(1212) Nos acabamos de despedir
(agradecidos) del cronista de Chile Alonso de Góngora Marmolejo, y vamos a continuar
la historia de los hechos (que él termina el año 1575) utilizando lo que contó
después Pedro Mariño de Lobera, que añadirá veinte años más de la aventura
chilena. En la imagen daré más detalles sobre esta nueva crónica y sobre su
autor.
Para empezar, no estará de más recoger el
breve 'retrato' que hace Mariño de Lobera del gobernador Melchor Bravo de
Sarabia. A diferencia de Alonso de Góngora Marmolejo, lo trata con mucho
respeto, y quizá toda la crónica peque algo de exceso de cortesía, puesto que
la definitiva revisión del texto, con permiso de Mariño, fue llevada a cabo por
su amigo jesuita Bartolomé de Escobar, quien, también es cierto, le dio más
calidad literaria: "Fue el doctor
Sarabia natural de la ciudad de Soria, de España, hijo de padres principales y
muy preparado en Derecho, habiéndose graduado como doctor con mucho reconocimiento.
Fue primeramente oidor en el reino de Nápoles y después lo fue en la ciudad de Lima, del Perú, más de veinte años, de
donde pasó a Chile por Gobernador y Presidente de la Audiencia Real. Era muy
menudo de cuerpo, muy sano de complexión, muy templado en el comer, muy recto
en las cosas de su oficio y muy celoso en el servicio de Su Majestad. Gobernó Chile
durante cinco años, teniendo allí a su mujer, doña Jerónima de Sotomayor, a su
hijo Ramiriáñez (o Ramiro Yáñez) de Sarabia y a un yerno suyo, que era
el general Alonso Picado, vecino de Arequipa, el cual tenía trescientos mil
ducados en barras de plata, además de su renta, cuando se casó con la hija del gobernador,
llamada doña Mayor de Sarabia, que es una señora de las más cabales de estos
reinos. Sirvió el doctor Sarabia a su majestad en Chile dedicado a las cosas de
justicia y las de guerra, ocupando en esta última su persona, la de su hijo y la
de yerno, Alonso Picado, el cual, por ser, además de muy rico,
extraordinariamente gastador y dadivoso, salió con menos dinero del que metió
en Chile".
Después Mariño habla del terremoto que
hubo en Chile, en la zona de la ciudad de Valdivia, a finales del año 1575, al
cual nos hizo referencia con bastante detalle el cronista Marmolejo. Ya de
entrada, esta nueva narración, que pasaré por alto, nos sirve de aviso para lo
que, probablemente, ocurrirá con frecuencia. Y me refiero a que el texto va a
estar impregnado de comentarios muy cultos y providencialistas, que serán el
resultado de los aportes que el jesuita
Bartolomé Escobar habría añadido a lo que redactó Mariño. Sigamos con la crónica:
"Cuando ya los moradores de Valdivia, terminado el terremoto, pensaban
haberse acabado sus trabajos, se les comenzó a preparar otro nuevo, casi de
mayor pesadumbre que el pasado. Y fue que los indios de aquel distrito, que
jamás habían tomado las armas contra españoles, intentaron en esta ocasión atacarlos
para afligir más a los afligidos. Todo vino de que habían salido algunos días
antes cuatro mil indios al servicio de Martín Ruiz de Gamboa, quien los llevó
en su ejército para pelear con los araucanos y los tucapelinos. Como estos aprendieron
a usar armas, tuvieron luego tan mala intención, que, cuando volvieron a sus
tierras, las quisieron usar contra los mismos cristianos de quienes habían
recibido la doctrina que profesaban. Los primeros que hicieron esto fueron los
de Renigua, Lame y Quinchiba, los cuales, al iniciar la rebelión, mataron a dos
españoles".
(Imagen) PEDRO MARIÑO DE LOBERA fue otro
de los personajes que brillaron como soldados y supieron, además, hacer una
buena crónica de los hechos que vivieron directamente. Digamos algo de ambas
facetas. Había nacido en Pontevedra (Galicia) el año 1528, y comenzó su
recorrido militar muy joven, luchando en Francia. Se embarcó para las Indias el
año 1545, alistándose de inmediato contra Gonzalo Pizarro en las tropas del
gran Pedro de la Gasca. Llegó a Chile el año 1551, y militó, sucesivamente,
bajo el mando de todos los gobernadores, Valdivia, Villagra, Mendoza y Quiroga.
Su hijo, Alonso Mariño de Lobera, luchó también a su lado en algunas batallas,
siendo apresado y herido por los indios en una de ellas, pero su padre logró
liberarlo. Fue corregidor de la ciudad de Valdivia, y allí estaba, en 1575,
cuando se produjo el impresionante terremoto. El poeta Pedro de Oña (de quien
ya hemos hablado) elogió mucho su valía militar en el libro Arauco
Domado. Luego Pedro se trasladó a Perú, donde fue asimismo corregidor en la
ciudad de Camaná. En 1586, se encontraba en Lima otorgando poderes a letrados para
que, yendo a Pontevedra, recogiesen los bienes de una herencia. En cuanto a su obra
histórica, habrá que hacer algunos comentarios. Vamos a ver solamente la parte
posterior a lo que Marmolejo ya nos ha contado. Antes de que se publicara, le
confió a un amigo jesuita, Bartolomé de Escobar, que también estuvo en Chile,
una revisión general de su trabajo, y el resultado fue una mejora de la
redacción, más el añadido de comentarios moralizantes, propios de un clérigo.
Parece ser que también el virrey de Perú García Hurtado de Mendoza tuvo interés
en que colaborara el jesuita, con el deseo asimismo de que se ensalzaran sus
logros cuando fue gobernador de Chile (quedó muy descontento de la versión de
Ercilla en La Araucana), en lo que, sin duda, Mariño estuvo de acuerdo, ya que
se tenían un aprecio mutuo. Es de suponer que, terminando la crónica de
Marmolejo en 1575, Pedro Mariño de Lobera la utilizara como fuente de
información en cuanto a los hechos ocurridos hasta esa fecha. El texto
permaneció largamente casi en el anonimato, pues fue publicado oficialmente por
primera vez el año 1865. Aunque algunos de sus datos se consideraron fabulosos,
se ha podido comprobar la autenticidad de muchos de ellos. PEDRO MARIÑO DE LOBERA falleció
en Lima (Perú) el año 1594, estando casado con Francisca de Miranda. Tuvieron
res hijos, Alonso, Ana e Inés Mariño de Lobera, pero se perdieron posteriormente
los apellidos porque el varón no tuvo descendencia.
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