(1173) El capitán Juan Pérez de Zurita
llegó a la ciudad de Angol con la orden que le había dado Pedro de Villagra
para que llevara soldados desde allí a Concepción. Ya hablé en una reciente
imagen de Miguel de Velasco, a quien, Francisco de Villagra, en agradecimiento
por sus servicios, lo había nombrado corregidor de Angol. Pero el cronista
Marmolejo nos aclara algunos asuntos que sucedieron en carambola después en esa
ciudad: "Había estado en ella como capitán (y corregidor) don
Miguel de Velasco, pero dejó disgustado el cargo porque Francisco de Villagra nombró
teniente general suyo a Pedro de Villagra, quien luego tuvo necesidad de
nombrar a otro capitán, y escogió a un hidalgo natural de Pamplona, llamado
Diego de Carranza. Este, muerto Francisco de Villagra, se fue a España, y así
quedó la ciudad de Angol sin capitán que la tuviese bajo su mando, porque
Gabriel de Villagra se había vuelto a su casa de La Imperial, y el capitán
Lorenzo Bernal, aunque estaba en Angol, no tenía más mando que un vecino
particular. Cuando iba a partir para volver a Concepción el capitán Zurita, le
dijo Lorenzo Bernal que no debía volver por el camino de su llegada, ya que
tenía información de que los indios le estaban esperando. Juan Pérez de Zurita,
como hombre de gran ánimo y que no se había visto en un enfrentamiento con
aquellos indios, despreció lo que le dijo, y respondió que por el mismo camino
había de volver y entrar en Concepción con todo el fardaje que llevaba, pues
era flaqueza con tan valientes soldados buscar nuevos y no usados caminos. Salió,
pues, de Angol camino de Concepción con cuarenta soldados bien preparados, con
mucho cuidado en la vanguardia y retaguardia".
Pero los indios y su capitán, Millalelmo,
se enteraron de lo que estaba haciendo, y con rapidez, porque utilizaban el
método de los indios norteamericanos: "Tuvieron noticia de
que se acercaban por medio de los humos que los comarcanos hacían, y Millalelmo
los esperó a dos leguas de Concepción, cerca de un río llamado Andalién, que,
con una ciénaga al lado, los hacía muy fuertes. Cuando tuvieron a la vista a
los españoles, Millalelmo mandó que treinta indios se adelantasen, y que,
cuando arremetieran los cristianos contra ellos, se retirasen al monte cercano.
Los españoles que iban en vanguardia, en cuanto se percataron de su llegada,
dieron la alarma. El capitán Zurita, al ver tan pocos indios, mandó atacarlos,
y los indios, con poco temor, mostraron apariencia de pelear, y enseguida se
retiraron. Entonces Millalelmo, salió de la emboscada con tres mil indios dando
gritos. El capitán Zurita, recogida su gente, no desmayó, sino que atacó con sus
hombres, peleando valientemente. Don Pedro de Godoy, natural de Sevilla, quiso animar
a los demás y se arrojó entre los indios peleando, y fue a ayudarle otro
soldado valiente, llamado Rolón. Los dos fueron derribados de los caballos y
los hicieron pedazos, porque estos indios son cruelísimos en la guerra. Les
cortaron las cabezas, y, puestas en unas lanzas largas, fueron dando muestra de
su victoria, y como eran muchos, con este éxito cobraron tanto ánimo que luego
mataron a otro soldado llamado Hinestrosa y a otro llamado Villero, y, con
ánimo denodado, vencieron".
(Imagen) Hemos visto a JUAN PÉREZ DE
ZURITA como un novato en la lucha contra los mapuches, pero su historial
militar y político fue de excepcional relieve. Nació en Cañete de las Torres (Córdoba)
el año 1516. Había llegado a Perú el año 1550, en los tiempos de la última
guerra civil, y luchó, al servicio del Rey, contra el rebelde Francisco
Hernández Girón. Participó luego en la conquista del norte de Argentina bajo el
mando de García de Mendoza, gobernador de Chile, quien lo nombró en 1558 teniente
de gobernador de Santiago del Estero, ciudad de la cual ya subrayamos su
importancia estratégica posterior, cuando sirvió para unir por tierra Lima con Buenos
Aires. Allí demostró su valía militar y su sensatez política, siendo muy
apreciado por cuantos lo rodeaban, que valoraban su humanidad, y hasta se
distinguió en proteger a los nativos. Zurita, siempre detallista, por haberse
casado en 1554 Felipe II con la reina inglesa María Tudor le cambió el nombre a
la región de Tucumán, denominándola Nueva Inglaterra. Por si fuera poco, al
fundar una nueva ciudad el año 1558, la llamó Londres (abundante en nueces,
como vemos en la imagen), nombre que aún perdura, pero, llegado un nuevo gobernador,
anuló para la provincia el de Nueva Inglaterra, volviendo a ser Tucumán, quizá
por la enemistad con España de Isabel de Inglaterra. Fundó en 1559 la ciudad de
Córdoba, y, en 1560, la de Cañete, por llamarse así su pueblo natal, sin que
tuviera nada que ver con la Cañete de Chile. A pesar de que eligió para ellas
lugares estratégicamente acertados, solo ha resistido hasta hoy la de Londres. En
1561, tuvo un conflicto con partidarios
de Francisco de Aguirre que querían quitarle el cargo de gobernador, y
se vio Zurita obligado a reaccionar con dureza ejecutando a algunos amotinados.
Pero siguió teniendo complicaciones, y parece ser que la más grave la originó
Pedro de Villagra, quien, al ser nombrado gobernador de Chile, estimó
equivocadamente que podía destituir a Zurita, y lo llevó preso a Santiago de
Chile. Pronto ordenó el virrey de Perú que lo dejara libre, y por eso vemos
ahora a Zurita luchando en Chile contra los mapuches sin apenas conocer su
bravura y sus estrategias militares, a pesar de haber batallado en Perú y
tenido grandes logros militares en Argentina. Pedro de Villagra reconoció su
error y lo nombró maestre de campo de su ejército. En 1571, Zurita ejercía como
gobernador en la zona boliviana de Santa Cruz de la Sierra, y, en 1581, aparece
como corregidor en Charcas (Perú), donde es fácil que falleciera hacia el año
1585.
No hay comentarios:
Publicar un comentario