(1215) El alucinante terremoto que se
había producido a finales del año 1575, dejó algo amenazante, cuyo peligro, al
parecer, no se había tenido muy en cuenta, siendo los indios quienes resultaron
más perjudicados. El desplazamiento de las tierras formó una presa muy alta,
que fue reteniendo durante cuatro meses las crecientes aguas de la laguna
Renigua: "A finales de abril del año 1576, reventó bramando, hundiendo el
mundo y arrasando el agua cuantas casas hallaba por delante. Por llegar esta
avenida a media noche, cogió a toda la gente en lo más profundo del sueño, ahogando
a muchos en sus camas y a otros cuando salían de ellas despavoridos, y los que
mejor se libraban eran aquellos que se subieron sobre los techos de sus casas, Estaba en esta ciudad el capitán don Pedro de Lobera como corregidor,
el cual, temiendo muchos días antes este suceso, había mandado que la gente que
tenía sus casas en la parte más baja de la ciudad, se pasase a la parte más
alta del pueblo, lo cual fue cumplido exactamente. Finalmente bajó el agua al cabo de tres días,
habiendo muerto más de mil doscientos indios y gran número de reses".
A pesar de la catástrofe, los indios
continuaban pensando en matar a los españoles: "Pareciéndole
a don Pedro de Lobera que podía ocurrir lo de 'a río revuelto ganancia de
pescadores', le preocupaba que los
indios pudieran hacer algún desmán en el valle de Maque y en el fuerte de Liben,
por donde andaba el capitán Pedro de Aranda. Envió a Hernando de Salazar a
visitar aquel distrito, para ver si el capitán Aranda estaba necesitado de su
socorro. Llegó a un pueblecillo donde se iban juntando los indios de guerra, y
ya estaban allí diecisiete caciques con sus escuadras. Como no creían que se acercara a aquel lugar ningún enemigo,
estaban tan descuidados, que los españoles, siendo solo doce, fueron
suficientes para desbaratarlos por dar contra ellos tan inesperadamente. Aunque
algunos indios se defendieron un breve rato, fueron muchos más los que huyeron
por diversas partes. Algunos quedaron muertos y, no pocos, presos en manos de
los indios yanaconas, que iban en compañía de los españoles. A los apresados,
que eran más de doscientos, mandó Hernando Salazar llevarlos a una casa que estaba en la encomienda de
Esteban de Guevara. Desde allí envió aviso al capitán don Pedro de Lobera, el
cual volvió con veinte hombres e hizo justicia de los principales cabecillas de
los rebelados. Después se volvió a su casa dejando orden al capitán Salazar de
que continuase castigando a los demás, aunque menos rigurosamente".
Tampoco los españoles eran amigos de dejar
el trabajo a medio hacer. Pedro de Aranda intentó de nuevo atacar a los indios,
y, cansado ya de tenerlos cercados en el fuerte de Liben, decidió acosarlos por
tres lados: "Acudieron los
rebelados a los lugares por donde eran acometidos, y, aunque estuvieron
peleando un rato, se vieron obligados a dejar las armas y abandonar la
fortaleza. Pero aun así, quedaron más de quinientos indios muertos, unos en la
batalla, y otros, ajusticiados por haber sido la causa de ella. El resultado fue un gran temor que se metió en los
corazones de los indios, con el cual se fueron rindiendo poco a poco a los
españoles, acudiendo a dar la paz y pedir perdón de lo pasado".
(Imagen) Hemos hablado de Pedro y Martín de
Aranda Valdivia, padre e hijo respectivamente. Pero merece unos comentarios
HERNANDO DE ARANDA VALDIVIA, hermano de Pedro, ambos nacidos en Porcuna (Jaén).
Lo vemos en escena en la crónica de Mariño de Lobera y seguirá apareciendo, pero
me centraré en una relación de méritos que presentó, y, concretamente, en la
parte que nos lo presenta como un extraordinario capitán de las guerras
europeas. Lo cuenta en tercera persona (lo resumo): "Empezó a servir en
1545 en África, y después en Alemania, Italia
y otras partes. En Lombardía sirvió bajo las órdenes de don Fernando de Gonzaga
para socorro de la ciudad de Plasencia (Italia) y de los españoles que dentro
de su castillo estaban, donde tenían preso a Pedro Luis, hijo del Papa Paulo III. Cuando
don Pedro de Toledo fue virrey de Nápoles, hubo muchas rebeliones contra Su Majestad. Allí el dicho Hernando de Aranda
Valdivia se halló siempre a su servicio, acudiendo a las necesidades más
importantes con mucha presteza, teniendo muy buenas armas y caballos, y luchando
con lustre de caballero. Cuando el rey de Francia se venía apoderando de lo más
importante de Alemania, Hernando de Aranda siempre sirvió como muy valiente
soldado. Después
el Emperador Carlos V fue a Cambray a reforzar su ejército, por habérsele
muerto mucha gente, y salió luego con muchos soldados hacia Hedín y Firmona, fortalezas
que el rey de Francia mantenía contra el Emperador, donde hubo muchas peleas, y
en ellas se halló el dicho Hernando de
Aranda Valdivia sirviendo siempre a Su Majestad. Desde allí se volvió con el
Duque de Alba y vino a los reinos de España, debido a la esperanza que le dio de
que haría que Su Majestad le concediese alguna merced, por lo mucho y bien que
le había servido". Llegado a Valladolid, HERNANDO DE ARANDA VALDIVIA, tuvo
noticias de que su tío, Pedro de Valdivia,
era gobernador de Chile, y para allá partieron él y dos hermanos suyos, Pedro
y Juan, aunque llegaron en 1555, cuando su tío ya había muerto. El gobernador
García de Mendoza le tenía especial afecto a Hernando, y quiso que fuera su
maestro de montar a caballo, ya que Hernando era un hábil jinete. Luego
continuó su carrera militar sin descanso, siendo protagonista en un sinfín de batallas
contra los indios. En 1565 se hallaba avecindado en La Imperial, y en 1578 en
Valdivia. Estuvo casado con Bartolina de Miranda, hija de Alonso de Miranda,
otro de los primeros conquistadores de Chile. Da la casualidad de que Francisca
de Miranda, hermana de Bartolina , era la mujer del cronista Mariño de Lobera. No hay constancia de la fecha del
fallecimiento de Hernando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario