán Molina. Pronto supo el mariscal que este indio andaba con otros muchos destruyendo los pueblos que estaban de paz, y haciendo tantos robos y daños, que los naturales de Mangue estaban muy apurados. Y como el mariscal Gamboa no era amigo de parar cuando había lances peligrosos, abandonó el reposo y se fue con toda  la gente que pudo en busca de los enemigos. Y mandó aviso a la ciudad de Villarrica, donde estaba el maestre de campo Juan Álvarez de Luna, con orden de que saliese luego con cuarenta hombres bien aderezados al valle de Llangague a refrenar a los indios, haciendo en ellos ejemplar castigo, y que le esperase allí, porque él  iría al mismo lugar para terminar de una vez con los rebelados. Luego se juntaron las dos tropas, habiendo pasado innumerables calamidades por ser el camino de los más ásperos que pueden imaginarse. Era tan angosto y tan altos los precipicios, que apenas había soldado que se atreviese a pasar por él.  El capitán don Pedro de Lovera tuvo que ir con una lanza en una mano, y con la otra abriéndose paso hacia los flacos de cabeza para que nadie cayese desvanecido por la mucha altura. Luego los nuestros toparon a muchos indios rebelados, en los cuales se hacían ejemplares castigos para que los demás escarmentasen. El capitán Pedro del Barco fue por una laguna con dos canoas a una isleta, donde halló algunos indios, a los que luego envió a la ciudad de Valdivia para ser castigados según la culpa de cada uno.

    

     (Imagen)  HERNANDO BRAVO DE VILLALBA abandonó pronto el cargo de corregidor de Valdivia. A diferencia de otros muchos funcionarios que se atrevían incluso a empuñar las armas para luchar contra los indios, él tiró pronto la toalla. Comenta el cronista: "Poco tiempo después de este desastre, envió el gobernador a Luis de Toledo, vecino de la Concepción y conquistador de los primeros del reino, a la ciudad de Valdivia como corregidor de ella, en lugar del licenciado Hernando Bravo de Villalba. Este comenzó a disgustarse por hallar la tierra tan revuelta, que le daba mucha inquietud y ningún provecho, habiendo dejado el sosiego de su hogar, donde vivía descansadamente con su mujer e hijos, y, no pudiendo sufrir tal vida, se volvió a su casa". Hernando Bravo había nacido, como Pedro de Valdivia, en Villanueva de la Serena (Badajoz), hacia el año 1523, y da la casualidad de que fueron cuñados. Hernando, de familia noble y culta, llegó a las Indias en 1554 con su mujer, Leonor Ortiz de Gaete, y con la hermana de esta, la trágica Marina Ortiz de Gaete, ya viuda sin saberlo de Pedro de Valdivia, ambas nacidas en Zalamea de la Serena (Badajoz). Hernando se licenció en Leyes, y se presentó en Chile el año 1555, siendo uno de los primeros letrados del país. Trabajó como abogado del cabildo de Santiago, y su indudable valía fue reconocida por quienes mandaban en el país. Llegado el gobernador García Hurtado de Mendoza, lo nombró consejero suyo y Justicia Mayor de Chile. Ocupó luego, sucesivamente, el cargo de  Corregidor en Santiago en los años 1563,1566 y 1567. Permaneció allí hasta trasladarse, en 1574, a Concepción, donde ejerció como Fiscal de la Real Audiencia, pero fue suprimida en junio de 1575. Fallecida su primera mujer, con la que tuvo, al menos, seis hijos, se casó, sin más descendencia, con la extraordinaria Mencía de los Nidos, la brava luchadora que abroncó a los vecinos de Concepción cuando decidieron abandonar la ciudad por un próximo ataque de los mapuches. El matrimonio se celebró el año 1577, recién nombrado HERNANDO BRAVO DE VILLALBA corregidor de la ciudad de Valdivia. Pero curiosamente, poco después de aquella  boda con tan heroica mujer, él mismo abandonó por cobardía o comodidad, como acabamos de ver, el cargo de corregidor de la ciudad de Valdivia, y se volvió a su casa, sin que los cronistas nos cuenten con qué cara lo recibió Mencía. Pero a veces el Destino resulta caprichoso y no tiene prisas: el año 1599, los terribles mapuches arrasaron la ciudad de Valdivia, y se llevaron consigo a HERNANDO BRAVO DE VILLALBA, cuyo final, probablemente, tuvo que ser horroroso.




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