(984) Así que, siguiendo la buena racha,
también en Ychiaha habían sido bien recibidos los españoles, e, incluso,
quedaron contentos los indios con los regalos que, en compensación por sus
atenciones, les hizo Hernando de Soto. Y
continuó la imparable marcha: "Caminaron
aquel día hasta el siguiente pueblo,
llamado Acoste. Era de otro señor bien diferente del pasado. El cual recibió a
los castellanos muy de diferente manera que el cacique de Ychiaha, porque no
les mostró semblante alguno de amistad, sino que estaba puesto en armas con más
de mil quinientos indios de guerra. Se mostraban tan deseosos de pelear, que
amenazaban con clavarles los dedos en los ojos a los españoles, sacudiendo y
blandiendo los brazos con los puños cerrados con intención de provocar. De tal
manera que muchas veces estuvieron los castellanos, perdida la paciencia, por ir
contra ellos. Mas el gobernador lo estorbó diciéndoles que sufriesen todo lo
que hiciesen los indios, al menos por no quebrar el hilo de la paz que hasta
allí habían traído desde que salieron de la belicosa provincia de Apalache. Se
hizo lo que mandó, mas aquella noche los unos y los otros la pasaron toda
puestos en sus escuadrones como enemigos declarados. Pero el día siguiente se
mostraron los indios más afables, y el cacique y los más principales vinieron
con nuevo semblante a ofrecer al gobernador todo lo que en su tierra tenían, y
le dieron maíz para el camino. Se entendió que algún buen recado que el señor
de Ychiaha les hubiese enviado en favor de los españoles hubiese causado aquel
comedimiento. El general les agradeció el ofrecimiento y les pagó el maíz, de lo
que ellos quedaron contentos, y el mismo día salieron del pueblo los españoles dando
gracias a Dios de que los hubiese sacado del pueblo de Acoste sin haber
quebrado la paz que hasta allí habían traído".
Asimismo fue fantástica la acogida que les
hizo a los españoles el cacique del siguiente poblado al que llegaron, llamado
Coza, el más importante de la comarca del mismo nombre, hasta el extremo de que
le insistió a Hernando de Soto para que dejara allí residiendo en la zona un
contingente de hombres: "El gobernador le agradeció su buena voluntad y le
dijo que de ninguna manera podía poblar tierra adentro hasta saber qué puertos había
en la costa de la mar para recibir los navíos y gente que de España, o de otras
partes, viniesen a ellos con ganados, plantas y todas las cosas necesarias para
poblar. Le pidió que, entretanto se sosegase, pues no tardaría en volver por
allí poblando las tierras".
Hernando de Soto dio orden de partir, y lo
hicieron con la intención de llegar a la costa, siguiendo el rumbo que habían
escogido ya poco antes: "Pasados unos doce días que el ejército hubo
descansado en el pueblo de Coza, más bien por complacer los deseos del cacique,
le pareció al gobernador seguir su viaje en demanda de la mar (hacia el Sur),
como lo llevaba encaminado, que desde que salió de la provincia de Joara había
caminado hacia la costa haciendo un arco por la tierra para salir al puerto de
Achusi, como lo había concertado con el capitán Diego Maldonado, que se había
quedado para descubrir la costa, y había de venir al principio del invierno
venidero al dicho puerto de Achusi con socorro de gente y armas, ganado y
bastimentos. Y éste era el fin principal del gobernador: ir a este puerto para
empezar a hacer una población".
(Imagen) Nos va a mostrar el cronista un
ejemplo de que la amabilidad de muchos indios con los españoles era interesada:
"El cacique Coza quiso acompañar a Hernando de Soto hasta los límites de
su tierra, y salió en su compañía con mucha gente noble de guerra. Llegaron a
un pueblo llamado Talisi, que era el último de la provincia de Coza. Este
pueblo no obedecía bien a su señor Coza, por trato doble con otro señor llamado
Tuscaluza, el cual era hombre soberbio y belicoso, de muchas cautelas y
astucias, como adelante veremos, y tenía amedrentados a los de Talisi para que
no obedeciesen a su señor. Teniéndolo sabido de tiempo atrás el cacique Coza, se
alegró de venir con el gobernador, no solo para servirle en el camino, sino
también para asustar a los moradores de Talisi con la ayuda de los españoles y
hacer que le fuesen obedientes". Antes de partir de Coza, habían ocurrido
dos incidentes: "En el pueblo huyó un
cristiano, si es que lo era, llamado Falco Herrado. No era español ni se sabía
de dónde fuese natural, hombre muy plebeyo, y no se echó de menos hasta que el
ejército llegó a Talisi. Se hicieron diligencias para volverlo a cobrar, mas no
aprovecharon, porque muy desvergonzadamente respondió con los indios que le llevaron
los mensajes de Hernando de Soto que, por no ver ante sus ojos cada día a su
capitán, que le había reñido y maltratado de palabra, quería quedarse con los
indios. El cacique Coza contestó más cortésmente a la petición que el gobernador
le hizo rogándole que sus indios le trajesen a aquel cristiano huido. Dijo que,
pues no habían querido quedarse todos en su tierra, se alegraba mucho de que,
al menos, se hubiese quedado siquiera uno, y le suplicaba a su señoría lo
perdonase, pues él no haría fuerza para que volviese al que de su gana se
quedase, y lo estimaría en mucho. El gobernador, viendo que estaba lejos y que
los indios no le habían de obligar a que volviese, no insistió más. También hay
que decir que en el mismo pueblo de Coza quedó un negro enfermo que no podía
caminar, llamado Robles, el cual era muy buen cristiano y buen esclavo. Quedó
encomendado al cacique y él tomó a su cargo el curarle con mucho amor y
voluntad. Sería bueno saber, cuando Dios
Nuestro Señor sea servido de que aquella tierra se conquiste y gane, si existe
algún rastro o memoria de los que así se quedaron entre los naturales de este
gran reino". (En la imagen, TALISI, entre los territorios de Coza y Tuscaluza).
No hay comentarios:
Publicar un comentario