jueves, 15 de abril de 2021

(Día 1395) El cacique Tuscaluza, de impresionante presencia física, aparentó amistad, pero dos españoles habían desaparecido. No era raro en las Indias que algún conquistador se hiciera clérigo, como ocurrió con el ejemplar Gonzalo Cuadrado Jaramillo.

 

     (985) Estando en Talisi, Hernando de Soto recibió una visita: "Vino un hijo de Tuscaluza, mozo de edad de diez y ocho años, de tan buena estatura de cuerpo, que del pecho arriba era más alto que ningún español. Traía una embajada de su padre en la que ofrecía al gobernador su amistad y estado para que de todo ello se sirviese como más gustase. El general lo recibió muy afablemente y le hizo mucha honra, así por su calidad como por su gentileza y buena disposición. Cuando el gobernador fue a visitar a su padre, se despidió previamente del buen Coza y de los suyos, los cuales quedaron muy tristes porque los castellanos se iban de su tierra. Después de tres días de camino, llegó a dar vista al pueblo donde el cacique Tuscaluza estaba, el cual, sabiendo por sus correos que el gobernador venía cerca, tenía en su compañía no menos de cien hombres nobles. Todos estaban en pie, y Tuscaluza sentado en una silla de las que los señores de aquellas tierras usan. Su aspecto era como el de su hijo, pues a todos sobrepujaba más de media vara. fue el indio más alto de cuerpo y más lindo de talle que estos castellanos vieron en todo lo que anduvieron de la Florida".

     Por encargo de Hernando de Soto, habían ido antes dos españoles a inspeccionar las tierras de aquella comarca, uno de los cuales era Juan de Villalobos. Cuando llegaron Hernando de Soto y sus hombres, fueron aposentados amablemente por el cacique en el pueblo principal, llamado también Tuscaluza: "Pero no se supo qué había sido de ellos. Sospecharon que los indios, hallándolos lejos del real, los hubiesen matado, porque el Villalobos, dondequiera que se hallaba, era muy amigo de correr la tierra y ver lo que en ella había, cosa que cuesta la vida a muchos de los que en la guerra tienen esta mala costumbre. Con el mal indicio de faltar los dos españoles, se temió que la amistad de Tuscaluza no era tan verdadera como pretendía él mostrarla. A esta mala señal se añadió otra peor, y fue que, preguntando a sus indios por los dos españoles que faltaban, respondían con mucha desvergüenza que no se los habían dado a guardar a ellos. El gobernador no quiso insistir mucho porque pensó que estaban muertos y que hacerlo solo serviría para alarmar y ahuyentar al cacique y a sus vasallos. Le pareció conveniente dejar la averiguación y el castigo para mejor coyuntura. Al amanecer del día siguiente, envió a dos escogidos soldados, de los mejores que en todo su ejército había, el uno llamado Gonzalo Cuadrado Jaramillo, hijodalgo natural de Zafra, hombre hábil y práctico en toda cosa, a quien se podía confiar seguramente cualquier grave negocio de paz o de guerra; el otro se llamaba Diego Vázquez, natural de Villanueva de Barcarrota, hombre asimismo de todo buen crédito y confianza. Les encargó que fuesen a ver lo que había en un pueblo llamado Mabila, donde el cacique tenía mucha gente para, según se decía, mejor servir y festejar al gobernador y a sus españoles. Luego que los dos soldados salieron del real, mandó el gobernador que cien de a caballo y cien infantes fuesen con él y con Tuscaluza, pues ambos quisieron aquel día ir en vanguardia. Al maestre de campo le dejó mandado que, con el resto del ejército, saliese con brevedad en su seguimiento. El cual salió tarde y la gente caminó derramada por los campos cazando y disfrutando, bien descuidados de tener batalla, por la mucha paz que todo aquel verano hasta allí habían traído". Pero pronto surgirán sospechas sobre la fiabilidad de Tuscaluza.

 

     (Imagen) Terminada (en desastre) la campaña de La Florida, varios conquistadores profesaron en algún convento. Fue el caso de GONZALO CUADRADO JARAMILLO, del que acaba de hacer Inca Garcilaso un elogio incondicional por sus polivalentes cualidades. El cronista (que también se hizo clérigo) afirmará al final de su libro que a los demás les influyó su decisión: "Algunos  se metieron en religión por el buen ejemplo de Gonzalo Cuadrado Jaramillo, que fue el primero que entró en ella. El cual quiso ilustrar su nobleza y sus hazañas pasadas haciéndose verdadero soldado y caballero de Nuestro Señor Jesucristo, asentándose bajo la bandera y estandarte de un maestre de campo y general como el seráfico padre San Francisco, en cuya orden y profesión acabó, habiendo mostrado de obra que en las religiones se adquiere la verdadera nobleza y la suma valentía que Dios estima y gratifica. Por el cual hecho, que, por tratarse de Gonzalo Cuadrado, fue mucho más admirado que si fuera de algún otro, hicieron lo mismo otros muchos españoles, entrando en diversas religiones para honrar con buen fin toda la vida pasada". Se dieron bastantes casos semejantes en las Indias de españoles, conquistadores o con encomiendas de indios, quizá movidos por viejos remordimientos que les quedaron en el alma por lo que tenía inevitablemente de brutal la profesión que ejercieron, por otra parte, heroica. La 'conversión' más brusca fue la del apocalíptico Bartolomé de las Casas, que pasó de ser un clérigo pesetero, a profesar como dominico por no poder ya transigir con la explotación que se les hacía a los nativos. Pero la sociedad española, e incluso la misma Corte (a pesar de todo, más respetuosas con los indígenas que cualquier otra nación europea en aquellos tiempos),  fueron evolucionando hacia un rechazo cada vez mayor del aspecto inhumano de las campañas de conquista. Entre los numerosos casos de conquistadores que profesaron como religiosos, incluso dando sus riquezas a los pobres, podemos citar a Francisco de Zúñiga y Juan Garcés en el Caribe, Sindos de Portillo, Francisco de Medina, Alonso de Aguilar, Hulano Burguillos y Gaspar Díez en México, Diego de la Tobilla en Panamá, Juan Gavilanes en Perú y, en Chile, Antonio del Campo y Juan Fernández de Alderete (al que mencioné en una imagen pasada).




No hay comentarios:

Publicar un comentario