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Así que, se fue para siempre de las Indias el gran Pedro de la Gasca,
pero las aguas quedaron solo aparentemente tranquilas. No tardará en surgir la
rebeldía de Francisco Hernández Girón, consecuencia de otra menos importante,
que duró poco: "Tras la partida de La Gasca hacia España, los vecinos se
fueron a sus ciudades y a sus casas, para atender sus haciendas. El general
Pedro de Alonso de Hinojosa fue uno de ellos, y Francisco Hernández Girón fue
al Cuzco para iniciar la campaña que Pedro de la Gasca le había confiado. Por
el camino consiguió reunir más de doscientos soldados, porque era un capitán
muy querido. Viéndose tantos juntos, empezaron a desvergonzarse y a hablar con
libertad sobre todo lo pasado. Vituperando al presidente La Gasca y a los
gobernadores que dejó en Perú. Y fue tal la desvergüenza, que los vecinos
hablaron con Juan de Saavedra, el corregidor del Cuzco, de que le pidiese a
Hernández Girón que apresurase su viaje, para verse libres de los soldados,
pues estaban alojados en las casas de los vecinos".
Como el cronista Palentino, contradiciendo
esta versión, afirma que los vecinos no querían que se marchasen los soldados,
porque, con ellos, se encontraban más seguros, Inca Garcilaso, manifiesta que
se equivoca: "No sé quién pudo darle esta información, pues a los vecinos
les convenía que se marcharan, para no tener que mantenerlos a su costa, pues
algunos mantenían hasta siete soldados en sus casas". Después de acusarle
al Palentino de repetir ingenuamente lo que otros le contaron, llegando,
incluso, a exagerar el número de motines que hubo en el Perú, añade: "Yo
me hallé en la ciudad del Cuzco cuando Hernández Girón y sus soldados hicieron
este primer alboroto, del que luego daré cuenta. Y también me hallé en el
segundo motín, que ocurrió tres años después. Y estuve tan cerca de los que lo
hicieron, que lo vi todo, y ellos no hacían caso de mí porque era de tan poca
edad, que seguía siendo un muchacho. Diré llanamente lo que vi, y lo que oí a
mi padre y a otros muchos que en nuestra casa platicaban estas cosas".
Inca Garcilaso repite su versión de que los
vecinos hablaron con el corregidor para que Juan de Saavedra le dijera a
Francisco Hernández Girón que acelerara su partida del Cuzco. Y continúa
diciendo: "Al enterarse los soldados, hablaron con Girón, y entre todos
decidieron no dejarse avasallar por los vecinos, ya que estaban libres de la
jurisdicción del corregidor, puesto que era Pedro de la Gasca quien les había
dado la provisión para ir a la conquista. Llegó a tanto el alboroto, que los
soldados se juntaron armados en casa de Francisco Hernández Girón, mientras que
los vecinos, también con las armas, se unieron, y formaron escuadrón en la
plaza. Luego los contrarios formaron otro, y se colocaron bien cerca de la
plaza. Así estuvieron dos días, con mucho riesgo de enfrentarse los unos a los
otros. Y así habría sucedido de no ser porque hombres prudentes, que estaban
lastimados por las miserias pasadas, hablaron con el corregidor y con Francisco
Hernández Girón para que se viesen y tratasen el asunto. Los principales fueron
Diego de Silva, Diego Maldonado el Rico, Garcilaso de la Vega, Vasco de
Guevara, Antonio de Quiñones, Juan de Berrio, Jerónimo de Loaysa, Martín de
Meneses y Francisco Rodríguez de Villafuerte, el primero de los Trece de la
Fama que pasó la raya que hizo el Marqués Don Francisco de Pizarro con la
espada". De todos ellos hemos hablado anteriormente, y, en concreto, el
cronista confirma que Villafuerte fue el primero en pasar la raya, tal y como
afirmaba su hijo cuando presentó una relación de sus méritos.
(Imagen) Toca hablar de FRANCISCO
HERNÁNDEZ GIRÓN (el último rebelde peligroso). Nacido el año 1510 en Cáceres,
tuvo gran capacidad de liderazgo, pero, asimismo, estuvo ciego ante el hecho
inevitable de que su alzamiento militar tenía que acabar mal. Como Gonzalo
Pizarro, ganará batallas, pero perderá la guerra. Fue su rebeldía innata la que
le llevó a las Indias, pues lo hizo tras un enfrentamiento con un noble a cuyo
servicio estaba en España. Llegó en 1535 con el gobernador Francisco Gutiérrez
a Veragua (Centroamérica), en cuya campaña de conquista fracasaron por ser
durísima. Huyendo del desastre, se fueron a Perú. Cuando Francisco Pizarro tuvo
sospechas sobre la fidelidad de Belalcázar, envió hacia Quito a Lorenzo de
Aldana para mantener a raya al posible y temible rebelde, llevando en su
compañía a Girón (al parecer, eran parientes), el cual se estrenó en la zona de
Popayán (actual Colombia) consiguiendo provisiones en momentos muy difíciles.
Estuvo también bajo el mando del jerezano Juan de Ampudia, a quien, en una
batalla, lo mataron indios caníbales el año 1541, pero él salvó su vida a pesar
de haber recibido tres heridas. Girón, el futuro rebelde, era entonces un
hombre muy fiel a la Corona, y, habiéndose trasladado a Quito, se puso al
servicio del virrey Blasco Núñez Vela, mostrando ya entonces la dureza de su
carácter. El virrey se veía acorralado por Gonzalo Pizarro en Quito, y
desconfiaba de algunos de sus propios capitanes, hasta el punto de que pensó
volverse a España para denunciarlos ante el Rey. Girón consiguió que abandonara
su absurda idea, y, en su línea dura, le dijo que lo que tenía que hacer era
cortarles la cabeza. Él mismo se encargó hábilmente de descubrir a algunos
conspiradores, por lo cual el virrey ejecutó a los capitanes Rodrigo de Ocampo,
Jerónimo de la Serna y Gaspar Gil. Cuando se entabló la batalla de Iñaquito,
Girón actuó valientemente contra Gonzalo Pizarro, pero fueron derrotados, él
resultó herido y apresado, y, al virrey, después de rendirse, lo mató
cobardemente el licenciado Benito Suárez de Carvajal. En la imagen (con letra
casi ilegible) se ve un folio de un informe (año 1550) sobre los delitos que
cometieron el capitán Francisco Hernández Girón y sus
secuaces en el Cuzco. Seguiremos hablando de él en la próxima imagen.
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