martes, 21 de diciembre de 2021

(1598) Aunque los oidores se hicieron cargo de la gobernación de Chile, le respetaron a MARTÍN RUIZ DE GAMBOA el puesto de general de todas las tropas. La batalla de Cañete muestra, una vez más, que los españoles luchaban casi siempre contra una multitud.

 

     (1188) Los oidores, ya con el mando de la gobernación de Chile, de inmediato pensaron en la profesionalidad del general Martín Ruiz de Gamboa, pero con reticencias: "Queriendo sustentar lo que estaba de paz y atraer lo de guerra a quietud, le rogaron que se encargase de hacer la guerra a los indios alzados. Martín Ruiz les pedía que  le reconociesen el mando supremo. Los oidores no eran partidarios de dárselo hasta ser informados de lo que convenía al bien público, y así se dilató algunos días, hasta que después comunicaron por escrito a todo el común que lo respetasen y tuviesen por su capitán, como hasta entonces lo había sido. Con esta disposición, partió y llegó a Cañete, mandando en todo lo que entendía que convenía hacerse. El maestro de campo, Lorenzo Bernal de Mercado, que estaba en el fuerte de Arauco, quería venir a verse con los oidores, pero le enviaron recado de que no viniese, sino que se estuviese allí para hacer la guerra. Luego enviaron al capitán Alonso Ortiz de Zúñiga (fue alcalde de Santiago en 1580), natural de Sevilla, con orden  de que juntase toda la gente que pudiese en las ciudades de Valdivia, Osorno y Villarrica, y con ella viniese a Concepción".

     El capitán Alonso Ortiz consiguió alistar en Valdivia sesenta soldados, y llegó con ellos a Concepción, donde fueron muy bien recibidos por los oidores. Estando allí, llegaron noticias enviadas desde Cañete por el general Martín Ruiz de Gamboa, comunicando que, por estar preparando los indios un fuerte a dos leguas de la ciudad, había reclutado ochenta hombres, y que le pidió al maestre de campo, Lorenzo Bernal, que se encontraba en Arauco, que viniese con más gente a juntarse con él, y lo hizo de manera que, en total, lograron tener ciento quince soldados: "Llegado al fuerte de los indios el maestre de campo, lo examinó y luego le dijo al general que preparase cuadrillas, pues convenía pelear porque el fuerte estaba sin acabar, y podrían hacerlo con gran ventaja aunque los indios eran muchos. El fuerte que tenían era una trinchera con dos puntas a manera de luna cuando está de tres días. De frente había muchos hoyos de la estatura de un hombre, algunos de ellos cubiertos, siendo los indios que estaban detrás unos tres mil. El general preparó cuadrillas de a quince hombres, y las puso al mando de algunos soldados que eran tenidos por valientes: don Diego de Guzmán, natural de Sevilla, Alonso de Miranda y Luis de Villegas. De esta manera repartió todos los soldados, y con algunas alcancías (bolas de barro huecas) de fuego, que hacen entre los indios mucho efecto para desbaratarlos.  Estando todos juntos, el general se quedó a caballo para disponer lo que conviniese, estando a su lado treinta soldados para socorrer a los que habían de pelear a pie. El maestre de campo y algunos amigos quisieron pelear a pie para mejor poder animar y acaudillar a su gente. Primeramente les habló con breves palabras, diciéndoles que, aunque aquellos indios habían tenido ánimo para esperarles allí, confiados en la fuerza que tenían con la trinchera y los hoyos, no desmayasen, pues solo se trataba de indios, y que, peleando con determinación de hombres, como otras veces habían hecho, no les aguantarían el primer ataque".

 

     (Imagen) Veamos una batalla ocurrida cerca de Cañete. Tres mil indios estaban parapetados en un fuerte y detrás de una trinchera con hoyos delante. El maestre de campo les dio a  los soldados la dura orden de no socorrer al que cayera en ellos, porque lo mejor para todos era seguir acosando a los indios: "Con este propósito fueron caminando los españoles hacia el fuerte. Los indios los dejaron llegar, y, estando los cristianos muy cerca de él, intentaron entrar. Cayó un soldado en un hoyo, luego cayeron otros, y los indios les daban lanzadas. Los demás soldados no se quisieron ocupar en socorrerlos, sino, conforme a la orden que tenían, en asaltar la trinchera. Con esta determinación, les quitaron a los indios la posibilidad de herir a los que estaban en los hoyos, y, gracias a esa ventaja, salieron de ellos sin peligro. El maestre de campo, como sabía por dónde se les podía entrar, los acometió por aquella parte, y muchos soldados con él, mientras los indios defendían la entrada. El general MARTÍN RUIZ DE GAMBOA (natural de Bérriz-Vizcaya) estaba a caballo frente al fuerte con treinta hombres, de cara a los enemigos, y encomendó al capitán Andicano, con quince soldados a caballo, que vigilase una punta que hacía el fuerte, por si por allí quisiesen salir algunos indios. El maestre de campo se situó en uno de los dos cuernos de la trinchera, y allí pelearon con gran ánimo, lanza a lanza y a arcabuzazos, mientras los enemigos tiraban cantidad de flechas. Estuvo igualada un rato la batalla, haciendo cada una de las partes todo lo que podía, hasta que, viendo los indios la gran determinación de los cristianos, volvieron las espaldas para huir. Como no lo podían hacer a causa de estar tan apretados, los mataban con las espadas. Entonces, un soldado acertó a echar entre ellos una alcancía de fuego, que prendió de suerte que quemó a algunos indios. Viéndose  en peligro de muerte, los indios huyeron por la quebrada que a las espaldas tenían, sin que pudiesen los cristianos seguirlos. Murieron pocos indios por ser mala la tierra para caballos. De los cristianos, hubo muchos  heridos y ninguno muerto. Desde allí, anduvo después el general Martín Ruiz de Gamboa por la provincia llamando a los naturales para que viniesen en son de paz, los cuales, viendo que no tenían seguridad en parte alguna, comenzaron a llegar dando algunas disculpas, y, como les eran admitidas, venían cada día más, hasta que se les quitó el temor. Tratando bien a los que se pacificaron y castigando a los rebeldes, se calmaron, y servían a los españoles todos los comarcanos".




No hay comentarios:

Publicar un comentario