(1218) Por expreso deseo de Felipe II, partió de España un refuerzo de
soldados: "El año 1576, mientras ocurría
lo que acabamos de ver, llegaron a
este reino de Chile trescientos setenta y siete españoles enviados por Su Majestad
con el capitán Juan de Losada (y Quiroga), Caballero del Hábito de
Santiago, para mejora de las ciudades y continuación de la guerra comenzada
contra los indios. Se le enviaron setenta de los llegados al gobernador Rodrigo
de Quiroga, a la ciudad de Valdivia (Quiroga estaba en Santiago), con el
capitán Gaspar Verdugo, que se los entregó al mariscal Martín Ruiz de Gamboa, pues
había ya llegado (desde Santiago) con poderes del gobernador, su suegro,
para ocuparse de lo que ocurriera en la zona de las ciudades de arriba (Osorno,
Valdivia y Vullarrica). Gracias a esto se pudo impedir una conjuración de
indios convocados por un cacique de Renigua y Guaron llamado Ripillán, contra
el cual salió el mariscal Gamboa con los soldados que habían venido de
refresco, con cuya salida cesó el daño que se iba tramando por el temor que los
indios tuvieron de oponerse a esta gente, y así se hubo de quedar solo el
cacique promotor del alzamiento. Y lo que resultó fue que los indios vinieron a
ponerse a los pies del mariscal, rindiéndose a él con grandes promesas. Los
admitió Gamboa con buen semblante con tal de que le trajesen al indio Ripillán,
causante del desasosiego, y les dio palabra de poner en olvido todos sus
delitos. Se juntaron para esto cincuenta caciques y aparentaron enviar gente
para cogerlo, pero, al cabo de ocho días, volvieron adonde mariscal Ruiz de Gamboa sin
la presa que deseaba. Él mostró entonces mucho enojo y los amenazó tanto, que tomaron
los indios el negocio de veras. Dieron
con un cuñado suyo que murió a puros tormentos por no querer confesar dónde
estaba Ripillán, y lo mismo le ocurrió a un hijo suyo. Finalmente, como donde
haya mujeres, no es de esperar que se guarde secreto, su misma mujer, al caer
en manos de los indios que lo buscaban y deseando evitar el tormento con temor
femenino, los llevó a un risco donde su marido estaba metido entre unas peñas. Los indios intentaron persuadirle para que
fuese voluntariamente a pedir perdón por el crimen cometido, pero lo que él
pretendió fue convencerlos para proseguir el alzamiento. Entonces un cacique
llamado Chao le atravesó con una la lanza el cuerpo, y, quitada luego su cabeza
de los hombros, fue llevada en la punta de la misma lanza al mariscal Gamboa,
acompañada de otras dos, que eran de un hijo suyo y una mujer que consigo tenía".
Luego el cronista (o quizá sea un
añadido del jesuita Bartolomé de Escarbar, a quien le confió la revisión de su
obra) se luce con sus conocimientos históricos: "Mas no es de extrañar que
una persona que era india y mujer, dos cosas que sugieren pusilanimidad y falta
de firmeza, entregase por temor a su marido, y menos todavía no siendo ella su única
esposa. Pues ya sabemos que Erífile, por
el collar de oro que le dio Adrastro, le entregó a su marido Anfiarao, que
estaba escondido en un lugar oculto. Y también se lee haber caído en lo mismo
la famosa Helena, quien, vencida por el amor, puso a su marido Deífobo en manos
de los griegos cuando estaba durmiendo. Y así, con este castigo de Ripillán y
la riza (el estrago) que iba haciendo Gaspar Viera en el valle de
Mangué, donde venció tres veces a los puelches, se pacificó la tierra por
entonces, dando algún descanso a los ejercicios militares.
(Imagen) Nos ha hablado el cronista de que el año 1576 se presentaron en Chile 377 españoles que Felipe II envió con JUAN DE LOSADA Y QUIROGA para reforzar las tropas, siempre insuficientes frente a la pesadilla mapuche. Pero pasa por alto un detalle importante: el refuerzo llegó, pero Juan murió de camino. Enfermó mientras navegaban hacia su destino, y se vio tan mal, que hizo su testamento el día 17 de mayo de 1575, cuando estaban ya en aguas caribeñas. En él declaraba ser vecino de Santiago del Nuevo Extremo (Santiago de Chile), Caballero de Santiago y Capitán General de la gente que llevaba por encargo del Rey. Indicaba que había nacido en Coto de Figueredo (Galicia). Dispuso que se le enterrara con el hábito de Santiago, y manifestó que su mujer, Francisca de Cárdenas, y sus hijos residían en Santiago de Chile. Murió casi de inmediato, y, sin duda alguna, su cuerpo tuvo que ser sumergido en el mar o enterrado en algún lugar costero, pues Santiago de Chile estaba muy lejos. De hecho, el viaje fue muy lento (por muchas demoras), ya que tardaron año y medio en ir desde España hasta Chile. Aunque llegaron a destino 377 soldados, lo hicieron desnutridos y casi desarrapados, habiendo desertado bastantes durante el trayecto, ya que partieron 500. Pero JUAN DE LOSADA ya había tenido anteriormente una intensa vida en las Indias. Nacido el año 1525, fue directamente a Chile en 1555, donde le esperaba su pariente, el ejemplar Rodrigo de Quiroga, tras haber partido de Perú con el gobernador García Hurtado de Mendoza, y teniendo el grado de capitán de caballería. De inmediato luchó contra los mapuches, y se dejó constancia escrita de que "mostró valeroso ánimo y esfuerzo". También Alonso de Ercilla, que luchó junto a Juan de Losada contra los mapuches, lo menciona en La Araucana alabando su gran valía. En 1563 era regidor del cabildo de Angol. Su pariente Rodrigo de Quiroga, siendo gobernador, lo nombró el año 1566 alguacil mayor de Santiago de Chile. Sin que se sepa el motivo, pero por algunos intereses personales, hizo un viaje a España, registrándose en 1573 su presencia en Monforte de Lemos (Galicia), origen de su familia. Es probable que en Madrid tuviese oportunidad de ver de nuevo a Alonso de Ercilla. Fue poco después cuando Felipe II le confió la importante tarea del viaje a Chile con refuerzos, y, como se ve en la imagen, les pedía el día 12 de noviembre de 1573 a los oficiales de la Casa de la Contratación de Indias de Sevilla que se dieran prisa en enviar a Chile los quinientos hombres que había puesto bajo el mando de JUAN DE LOSADA.
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