martes, 28 de diciembre de 2021

(1604) El gobernador Sarabia, tras consultar con sus capitanes, trató de negociar una paz con los mapuches, pero, entretanto, ellos preparaban un ataque. Uno de los muchos y buenos capitanes de Sarabia era Gaspar Verdugo.

 

   (1194) Llegado al campamento de Rancheuque, al gobernador Melchor Bravo de Sarabia le estaba esperando el capitán Diego de Barahona: "Todos los soldados lo recibieron con mucho amor porque él daba muestras de ser humano y afable. También estaba allí el capitán Gaspar Verdugo con sesenta soldados que había traído de la ciudad de la Valdivia, que, puestos bajo el mando de don Miguel de Velasco, sumaban, con los que él tenía, doscientos veinte, todos veteranos y de mucha práctica de guerra. Luego le encargó del estandarte real a un caballero de Cáceres llamado don Alonso de Torres, y nombró a don Gonzalo Mejía, natural de Sevilla, sargento mayor, y quiso hacer compañías pequeñas, que era el mejor orden de guerra según decían hombres prudentes. Entonces le hablaron el general, el alférez general y el sargento mayor diciéndole que no había necesidad, para tan poca gente, de tantos capitanes, no entendiendo ellos que era muy acertado ese reparto, pero cuando las cosas van guiadas por la pasión en todo se yerra".

     Aunque al gobernador le gustaba conocer los diferentes pareceres de sus capitanes y soldados con especto a lo que convenía hacer para acabar con la rebeldía de los indios, el cronista nos va dejando claros algunos de sus errores, en parte debidos a su carácter impaciente. Estaban reunidos en el mes de diciembre de mil quinientos sesenta y ocho, y resultó que las opiniones no eran unánimes. Unos decían que convenía atacar en Purén, por razones estratégicas, "pues, estando el campamento en aquel lugar, aquel valle se aseguraba la ciudad Imperial y el camino real desde Angol hasta ella". Otros opinaban que era mejor comenzar la guerra por donde estaban, conforme a lo que el gobernador había dispuesto en la ciudad de Concepción. Se escogió esta alternativa, y el gobernador inició un intento de granjearse la amistad de los  indios: "Comenzó a enviar mensajeros por la provincia llamando de paz a los naturales, los cuales no querían ni oír esa palabra, por lo que se convocaron con sus señales de humo. Se juntaron muchos caciques y hablaron acerca de la manera de pelear con los cristianos. Decidieron hacer un fuerte dentro del cual estarían bien, y luego escogieron un cerro en el que comenzaron a hacer su trinchera".   Viendo que los indios se preparaban para guerrear, el gobernador Sarabia comenzó una táctica que el cronista alaba, pero que luego abandonó: "Mandó que con los indios amigos que en su campo traía saliesen soldados y les cortasen a los enemigos las sementeras, arrancándoles maíz, papas y frijoles, derribándoles los trigos y las cebadas, dejándoles las tierras como si no se hubiesen sembrado jamás. Era esta la más eficaz guerra que se les podía hacer, y, como las sementeras eran muchas, mandó al capitán Alonso Ortiz de Zúñiga que enviase a cuatro soldados a la otra parte de la cordillera que hay en Arauco, con una carta suya para que el capitán Gaspar de la Barrera, preparase con armas a trecientos indios amigos, porque los irían a recoger, y que él saliese con la gente suficiente del fuerte de Arauco, para que con más facilidad se destruyese a aquellos indios de guerra, gente tan malvada".

 

     (Imagen) Según el dicho, todos hemos tenido entre nuestros antepasados algún ahorcado o alguna mujer de vida alegre, y, en el caso del mencionado capitán GASPAR VERDUGO, quizá hubiera alguien de ese oficio. Gaspar nació en Madrid el año 1533. Llegó a Perú en 1556, junto a su hermano mayor, Baltasar Verdugo, en la armada con la que iba el Marqués de Cañete, nuevo virrey, viéndose envuelto (probablemente también su hermano) en la lucha contra el último gran rebelde, Francisco Hernández Girón, donde recibió una lanzada. Su llegada a Chile tuvo lugar el año 1565 (nos lo muestra el cronista en acción el año 1568). En la imagen vemos la primera página del documento de méritos y servicios que presentó el año 1577. En el cual le apoyó entonces el gran gobernador y buena persona Rodrigo de Quiroga para que el Rey le concediera alguna merced, haciéndolo con estas palabras: "Gaspar Verdugo vino a este reino de Chile cuando el licenciado Castro (gobernador provisional de Perú) nos envió gente de socorro, y se halló conmigo en la pacificación de Arauco, Tucapel y Mareguano, en la batalla que hubo con los indios de Talcamavida y en ayudar a reedificar la ciudad de Cañete. Estuvo con vuestro gobernador, el doctor Bravo de Sarabia, en las guazabaras (peleas) y reencuentros que se tuvieron con los indios en el fuerte de Mareguano (se refiere a los hechos que nos está contando ahora Marmolejo), y con el Mariscal Martín Ruiz de Gamboa en el socorro que se hizo a la ciudad de Cañete, y en las guazabaras de Millarapue y Pailataro, y ahora, últimamente, está en el ejército de Vuestra Majestad que yo traigo, para el sometimiento de Arauco, Tucapel y las demás provincias rebeladas contra vuestro real servicio, usando el cargo de capitán de una compañía, en la que sirve a Vuestra Majestad con sus armas, caballos y criados, como caballero hidalgo, a su costa, gastando de su hacienda y sustentando a su mesa a los soldados. No parece haberos agraviado en cosa alguna, ni recibido ayuda económica de vuestra Real Hacienda. Tiene en la ciudad de Villarrica un repartimiento de indios, los cuales son de poco aprovechamiento. Por lo cual y por los dichos sus trabajos y gastos, merece que Vuestra Majestad le haga mucha merced, porque la que se le hiciere se ajustará a los servicios que ha prestado". GASPAR VERDUGO, en 1582, con poder concedido por el Cabildo de Santiago de Chile, asistió en su representación, junto a  don Francisco de Iriazábal, al concilio eclesiástico que se inició en Lima el día 26 de mayo. Hay también constancia de que aún vivía el año 1584.




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