(843) Se diría que el mariscal Alonso de
Alvarado tenía muy claro lo que iba a hacer con Vasco Godínez: "Teniendo,
pues, el mariscal algunas noticias de estas intenciones, decidió manejar el
negocio con habilidad, e hizo púbico que habían llegado algunas provisiones
para gratificar a los que habían intervenido en la muerte de Don Sebastián, y
que, en una de ellas, se les otorgaba a Vasco Godínez y a Juan Remón la
encomienda de indios que había sido de Alonso de Mendoza (fallecido
anteriormente de enfermedad). Publicada esta noticia, envió a Potosí a
Alonso Velázquez con algunos documentos y con una orden de prender a Vasco
Godínez, haciendo creer a la gente que llevaba la concesión oficial de la
encomienda de indios para Godínez".
La estrategia empezó a funcionar de
inmediato: "Vasco Godínez estaba entonces en la ciudad de la Plata, donde
tuvo noticia, por una carta de un pariente suyo, de que Alonso Velázquez le
llevaba la provisión de la encomienda de indios, que eran los de Alonso de
Mendoza. De lo cual se mostró muy enfadado y muy ofendido Vasco Godínez porque
no era la encomienda de Pedro de Hinojosa, de la cual él ya se había apoderado
despóticamente. Poco después de recibir la carta de su pariente, entró Alonso
Velázquez en la ciudad, y fue con algunos amigos suyos a la posada de Vasco
Godínez". El recibimiento de Godínez fue quejumbroso, sin darse cuenta de
que se le acercaba la ruina total. Velázquez, por tenerlo distraído, le presentó
algunos escritos irrelevantes, y, cuando empezó a leerlos, le dijo: "Sed
preso, señor Godínez". Su turbación fue enorme. Desconcertado, le exigió
que demostrara sus poderes, pero lo único que quería Velázquez era encerrarlo
cuanto antes: "Finalmente, Alonso Velázquez lo metió en la cárcel, le echó
cadenas y grillos, y luego le escribió al mariscal lo que había ocurrido. El
cual llegó pronto a Potosí, y comenzó a ocuparse de los castigos, prendiendo a
muchos soldados y vecinos".
Inca Garcilaso recoge un párrafo del
Palentino, con el que no se va a mostrar de acuerdo: "Abrió causa contra
Martín de Robles, Gómez de Solís, Martín de Almendras y otros, pero
admitiéndoles sus descargos y sus pruebas. Muchos de los cuales salvaron sus
vidas más por el largo plazo que les concedió para completarlos, que por las
alegaciones que presentaron en su defensa, como más adelante diremos".
Veamos el duro comentario de Garcilaso:
"Estas razones del Palestino muestran que recibiría la información de
algún enemigo de esos vecinos, o que él lo era, porque no escribió ningún
delito contra los que el mariscal Alonso de Alvarado apresó, y habiendo
reconocido que los tiranos prendieron a Gómez de Solís y a Martín de Almendras,
y que Martín de Robles se escapó en camisa, dice ahora que salvaron sus vidas
por el mucho tiempo que les dieron para presentar descargos. Lo cual parece
notoria pasión, como también la muestra más adelante en otros casos que
mencionaremos". Nunca sabremos si la crítica que hace Inca Garcilaso
contra el Palentino es excesiva, pero, sin duda, en muchas cosas él tuvo más
información directa a través de su padre y de otros capitanes con los que
trataba a menudo. Lo cual, al mismo tiempo, podría afectar a su imparcialidad.
(Imagen) Enseguida aparecerá en escena ANTONIO
CARRILLO. Lo veremos como partidario del rebelde Girón, aunque su recorrido anterior
fue cambiante. Nació en Illescas (Toledo). Hacia el año 1545 estaba enredado en
las guerras civiles de Perú, pero, entonces, con toda legalidad, pues servía al
virrey Blasco Núñez Vela, con el susto de que lo apresó el sanguinario
Francisco de Carvajal. Parece ser que pronto, quizá bajo amenazas, se pasó al
bando de Gonzalo Pizarro, ya que, en los archivos de Pedro de la Gasca, hay
algunas referencias a un tal Carrillo que estaba entre los rebeldes. Es de
suponer que fuese uno más de los muchos que abandonaron a Gonzalo en la batalla
de Jaquijaguana, porque no consta que lo castigaran. Pero no escarmentó, y tuvo
un papel destacado el año 1553 en el alzamiento de Francisco Hernández Girón, a
quien, incluso, lo alarmó con un falsa noticia para que, sin más, iniciara su
rebeldía. Girón se lanzó de inmediato al ataque; fue con algunos aliados, entre
ellos Carrillo, a la casa de Alonso de Loaysa (el 'desfigurado', quien, como
sabemos, estaba celebrando su boda) y mataron a varios de los presentes. En la
batalla de Chuquinga, Carrillo temió la derrota, y tuvo un intento de
abandonar; pero vencieron, y Girón, que lo estimaba mucho, le perdonó esa
debilidad. Más tarde, le encargó a Carrillo apropiarse de bienes y armas, y
consiguió un gran botín, pero con medios brutales contra vecinos e indios.
Aquello motivó que varios de sus acompañantes decidieran pasarse al bando del
Rey, por lo que mataron a ANTONIO CARRILLO, y devolvieron a sus dueños lo
robado. Pero, aun así, merece que se le recuerde como un gran héroe, porque estuvo
en la tremenda campaña del excepcional Hernando de Soto en La Florida, cuando
descubrieron el Misisipi (año 1541). Según le dijo a Inca Garcilaso el
conquistador Gonzalo Silvestre (que allí estaba), se encontraban varios
soldados pasando un río menor, y fueron atacados por los indios apalaches. Los
jinetes llevaban sobre las ancas de los caballos a varios arcabuceros, y se
vieron perdidos por no poder maniobrar en la corriente. Contaba Silvestre:
"A su socorro acudieron los españoles más esforzados, siendo uno de ellos
ANTONIO CARRILLO. Consiguieron darle un flechazo en medio del pecho al
emplumado cacique, y, alcanzado su jefe, todos los indios se retiraron
llevándoselo".
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