(839) Los recién llegados no estaban por
la labor de reconocer los cargos que le habían adjudicado los vecinos a Vasco
Godínez: "Respondieron que ellos no tenían autoridad para aprobar nada de
aquello, y que, como amigos suyos, le aconsejaban que desistiese de aquellas
pretensiones, porque podía parecer que había matado a Don Sebastián de Castilla
para tomar el poder, y no por servir a Su Majestad. Con la respuesta, se
indignó grandemente Vasco Godínez, y a voces dijo que a los que pretendiesen
menoscabar su honra, él les consumiría la vida. Mandó que entrasen todos en
cabildo, y que estuviesen a la puerta del ayuntamiento ochenta soldados, para
que matasen a cualquiera que se opusiese a lo que él pedía. Sabiéndolo Pablo de
Meneses y sus compañeros, por mal que les pesó, aprobaron las elecciones, y
mucho más, si lo hubiese pedido, porque el licenciado Gómez Hernández les
aseguró que, de no hacerlo, los mataría a todos".
Por aquel entonces estaba volviendo García
Tello de Guzmán de la aventura que fracasó en el plan de ir a matar al mariscal
Alonso de Alvarado por encargo de Don Sebastián. Recordemos que tuvo que
regresar con los pocos soldados que le quedaron cuando Juan Remón y otros
amigos suyos decidieron abandonar aquella loca idea y pasarse a la legalidad.
El pobre Tello no sabía lo que le esperaba: "El cabo Riva Martín, que
había salido con algunos arcabuceros, por orden de Godínez, apresó a Don García Tello de Guzmán a cinco leguas de
la ciudad. El cual venía confiado en que iba a hallar buena acogida en Don
Sebastián de Castilla y los suyos. Pero, cuando supo que lo habían matado Vasco
Godínez, Baltasar Vázquez y Gómez Hernández, que eran sus más íntimos amigos, y
los que más habían impulsado la muerte de Pedro de Hinojosa y aquella rebelión,
se quedó como pasmado, pareciéndole imposible que los que tanto habían hecho
con Don Sebastián para matar a Pedro de Hinojosa, lo matasen ahora a él, siendo
cualquiera de ellos, sin comparación, más culpables en aquella traición y
tiranía. Conociendo Don García las trampas de todos ellos, no dudaba de que le
habían de matar, para que no tuviese ocasión de decir lo que sabía de aquellas
maldades. Y así fue, pues, en cuanto entró en la ciudad, Vasco Godínez le
encargó a Baltasar Velázquez que lo matase enseguida".
Velázquez le dijo al desdichado Don García
que iba a morir, y que hiciera rápidamente su confesión: "Juan Ortiz de
Zárate le rogó que le concediese todo aquel día para que pudiera tener tiempo
de recordar todos sus pecados y pedir a Dios perdón por ellos, pues era mozo, y
había sido muy pecador". Baltasar Velázquez se negó, y le dijo a Don
García que se diera prisa en confesarse porque en una hora lo iban a ejecutar:
"Casi
sin acabar de confesarse, Baltasar Velázquez mandó que le dieran garrote, y se
quebró el cordel, pero, poniendo otro cordel en la garganta, y pareciéndole a
Baltasar Velázquez que había mucho retraso, mandó que le cortaran la cabeza.
Juan Ortiz de Zárate amortajó y enterró su cuerpo. Luego ejecutaron también a
algunos otros, sin dejar que se confesaran, y sin previo proceso judicial, para
que no pudiesen manifestar que quienes les mataban eran los impulsores de la
rebelión".
(Imagen) Hemos visto cómo los rebeldes
apresaron, cuando mataron a Pedro de Hinojosa, al tesorero Francisco de
Isasaga. Hablaré de él en la próxima imagen, porque primeramente me referiré a
su padre, PEDRO OCHOA DE ISASAGA, natural de Villafranca de Oria (Guipúzcoa) y hombre
de variopintas cualidades. Y, para ello, me plagiaré a mí mismo (resumiendo),
ya que, investigando, recogí algunos datos suyos en la biografía que escribí
sobre Sancho Ortiz de Matienzo, pues los dos trabajaron juntos en la
sevillana Casa de la Contratación de las
Indias. Anteriormente, Pedro, que ostentaba el flamante título de Comendador de
Rodas, tenía ya tal prestigio, que los Reyes Católicos le encomendaron la
misión de velar en Lisboa por el bienestar y las propiedades de su hija María
de Aragón, recién casada (año 1500) con el rey Manuel I de Portugal. Desde
Lisboa, Pedro de Isasaga los tuvo al corriente del estado de su hija. Ese mismo
año, les escribió una carta para que supieran lo feliz que era el matrimonio, y
cuánto disfrutaba Doña María el espectáculo de los "momos", una
especie de juegos literarios cortesanos. En 1508, Pedro le sacó de un apuro a
Fernando el Católico consiguiendo evitar un conflicto con el rey de Portugal,
ya que se había visto obligado a tomar el Peñón de Vélez de la Gomera por ser
un refugio de piratas, con lo cual había infringido el tratado de Tordesillas,
ya que era territorio portugués. Siguiendo su consejo, el rey Fernando, se
disculpó por escrito ante Don Manuel, su yerno: " Yo nunca tuve el fin de
tomar cosa alguna de vuestra conquista, sino el de remediar el gran daño que
desde Vélez hacían a los cristianos, pues, en el tiempo que me hallé ausente,
estuvo por ello en mucho riesgo de perderse el reino de Granada". Tras ser
nombrado PEDRO OCHOA DE ISASAGA, el año 1509, factor de la Casa de la
Contratación, fue enviado temporalmente a las Indias para fiscalizar la labor
de los funcionarios del Rey residentes en la Isla Española. Se estableció en la
ciudad de Santo Domingo con su familia, de la que ya formaba parte su hijo
Francisco de Isasaga, el cual, como veremos en la próxima imagen, heredó de su
padre (fallecido en 1518), entre otras cosas, la pasión por la cultura y el
oficio de funcionario, aunque, además, fue conquistador. Ha sido una verdadera
casualidad descubrir ese parentesco.
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