(1182) El amenazante conflicto entre
Jerónimo de Costilla y Pedro de Villagra, al que había destituido como
gobernador de Chile, no llegó a la violencia física, pero se transformó,
civilizadamente, en un agrio enfrentamiento jurídico. Villagra y sus partidarios
achacaban a Costilla y los suyos que estaban cometiendo una infracción legal:
"Le pidieron que mostrase cómo el licenciado Castro (virrey interino de
Perú) podía proveer gobernador en Chile, siendo así que Pedro de Villagra
lo era por nombramiento de la Audiencia de Lima. Costilla les respondió que el
licenciado Castro daría cuenta al rey de lo que hacía, y que eso bastaba. Sobre
esto, hubo votos entre los del cabildo. Unos votaron a favor de Pedro de
Villagra y otros de Rodrigo de Quiroga. Los que se oponían no lograban entender
cómo el licenciado Castro podía deshacer, sin más razón que su voluntad, lo que
había hecho toda una Audiencia. Pero, como veían doscientos hombres en
escuadrón puestos en la plaza y la determinación de Costilla, aunque ellos eran
amigos de Pedro de Villagra, porque los que gobernaban Chile en aquel tiempo
procuraban tener contentos a los del cabildo para casos semejantes, viendo que no
podían hacer otra cosa, y que todo el pueblo estaba a favor del general Rodrigo
de Quiroga, lo aceptaron como gobernador con el regocijo de todos, y para bien,
porque luego resultó ser buen gobernador y de mucha virtud. En cuanto Rodrigo
de Quiroga asumió el cargo de gobernador, prendió a Pedro de
Villagra y lo envió preso al puerto, con orden que le embarcasen en un navío. Allí estuvo más de treinta días, hasta que el
capitán Costilla se fue al Perú y lo llevó consigo, no porque hubiese cometido
un delito, sino para sacarlo de Chile, pues Pedro de Villagra era vecino del
Cuzco, ciudad en la que le había dado de comer (en el sentido de darle algo
rentable) el virrey marqués de Cañete cuando envió a su hijo don García de
Mendoza al gobierno de Chile".
El cornista Marmolejo parece dar por
terminada la carrera militar de Pedro de Villagra, aunque vivió hasta el año
1577, y, como acostumbra en estos casos, le hace una pequeña semblanza: "Era
Pedro de Villagra natural de Colmenar de Arenas (Ávila), y cuando gobernó
el reino de Chile tenía de edad cincuenta años, bien dispuesto, de buen rostro,
cariaguileño, alegre de corazón, amigo de hablar, y aficionado a mujeres, por
cuya causa le miraban mal. Fue amigo de guardar su hacienda, y, de la del rey, no
daba nada, aunque, cuando fue gobernador, viendo que murmuraban de él, comenzó
a gastar de la hacienda del rey, dando algunos mantenimientos a los soldados.
Tuvo durante el tiempo que gobernó buenos y malos resultados en las cosas de
guerra y de gobierno. Gobernó dos años y pocos días más". Y luego añade
una coletilla: "El capitán Costilla estuvo en la ciudad de Santiago
durante el invierno, y después embarcó para el Perú, llevando a Pedro de
Villagra en su navío. Más tarde se supo en la Audiencia de Lima que había
puesto una demanda contra el capitán Costilla, pero este pleito no se resolvió.
Al parecer, los oidores le preguntaron al licenciado Castro si había mandado
prender a Pedro de Villagra, y les respondió que fue un trato gallego, porque
el licenciado Castro era natural de Galicia". Se conoce que ya entonces se
tenía a los gallegos por astutos. La demanda a que hace referencia es la que
hemos visto en la imagen anterior, y, de hecho,
Pedro de Villagra quedó libre y sin sanciones.
(Imagen) No era fácil en las Indias
sustituir a un gobernador despojado del cargo,
porque siempre había descontentos. Rodrigo de Quiroga, nuevo gobernador
de Chile, se dispuso de inmediato a batallar con los indios en Arauco y volver
a poblar la ciudad de Cañete. En ese tiempo llegó a Valdivia Pedro Fernández de
Córdoba, enviado con título de teniente suyo por Pedro de Villagra, como vimos,
para castigar a quienes habían desobedecido a Gabriel de Villagra. Fue mal
recibido, y los que protestaban vieron el cielo abierto cuando recibieron el
mensaje de que Pedro ya no era gobernador de Chile. Los del cabildo le pidieron
a Fernández de Córdoba que fuera al ayuntamiento, y, cuando llegó, le enseñaron
la carta recibida, y le dijeron que tenía que dejar su cargo porque ya no era
gobernador Pedro de Villagra: "Les respondió que aquella sola información
no era prueba suficiente. Quisieron quitarle la vara de mando y él puso la mano
en su espada, pero se abrazaron con él, le quitaron las armas y la vara, y le
pusieron dos pares de grillos. Él les dijo que, si los letrados estimaban que había expirado el cargo como
gobernador de Pedro de Villagra, él renunciaría al suyo de teniente. Se
juntaron para dictaminar el licenciado Agustín de Cisneros, natural de Medina
de Rioseco, el licenciado Molina, de Almagro y el licenciado Peñas, de
Salamanca. Tratando sobre el asunto, dijo el licenciado Peñas (que lo sé porque
me hallé yo presente) que no quería dar su parecer si no se lo pagaban. Este fue
aquel al que, por el parecer que dio entre Francisco de Villagra y Francisco de
Aguirre sobre quién debía gobernar, le dieron cuatro mil pesos (ya vimos la
actuación de este pesetero). Con esta respuesta suya, quedó todo
suspendido, y, a los tres días, PEDRO
FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA (nacido en Córdoba el año 1529) se quitó los
grillos, dio una cuchillada a un soldado que quería impedirle la huida, y fue a
refugiarse en la iglesia. Acudió luego todo el pueblo, y cercaron la iglesia
con un foso, de manera que no le pudiesen meter comida. Bien podían sacarlo de
la iglesia si quisieran, pero no lo hicieron porque se habían metido con él
algunos hidalgos amigos suyos, y para que no hubiese alguna muerte, queriendo
evitar más el daño que el escándalo. De esta manera que hemos dicho estuvo dos
días. Viendo que él y sus amigos se perdían por sed y hambre, acordó entregarse
al vulgo, renunciado públicamente al cargo de teniente de gobernador, y de esta
manera salió de la iglesia. Depuesto del cargo, se fue a la ciudad de Villarrica, de la que era vecino". Y,
en 1609, aún vivía.
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