viernes, 30 de octubre de 2020

(Día 1253) Alonso de Alvarado empleó una argucia (que le salió bien) para apresar al cruel Vasco Godínez. Nueva crítica de Inca Garcilaso al cronista Palentino.

 

     (843) Se diría que el mariscal Alonso de Alvarado tenía muy claro lo que iba a hacer con Vasco Godínez: "Teniendo, pues, el mariscal algunas noticias de estas intenciones, decidió manejar el negocio con habilidad, e hizo púbico que habían llegado algunas provisiones para gratificar a los que habían intervenido en la muerte de Don Sebastián, y que, en una de ellas, se les otorgaba a Vasco Godínez y a Juan Remón la encomienda de indios que había sido de Alonso de Mendoza (fallecido anteriormente de enfermedad). Publicada esta noticia, envió a Potosí a Alonso Velázquez con algunos documentos y con una orden de prender a Vasco Godínez, haciendo creer a la gente que llevaba la concesión oficial de la encomienda de indios para Godínez".

     La estrategia empezó a funcionar de inmediato: "Vasco Godínez estaba entonces en la ciudad de la Plata, donde tuvo noticia, por una carta de un pariente suyo, de que Alonso Velázquez le llevaba la provisión de la encomienda de indios, que eran los de Alonso de Mendoza. De lo cual se mostró muy enfadado y muy ofendido Vasco Godínez porque no era la encomienda de Pedro de Hinojosa, de la cual él ya se había apoderado despóticamente. Poco después de recibir la carta de su pariente, entró Alonso Velázquez en la ciudad, y fue con algunos amigos suyos a la posada de Vasco Godínez". El recibimiento de Godínez fue quejumbroso, sin darse cuenta de que se le acercaba la ruina total. Velázquez, por tenerlo distraído, le presentó algunos escritos irrelevantes, y, cuando empezó a leerlos, le dijo: "Sed preso, señor Godínez". Su turbación fue enorme. Desconcertado, le exigió que demostrara sus poderes, pero lo único que quería Velázquez era encerrarlo cuanto antes: "Finalmente, Alonso Velázquez lo metió en la cárcel, le echó cadenas y grillos, y luego le escribió al mariscal lo que había ocurrido. El cual llegó pronto a Potosí, y comenzó a ocuparse de los castigos, prendiendo a muchos soldados y vecinos".

     Inca Garcilaso recoge un párrafo del Palentino, con el que no se va a mostrar de acuerdo: "Abrió causa contra Martín de Robles, Gómez de Solís, Martín de Almendras y otros, pero admitiéndoles sus descargos y sus pruebas. Muchos de los cuales salvaron sus vidas más por el largo plazo que les concedió para completarlos, que por las alegaciones que presentaron en su defensa, como más adelante diremos". Veamos el duro  comentario de Garcilaso: "Estas razones del Palestino muestran que recibiría la información de algún enemigo de esos vecinos, o que él lo era, porque no escribió ningún delito contra los que el mariscal Alonso de Alvarado apresó, y habiendo reconocido que los tiranos prendieron a Gómez de Solís y a Martín de Almendras, y que Martín de Robles se escapó en camisa, dice ahora que salvaron sus vidas por el mucho tiempo que les dieron para presentar descargos. Lo cual parece notoria pasión, como también la muestra más adelante en otros casos que mencionaremos". Nunca sabremos si la crítica que hace Inca Garcilaso contra el Palentino es excesiva, pero, sin duda, en muchas cosas él tuvo más información directa a través de su padre y de otros capitanes con los que trataba a menudo. Lo cual, al mismo tiempo, podría afectar a su imparcialidad.

 

     (Imagen) Enseguida aparecerá en escena ANTONIO CARRILLO. Lo veremos como partidario del rebelde Girón, aunque su recorrido anterior fue cambiante. Nació en Illescas (Toledo). Hacia el año 1545 estaba enredado en las guerras civiles de Perú, pero, entonces, con toda legalidad, pues servía al virrey Blasco Núñez Vela, con el susto de que lo apresó el sanguinario Francisco de Carvajal. Parece ser que pronto, quizá bajo amenazas, se pasó al bando de Gonzalo Pizarro, ya que, en los archivos de Pedro de la Gasca, hay algunas referencias a un tal Carrillo que estaba entre los rebeldes. Es de suponer que fuese uno más de los muchos que abandonaron a Gonzalo en la batalla de Jaquijaguana, porque no consta que lo castigaran. Pero no escarmentó, y tuvo un papel destacado el año 1553 en el alzamiento de Francisco Hernández Girón, a quien, incluso, lo alarmó con un falsa noticia para que, sin más, iniciara su rebeldía. Girón se lanzó de inmediato al ataque; fue con algunos aliados, entre ellos Carrillo, a la casa de Alonso de Loaysa (el 'desfigurado', quien, como sabemos, estaba celebrando su boda) y mataron a varios de los presentes. En la batalla de Chuquinga, Carrillo temió la derrota, y tuvo un intento de abandonar; pero vencieron, y Girón, que lo estimaba mucho, le perdonó esa debilidad. Más tarde, le encargó a Carrillo apropiarse de bienes y armas, y consiguió un gran botín, pero con medios brutales contra vecinos e indios. Aquello motivó que varios de sus acompañantes decidieran pasarse al bando del Rey, por lo que mataron a ANTONIO CARRILLO, y devolvieron a sus dueños lo robado. Pero, aun así, merece que se le recuerde como un gran héroe, porque estuvo en la tremenda campaña del excepcional Hernando de Soto en La Florida, cuando descubrieron el Misisipi (año 1541). Según le dijo a Inca Garcilaso el conquistador Gonzalo Silvestre (que allí estaba), se encontraban varios soldados pasando un río menor, y fueron atacados por los indios apalaches. Los jinetes llevaban sobre las ancas de los caballos a varios arcabuceros, y se vieron perdidos por no poder maniobrar en la corriente. Contaba Silvestre: "A su socorro acudieron los españoles más esforzados, siendo uno de ellos ANTONIO CARRILLO. Consiguieron darle un flechazo en medio del pecho al emplumado cacique, y, alcanzado su jefe, todos los indios se retiraron llevándoselo".




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