jueves, 20 de mayo de 2021

(1425) Muerto Hernando de Soto, se vino abajo toda la campaña, ya que se decidió abandonarla volviendo a México. Todos sus hombres, con gran sentimiento, lo enterraron, aunque se verán obligados a cambiarlo de sitio.

 

     (1015) Pero, desaparecido Hernando de Soto, el pilar pétreo que mantenía en pie, en medio de las desgracias, la agotadora campaña de la Florida, el escenario cambió por completo, y sus sucesores decidieron lo que él  nunca habría consentido: "Con la muerte del gobernador y capitán general Hernando de Soto no solamente no pasaron adelante las pretensiones y buenos deseos que de poblar aquella tierra había tenido, sino que sus capitanes y soldados renunciaron a seguirlos, como suele acaecer dondequiera que falte la cabeza principal del gobierno. Como todos los capitanes y soldados del ejército estaban descontentos por no haberse hallado en la Florida lo que que pretendían (aunque tenía las demás calidades que hemos dicho), deseaban marcharse de ella, y fue acordado salir de aquel reino lo más presto que les fuese posible, cosa que después lloraron todos los días de su vida. Hasta el contador público Juan de Añasco, que, como ministro de la hacienda de su rey, estaba obligado a sustentar la opinión tan acertada de su capitán general y a finalizar su empresa, aunque solo fuera por no perder lo trabajado, no solamente no contradijo a los demás capitanes y caballeros, sino que él mismo se ofreció a guiarlos y salir con brevedad a la jurisdicción de México, porque presumía de ser cosmógrafo y poder ponerlos presto a salvo (y lo conseguirá)".

     De inicio, van a caer ingenuamente en una trampa: "Les dio ánimo para esta nueva determinación el recuerdo de ciertas noticias falsas que el invierno y el verano pasados les dieron los indios diciéndoles que, al poniente y no lejos, había otros castellanos que andaban conquistando aquellas provincias. Tomando por verdaderas estas hablillas, pensaban que debía de ser gente que hubiese salido de México a conquistar nuevos reinos, y que estaría bien irlos a buscar para ayudarlos, como si ellos no hubieran hallado ya qué conquistar y qué poblar".

     Con eso propósito, se pusieron en marcha, pero enseguida cometieron un error: "Partieron nuestros españoles de la provincia de Guachoyo hacia el cinco de julio, y enderezaron su viaje al poniente en línea recta, porque les parecía que, siguiendo aquel rumbo, habían de salir a tierra de México, sin darse cuenta de que se encontraban mucho más al norte. Caminaron más de cien leguas, y no podré decir cómo se llamaban estas provincias porque, como ya no tenían intención de poblar, sólo pretendían pasar por ellas rápidamente, y por esto no tomaron los nombres ni pudieron dármelos a mí. Habiendo pasado estas provincias, caminaron más de cien leguas, y llegaron a una provincia llamada Auche, y el señor de ella les salió a recibir con muchas caricias que les hizo, y les hospedó con muestras de amor, mas, como después veremos, todo era fingido. Tras dos días de descanso, los españoles decidieron atravesar un gran despoblado que estaba en su ruta. El cacique de Auche les dio indios cargados de maíz para seis días y un indio viejo que les guiase hasta alcanzar otro poblado, y, en presencia de los españoles, mostrándose muy amistoso con ellos, le mandó al indio que los llevase por el mejor y más corto camino".

 

     (Imagen 2ª) Sigamos con el 'retrato' que Inca Garcilaso le hace al gran HERNANDO DE SOTO: "Fue severo en castigar los delitos de milicia, pero los demás los perdonaba con facilidad. Honraba mucho a los soldados que eran valientes. Y él lo fue de tal manera, que, por doquiera que entraba peleando, dejaba hecho camino por donde pudiesen pasar diez de los suyos, y todos decían que diez lanceros no valían tanto como él. Tuvo este valeroso capitán una cosa muy notable, y fue que, en los ataques que hacían los enemigos, siempre era el primero o el segundo que salía a responderles. En suma, fue uno de los mejores lanceros que al Nuevo Mundo llegaron, con excepción de Gonzalo Pizarro, al cual se dio siempre la honra del primer lugar. Gastó en esta campaña más de cien mil ducados, ganados por él en el Perú, de la parte que le tocó en Cajamarca cuando fue apresado Atahualpa. La muerte del gobernador Hernando de Soto causó en todos los suyos gran dolor. Se les doblaba esta pena por serles forzoso sepultarlo en secreto, para que los indios no supiesen dónde quedaba, pues temían que le hiciesen a su cuerpo algunas ignominias que ya en otros españoles habían hecho, desenterrándolo y poniéndolo en trozos por los árboles. Por lo cual acordaron enterrarlo de noche, con centinelas puestos, para que los indios no lo viesen ni supiesen dónde quedaba. Eligieron para sepultura uno de los muchos hoyos grandes que cerca del pueblo había en un llano, y en él enterraron al famoso Adelantado Hernando de Soto, con muchas lágrimas de los sacerdotes y caballeros que en sus tristes exequias se hallaron. Y el día siguiente, para disimular el lugar donde quedaba el cuerpo y encubrir la tristeza que ellos tenían, les dijeron a los indios que el gobernador estaba mejor de salud, y, para que lo creyeran, subieron en sus caballos e hicieron muestras de mucha fiesta y regocijo, corriendo por el llano y trayendo galopes por los hoyos y encima de la misma sepultura, cosas bien diferentes y contrarias de las que en sus corazones tenían". No se suele hablar de este enterramiento, que fue el primero. Lo que ocurrió después fue que, tras haberlo llevado a cabo, los españoles decidieron rectificar, como veremos enseguida. La imagen actual nos muestra una de las muchas placas con que en EEUU recuerdan los hechos de Hernando de Soto. En este caso, el de la probable primera celebración navideña que hubo en sus tierras, porque el gran capitán descansaba allí en diciembre de 1539, y le acompañaban doce sacerdotes.




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