miércoles, 15 de diciembre de 2021

(1593) Todos se alegraron de que el nuevo gobernador fuera Rodrigo de Quiroga, quien preparó de inmediato la guerra contra los mapuches nombrando general a Martín Ruiz de Gamboa y maestre de campo a LORENZO BERNAL DE MERCADO.

 

     (1183)  Se ejecutaron, pues, las primeras órdenes del nuevo gobernador, cuyo objetivo principal era someter a los mapuches y castigarlos por todo el daño que habían hecho a los españoles: "Llegó a la ciudad de Valdivia Martín Ruiz de Gamboa, al que el gobernador Rodrigo de Quiroga había nombrado capitán general, quedando previsto que, para mediados de enero de 1566, estuviese con la gente que había de juntar en el río de Biobío, a dos leguas de la ciudad de Angol. Llegado Martín Ruiz a Valdivia, fue recibido con infinita alegría, porque salían de la disputa en que habían estado con Pedro Fernández de Córdoba, y se hicieron corridas de toros y otros actos festivos. El general nombró tenientes de gobernador en todas las ciudades, y comenzó a hacer gente para acudir adonde tenía que hallar al gobernador. Lo hizo con tanta solicitud, que, en cuatro meses, ya tuvo preparado todo, y salió de la ciudad de Valdivia con ciento diez hombres para ir a La Imperial".

     Por su parte, el gobernador también aceleraba los preparativos: "Nombró maestre de campo al capitán Lorenzo Bernal de Mercado, sabiendo que era hombre al que se le podía encomendar los mejores cargos, por su buen entendimiento de la guerra. Compró caballos a los vecinos de Santiago, descontándoles los pesos de oro que le debían al rey, para equipar a los soldados que trajo el capitán Costilla, ya que todos venían a pie. Mandó hacer fustes de sillas, muchas celadas y las demás cosas necesarias para la guerra. Todo lo hizo con gran presteza, y, para llegar al río de Biobío en el momento concertado con su general, partió de la ciudad de Santiago con trescientos hombres y ochocientos indios amigos. La artillería la envió por mar a la ciudad de la Concepción. Al día siguiente de alcanzar el río, llegó el general con ciento diez hombres. Pasado el río, tras el cual había de hacerse la guerra, se juntaron las dos tropas".

     El cronista va a continuar su texto haciendo referencia a los diversos enfrentamientos que tendrán los españoles con los indios, y habrá que resumir al máximo los detalles. Se hizo un recuento de los soldados, y resultó que, en total era unos cuatrocientos, doscientos sesenta de ellos, arcabuceros: "Los capitanes más antiguos dijeron que en el fuerte de Catiray, donde los indios habían desbaratado al licenciado Altamirano y matado a Pedro de Villagra (el joven hijo del fallecido gobernador Francisco de Villagra), había muchos indios esperando, y que,  teniendo el gobernador tanta gente y tan buena, no estaba bien pasar adelante sin destruirlo, y el que más insistía en ello era el capitán Francisco de Ulloa. Otros, más mesurados, decían que no se debía pelear en fuerte alguno sin antes haber sido bien observado. Después de haber tratado el pro y contra sin que se decidiese cosa alguna, el maestre de campo (Lorenzo Bernal) fue con cincuenta soldados a examinar el fuerte. Llegó cerca de él  sin ver indio alguno, y  le encargó a una india que les llevara una carta (con ofrecimientos de paz). Los indios de guerra, desde lo alto, estaban mirando el camino que llevaba el maestre de campo, y, cuando vieron que se había parado, salieron de donde estaban metidos más de diez mil indios, y, muy desvergonzadamente, se vinieron contra los cristianos. El maestre de campo mandó retirarse, los indios vinieron un trecho tras de  él, y viendo que no esperaba, se pararon".

 

     (Imagen) Si algo caracterizaba la guerra contra los mapuches era la repetición de los enfrentamientos, porque su incansable y cruel valentía la había convertido en una competición de incierto ganador. Ahora, en su marcha para atacar Arauco, los españoles se encuentran con el fuerte que habían preparado los indios en Catiray, y están indecisos: "El gobernador volvió a consultar qué camino escoger para entrar en Arauco. Algunos le decían que, desbaratando aquel fuerte, cualquier camino era bueno. El maestre de campo, LORENZO BERNAL DE MERCADO, afirmaba que era mejor irse por la montaña de Talcamavida, pues, viendo los indios que los despreciaban, habrían de salir y venir a buscarlos, y que él entonces pelearía contra ellos, pero que, si el señor gobernador prefería, porque estaba indeciso, combatirlos en el fuerte, él renunciaría a su cargo y pelearía como soldado. Decía estas palabras con tanta determinación, que convencía a los oyentes. El gobernador, como hombre prudente, entendiendo que aquello era lo mejor, mandó seguir el camino de Talcamavida. Los indios de guerra, como eran muchos, venidos de todo el reino, viendo que los españoles pasaban de largo, salieron del fuerte, se colocaron delante de una loma por donde tenían que pasar, hicieron pronto un fuerte sencillo, y, puestos en él, esperaron. El maestre de campo llevaba cincuenta hombres en la vanguardia. Llegado donde los indios, supo que estaba perdido. Salieron a escaramuzar con él y peleó un rato al principio, pero enseguida salieron tantos, que le convino retirarse a una loma, aunque tan sin orden, que algunos cayeron de los caballos envueltos con los indios. Despojaron de las armas a Gabriel de Zúñiga, y no murió por la buena ayuda que le dieron, y lo mismo le ocurrió a  Tomás Pastene. El día siguiente el maestre de campo, con trecientos hombres, volvió para combatir con los indios, pero, cuando llegó, ya se habían ido. Tuvo algunos compañeros rivales que decían que lo había hecho mal, pues, como veterano hombre de guerra, sabiendo que los indios estaban donde se les podía hacer mucho daño, no debía haberse retirado, sino entretenerlos y enviar a por más gente, porque, derrotándolos, se castigaba a los de toda la provincia. El maestre de campo (Lorenzo Bernal de Mercado, que en realidad era un militar excepcional) se disculpaba diciendo que, como los indios tuvieron valor para salir del primer fuerte y hacer huir a los españoles, era de suponer que volverían a pelear, lo cual sería una buena oportunidad para levantar el ánimo y probar de nuevo fortuna contra ellos".




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