(1183)
Se ejecutaron, pues, las primeras órdenes del nuevo gobernador, cuyo
objetivo principal era someter a los mapuches y castigarlos por todo el daño
que habían hecho a los españoles: "Llegó a la ciudad de
Valdivia Martín Ruiz de Gamboa, al que el gobernador Rodrigo de Quiroga había
nombrado capitán general, quedando previsto que, para mediados de enero de 1566,
estuviese con la gente que había de juntar en el río de Biobío, a dos leguas de
la ciudad de Angol. Llegado Martín Ruiz a Valdivia, fue recibido con infinita
alegría, porque salían de la disputa en que habían estado con Pedro Fernández
de Córdoba, y se hicieron corridas de toros y otros actos festivos.
El general nombró tenientes de gobernador en todas las ciudades, y comenzó a
hacer gente para acudir adonde tenía que hallar al gobernador. Lo hizo con
tanta solicitud, que, en cuatro meses, ya tuvo preparado todo, y salió de la
ciudad de Valdivia con ciento diez hombres para ir a La Imperial".
Por su parte, el gobernador también
aceleraba los preparativos: "Nombró maestre de campo al
capitán Lorenzo Bernal de Mercado, sabiendo que era hombre al que se le podía
encomendar los mejores cargos, por su buen entendimiento de la guerra. Compró
caballos a los vecinos de Santiago, descontándoles los pesos de oro que le debían
al rey, para equipar a los soldados que trajo el capitán Costilla, ya que todos
venían a pie. Mandó hacer fustes de sillas, muchas celadas y las demás cosas
necesarias para la guerra. Todo lo hizo con gran presteza, y, para llegar al
río de Biobío en el momento concertado con su general, partió de la ciudad de
Santiago con trescientos hombres y ochocientos indios amigos. La artillería la envió
por mar a la ciudad de la Concepción. Al día siguiente de alcanzar el río,
llegó el general con ciento diez hombres. Pasado el río, tras el cual había de
hacerse la guerra, se juntaron las dos tropas".
El cronista va a continuar su texto
haciendo referencia a los diversos enfrentamientos que tendrán los españoles
con los indios, y habrá que resumir al máximo los detalles. Se hizo un recuento
de los soldados, y resultó que, en total era unos cuatrocientos, doscientos
sesenta de ellos, arcabuceros: "Los capitanes más antiguos dijeron que en
el fuerte de Catiray, donde los indios habían desbaratado al licenciado
Altamirano y matado a Pedro de Villagra (el joven hijo del fallecido
gobernador Francisco de Villagra), había muchos indios esperando, y que, teniendo el gobernador tanta gente y tan
buena, no estaba bien pasar adelante sin destruirlo, y el que más insistía en
ello era el capitán Francisco de Ulloa. Otros, más mesurados, decían que no se
debía pelear en fuerte alguno sin antes haber sido bien observado. Después de
haber tratado el pro y contra sin que se decidiese cosa alguna, el maestre de
campo (Lorenzo Bernal) fue con cincuenta soldados a examinar el fuerte. Llegó
cerca de él sin ver indio alguno, y le encargó a una india que les llevara una
carta (con ofrecimientos de paz). Los indios de guerra, desde lo alto,
estaban mirando el camino que llevaba el maestre de campo, y, cuando vieron que
se había parado, salieron de donde estaban metidos más de diez mil indios, y,
muy desvergonzadamente, se vinieron contra los cristianos. El maestre de campo
mandó retirarse, los indios vinieron un trecho tras de él, y viendo que no esperaba, se pararon".
(Imagen) Si algo caracterizaba la guerra
contra los mapuches era la repetición de los enfrentamientos, porque su
incansable y cruel valentía la había convertido en una competición de incierto
ganador. Ahora, en su marcha para atacar Arauco, los españoles se encuentran
con el fuerte que habían preparado los indios en Catiray, y están indecisos:
"El gobernador volvió a consultar qué camino escoger para entrar en Arauco.
Algunos le decían que, desbaratando aquel fuerte, cualquier camino era bueno.
El maestre de campo, LORENZO BERNAL DE MERCADO, afirmaba que era mejor irse por
la montaña de Talcamavida, pues, viendo los indios que los despreciaban, habrían
de salir y venir a buscarlos, y que él entonces pelearía contra ellos, pero
que, si el señor gobernador prefería, porque estaba indeciso, combatirlos en el
fuerte, él renunciaría a su cargo y pelearía como soldado. Decía estas palabras
con tanta determinación, que convencía a los oyentes. El gobernador, como hombre
prudente, entendiendo que aquello era lo mejor, mandó seguir el camino de
Talcamavida. Los indios de guerra, como eran muchos, venidos de
todo el reino, viendo que los españoles pasaban de largo, salieron del fuerte, se
colocaron delante de una loma por donde tenían que pasar, hicieron pronto un
fuerte sencillo, y, puestos en él, esperaron. El maestre de campo llevaba
cincuenta hombres en la vanguardia. Llegado donde los indios, supo que estaba
perdido. Salieron a escaramuzar con él y peleó un rato al principio, pero
enseguida salieron tantos, que le convino retirarse a una loma, aunque tan sin
orden, que algunos cayeron de los caballos envueltos con los indios. Despojaron
de las armas a Gabriel de Zúñiga, y no murió por la buena ayuda que le dieron,
y lo mismo le ocurrió a Tomás Pastene. El
día siguiente el maestre de campo, con trecientos hombres, volvió para combatir
con los indios, pero, cuando llegó, ya se habían ido. Tuvo algunos compañeros
rivales que decían que lo había hecho mal, pues, como veterano hombre de guerra,
sabiendo que los indios estaban donde se les podía hacer mucho daño, no debía
haberse retirado, sino entretenerlos y enviar a por más gente, porque,
derrotándolos, se castigaba a los de toda la provincia. El maestre de campo (Lorenzo
Bernal de Mercado, que en realidad era un militar excepcional) se disculpaba
diciendo que, como los indios tuvieron valor para salir del primer fuerte y
hacer huir a los españoles, era de suponer que volverían a pelear, lo cual sería
una buena oportunidad para levantar el ánimo y probar de nuevo fortuna contra
ellos".
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