jueves, 23 de diciembre de 2021

(1600) Antes de que llegara Melchor Bravo, el presidente de la Audiencia, se hicieron cargo de la gobernación de Chile dos oidores, con buena voluntad pero excesivamente rigurosos por falta de experiencia. Uno de ellos era JUAN TORRES DE VERA.

 

     (1190) Los dos oidores actuaban autoritarios y con poco tacto, y los soldados se quejaban: "En la ciudad de Concepción, mandaron aquellos señores oidores que todos los que estaban preparados para la guerra saliesen luego de la ciudad y fuesen a Arauco, donde estaba el general don Miguel de Velasco. Mandaron asimismo a los procuradores de las ciudades que fuesen con los demás, de lo que algunos de ellos se tenían por agraviados, ya que, como los oidores venían de Castilla y tenían poca práctica de las cosas de Chile, cuando mandaban una cosa, no admitían ninguna réplica. Un hidalgo llamado Santisteban, que vino como procurador de la ciudad de Osorno, dio algunas razones para no ir, y, no siéndole admitidas, le dijo al licenciado Egas Venegas: 'Creíamos que vuestras mercedes venían a este reino a ayudarnos y dolerse de nuestros trabajos'. Por esas palabras, ordenó llevarlo al cepo, y él, para no verse preso, fue adonde le mandaron. A otro soldado antiguo y viejo le mandó el licenciado Juan Torres de Vera que fuese con los demás, le respondió que no tenía caballo en que ir, y le mandó que fuese a pie o en un barco por la mar. Se llamaba Diego de Carmona, y le notificó, bajo pena de muerte, que cumpliera lo que se le mandaba, por lo que tuvo que ir  como pudo. Ya desde entonces comenzaban a sentir todos cuánto mejor les iba con los gobernadores que con los oidores de la Audiencia, maldiciendo a los que habían pedido que se fundara. Llegados a Arauco, el general don Miguel los consoló a todos porque los conocía desde hacía mucho tiempo. Por ello, mandó aviso a los oidores diciendo que muchos de aquellos soldados pasaban necesidad, y que, debido a las frecuentes guerras, estaban rotos y muy pobres, por lo que era justo que se les enviase alguna ropa con que cubrir las carnes. Los oidores  mandaron enseguida que en dos barcos les llevasen paño, camisas y otras cosas con que se aderezasen, y que él se la repartiese como le pareciese".

     Llegó la ropa, y el general don Miguel de Velasco la repartió entre sus hombres más necesitados: "Luego salió de Arauco y anduvo por todo el territorio pacificando como mejor podía a los naturales, gente tan malvada, que de ordinario piensan en traiciones". Siguió habiendo malentendidos con los dos oidores, que, aunque eran autoritarios, tenían buena voluntad, pero solía ser mal interpretada por los soldados: "Había muchos hombres nobles que se quejaban en público de los oidores, diciendo que el rey los había enviado al reino de Chile para aplicar justicia, y que, aunque lo hacían bien en los litigios, sin embargo no eran imparciales cuando se trataba de repartir las encomiendas de indios, porque se las daban a sus parientes y a otros que eran paisanos suyos, debiendo tener preferencia muchos hidalgos que, desde el tiempo de Valdivia, habían trabajado mucho y ayudado a ganarlas, y muchas veces aventurado sus vidas sirviendo al rey, y al presente lo hacían, y decían que la instrucción que Su Majestad les había dado mandaba que, en el proveer tales adjudicaciones, tuviesen en cuenta a hombres beneméritos y antiguos, pero ellos no lo hacían así".

 

     (Imagen) Uno de los dos oidores de la recién fundada Audiencia que se hicieron cargo de la gobernación de Chile, JUAN TORRES DE VERA Y ARAGÓN, tuvo una deriva especial durante su estancia en las Indias. Vino al mundo en Estepa (Sevilla) el año 1527, y pertenecía a una familia distinguida y culta. Su padre, Juan Alonso de Vera, que ostentaba en esa población sevillana el cargo de contador del Comendador de la Orden de Santiago,  era natural de Llerena, la población de Badajoz que dio origen al gran cronista de Indias Pedro Cieza de León. Dos hermanos de Juan Torres vivieron también la aventura de las Indias, y hubo otro, Francisco de Vera, que ocupó puestos jurídicos y políticos de  gran relieve: catedrático, oidor de la Audiencia Real de Valladolid, visitador en Nápoles, embajador en Saboya y embajador en Venecia. El licenciado en leyes  y oidor de Audiencia Juan Torres de Vera llegó a Chile en 1567 con un currículo parecido al de su hermano Francisco. En 1568 asumió el cargo de presidente de la Audiencia de Chile Melchor Bravo de Sarabia, así como la gobernación interina del país, quedando supeditados a él los dos oidores que llegaron antes. No obstante, Melchor Bravo, al que le gustaba guerrear contra los indios, le confió a Juan Torres de Vera el puesto de general del ejército, quien después alcanzó responsabilidades de alto nivel. Se dio la circunstancia curiosa de que el gran conquistador vasco Juan Ortiz de Zárate, gobernador de Río de la Plata y de Paraguay, dejó dispuesto, antes de morir el año 1576, que le sustituyera en el cargo quien se casara con una hija suya mestiza, Juana Ortiz de Zárate y Yupanqui. Hubo varios pretendientes, pero fue Juan Torres quien consiguió el matrimonio y la gobernación. Tuvo bastantes complicaciones jurídicas, y la enemistad del virrey Francisco de Toledo, que había preferido a otro candidato. Juan Torres consiguió hacer cosas positivas, como la fundación de Corrientes, la ciudad argentina (actualmente con un millón de habitantes). En los peores momentos de sus acusaciones jurídicas, delegó su gobierno en el gran Juan de Garay, pero en 1589 quedó absuelto de toda culpa, y siguió ejerciendo hasta 1592. JUAN TORRES DE VERA murió el año 1613 en la Villa de la Plata (la actual Sucre boliviana). En la imagen vemos su firma en un documento dirigido en 1576 al rey Felipe II con la habitual despedida protocolaria de aquellos tiempos: "Besa los reales pies y manos de Vuestra Majestad su humilde criado el Licenciado Juan de Torres de Vera".




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