(1181)
Ya contamos que el virrey de Perú Don Diego López de Zúñiga y Velasco, Conde
Nieva, fue asesinado el año 1564, y que se decía que el autor lo hizo por
encargo del marido de su amante. Lo sustituyó en el puesto, pero de forma
interina, el licenciado Lope García de Castro, de quien también dijimos entre
otras cosas que se desentendió del asunto, y que no quiso limpiar la memoria
del gran capitán Sebastián Garcilaso de la Vega, sospechoso de coquetear con
los rebeldes, de lo cual se quejaba su
hijo, el cronista Inca Garcilaso. A
ambos virreyes los menciona Marmolejo: "En el tiempo en que estas cosas
pasaban, el licenciado Castro, gobernador del Perú por muerte del conde de
Nieva, su predecesor, bien informado de cuán falto de gente estaba el reino Chile,
y la guerra constante que había, mandó preparar doscientos hombres de guerra.
Estos soldados, entre los cuales había algunos caballeros y hombres nobles, los
encomendó al capitán Jerónimo de Costilla, vecino de la ciudad del Cuzco en el
Perú, y con provisión secreta le encargó que, llegado al reino de Chile, se
informase del gobierno que traía Pedro de Villagra, y que, si le hallase bien
querido, le entregase toda la gente que llevaba, y, si no fuese así, que se la
entregase al general Rodrigo de Quiroga. Con esta orden, despachó el licenciado
Castro al capitán Costilla del puerto Lima. Dijeron algunos, que en el viaje
iban, que el licenciado Castro, para que cumpliera su misión, le dio el título
de gobernador en blanco".
El
encargo que tenía Jerónimo de Costilla era muy delicado, ya que se
trataba de recoger datos sobre el comportamiento de Pedro de Villagra como
gobernador, sin duda porque al virrey le habrían llegado informaciones
preocupantes, y, además, se iba a presentar en Chile con poderes para
destituirlo: "Salió a la vela en dos navíos grandes; en
uno iba su persona, y en el otro un caballero de Burgos llamado Diego Barona. Llegó
a la ciudad de La Serena. Y después fue a Valparaíso, que es donde descargan
los navíos que llegan del Perú. En la ciudad de La Serena había preguntado qué
tal gobernaba Pedro de Villagra, y le dijeron no le querían en la ciudad de
Santiago ni en las demás del reino. En Valparaíso, las personas que le pudieron
informar, le dijeron lo mismo. Estas noticias lo inclinaron a entregar los
soldados al general Rodrigo de Quiroga, que era muy querido en Chile, y siempre
lo fue, por tener de ordinario grandes virtudes este nobilísimo hombre. Pedro
de Villagra, cuando supo que había desembarcado, le escribió dándole el
parabién de su venida, y que le hiciese saber la gente que traía, para quién la
traía o con qué intención venía. El capitán Costilla respondió que traía la
gente para dársela, como a gobernador del rey; con esto se tranquilizó algo,
aunque con sospecha, porque Costilla permanecía en el puerto sin venir a la
ciudad, y sabía Pedro de Villagra que se comunicaba con el general Rodrigo de
Quiroga y con Martín Ruiz de Gamboa". Es curioso el silencio de Marmolejo.
Más de una vez ha censurado a Pedro de Valdivia por haber vivido amancebado,
pero sin mencionar el nombre de la mujer, que era la extraordinaria Inés Suárez.
Acabamos de ver que ahora ensalza con sincero entusiasmo las virtudes de
Rodrigo de Quiroga, quien se convirtió en marido de Inés Suárez cuando Pedro de
la Gasca le obligó a Valdivia a traer de España a su mujer y a casar a Inés con
alguien, que resultó ser Rodrigo porque era muy amigo de Valdivia.
(Imagen) Jerónimo de Costilla llegó a
Chile con una tropa de refuerzo por orden del licenciado Castro, virrey en
funciones de Perú, e igualmente para saber cómo desempeñaba Pedro de Villagra
su cargo de gobernador, y decidió destituirlo, para lo cual tenía poderes
suficientes. El conflicto pudo haber sido sangriento, dada la terquedad de
Villagra, que estaba muy escamado con la visita, por lo cual envió al puerto
gente para pedirle a Jerónimo de Costilla que enseñase los poderes oficiales
que tenía: "El capitán Costilla respondió que no había necesidad de
aquellas exigencias, y que, llegado a Santiago, donde Pedro de Villagra estaba,
le entregaría los soldados. Entretanto, el general Rodrigo de Quiroga, con
algunos amigos suyos, permaneció en su casa, y algunos le dijeron a Pedro de Villagra
que habían visto llevarle armas y arcabuces. Al oírlo, Pedro de Villagra salió
con treinta hombres a la plaza, fue a la casa del general Rodrigo de Quiroga, y
mandó que le dijesen que estaba allí, pero los que dentro estaban no le
quisieron responder. Pedro de Villagra quiso entrar, se lo impidieron, y hubo
palabras entre los soldados de una y otra parte. Villagra mandó que le trajesen
dos barriles de pólvora para derribar la casa, pero no llegó a hacerlo, porque
era un hombre indeciso. Mandó asimismo que le trajesen el estandarte de la
ciudad, al que todos los vecinos están obligados a acudir. Lo tenía un regidor
y no se lo quiso dar. Villagra pensó repicar la campana, pero sus amigos le
dijeron que no procedía utilizar la fuerza, y que, además, contaba con menos
hombres que el capitán Costilla. Por estas razones, Pedro de Villagra lo dejó
de hacer, pidió un caballo, y, con algunos amigos, se fue a ver con Costilla a dos
leguas de la ciudad. Allí se recibieron bien mutuamente, y, tras algunas
palabras amigables, le dijo el capitán Costilla que, llegado a la ciudad de
Santiago, sabría lo que el licenciado Castro mandaba. Pedro de
Villagra se volvió, y, cuando el capitán Costilla llegó a la plaza, juntado el
cabildo, presentó un papel en el que venía nombrado gobernador del reino de
Chile el general Rodrigo de Quiroga". Resuelto el enigma, se encenderá de
nuevo el conflicto, pero de otra manera, porque, como veremos, unos y otros se
van a enredar en discusiones acerca de la legitimidad de esa orden. Aquellos
hombres eran testarudos en las guerras sin cuartel y en las batallas jurídicas.
La imagen (con letra demasiado pequeña) muestra un relato, del año 1565, que
hace referencia a que, finalmente, Costilla apresó a Villagra (como veremos).
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