martes, 6 de octubre de 2020

(Día 1232) La rebelión de los hermanos Contreras fue algo demencial y sangriento. Entre otras barbaridades, asesinaron al obispo Fray Antonio de Valdivieso. No tardarán en fracasar.

 

     (822) Inca Garcilaso copia un párrafo corto y bastante expresivo del cronista Gómara: "Los hermanos Contreras recogieron pizarristas que iban huyendo de Pedro de la Gasca, y acordaron hacer aquel robo, diciendo que ese tesoro y todo el Perú eran suyos, pues les pertenecía como nietos de Pedrarias Dávila, que fue socio (durante un corto tiempo) de Francisco Pizarro, Almagro y Luque,  y que por eso se rebelaron". Luego toma Inca el testigo y sigue diciendo: "En la ciudad de Panamá, entraron los Contreras de noche en la casa del doctor Robles y en cuatro navíos que estaban en el puerto, tomaron ochocientos mil castellanos de los del Rey y de particulares (unos 2.400 kilos de oro), y en casa del tesorero hallaron otros seiscientos mil pesos". Tenían información de más sitios donde piratear, tanto metales preciosos del Rey como abundantes bienes almacenados por los mercaderes. "De manera que, sin contar las mercaderías, perlas, joyas y ornamentos que saquearon en Panamá, juntaron casi dos millones de pesos de oro y plata que el presidente La Gasca y los demás pasajeros llevaban, porque iban sin sospechas de corsarios, ni de ladrones, de manera que lo transportaban despacio, y habían dejado en Panamá gran parte de la riqueza para que se llevase después poco a poco a Nombre de Dios (puerto de partida hacia España)".

     Los rebeldes estaban como locos de contentos, porque su plan había salido mucho mejor que lo que esperaban. Sin ningún tropiezo y rápidamente, se habían hecho con un tesoro fabuloso: "Pero su buena suerte se trocó en ceguera de entendimiento, de manera que, aunque muchos de ellos habían conocido en Perú a Francisco de Carvajal unidos a su soldadesca, en esta ocasión se mostraron tan bisoños y torpes, que ellos mismos causaron su destrucción y su muerte. La mayor torpeza que hicieron fue que, habiéndose apoderado de Panamá, prendieron a muchos hombres principales, y, entre ellos al obispo (Antonio de Valdivieso), al tesorero de su Majestad, a Martín Ruiz de Marchena y a otros regidores, y los llevaron a la Picota para ahorcarlos, lo cual habrían hecho si no lo estorbara Hernando de Contreras. Se enojó por ello muy mucho Juan Bermejo diciéndole que, puesto que defendía a los enemigos, no se extrañara de que algún día ellos los ahorcasen a él y a los suyos".

     "Estas palabras fueron un pronóstico que se cumplió en breve tiempo", dice el cronista. Veamos un resumen de lo que cuenta después: Hernando de Contreras tuvo la ingenuidad de quedarse tranquilo tras tomar a los vecinos expoliados juramento de que acatarían la situación sin intentar revolverse. Separó a sus hombres, que solamente eran unos doscientos cincuenta, en cuatro grupos para distintas misiones, y él partió hacia Nombre de Dios con solo cuarenta, para prender a Pedro de la Gasca y saquear la ciudad, confiado en que hallaría a todos descuidados. Juan Bermejo se quedó en Panamá con ciento cincuenta soldados, y se le ocurrió otra estupidez. Confió a los propios afectados (que estaban presos) la custodia de todo lo que habían robado a los mercaderes y a otros particulares, obligándoles a firmar un compromiso de devolvérselo cuando se lo reclamase. Inca Garcilaso lo atribuye a un exceso de confianza: "Hicieron estos disparates imaginándose que, sin tener contratiempo alguno, eran ya señores del todo el Nuevo Mundo".

 

     (Imagen) FRAY ANTONIO DE VALDIVIESO, obispo de Nicaragua, nació el año 1495 en Vilhermosa de Valdivielso (Burgos). Era dominico, como Bartolomé de las Casas, coincidiendo ambos en su afán por proteger a los nativos. Quizá, al igual que Bartolomé, llevara demasiado lejos el enfrentamiento contra los encomenderos, y eso, en parte, fue lo que le costó la vida en tiempos muy revueltos. Como era de esperar (se supone que con el apoyo de los indigenistas), se ha promovido el inicio de su proceso de canonización, dándole el título de protomártir de la defensa de los indios. Había andado ya por las Indias, sin que se conozcan bien sus pasos, pero el año 1543, estando de vuelta en España, partió hacia Nicaragua (acompañándole su madre, Catalina Álvarez, su hermana María y su cuñado) con el recién estrenado título de obispo de aquella diócesis, siendo en ella confirmado solemnemente en 1545. Ocurrió que, en aquellas tierras, además de haber una corrupción general, el gobernador Rodrigo de Contreras y muchos de los conquistadores eran tan crueles con los nativos, que el nuevo obispo se sintió obligado a hacer lo posible por protegerlos enfrentándose a los más poderosos de la sociedad. No solo tenía el coraje suficiente, sino también el apoyo de las llamadas Leyes Nuevas, recién llegadas a las Indias con normas que amparaban los derechos de los indios y eliminaban muchos privilegios de los encomenderos. Entre otras cosas, se les prohibía a las autoridades y a los funcionarios públicos la posesión de encomiendas de indios, y el OBISPO ANTONIO DE VALDIVIESO consiguió judicialmente que el gobernador Rodrigo de Contreras las perdiera casi todas. El mismo obispo era consciente de que se estaba jugando la vida, pero el riesgo llegó al máximo con la rebelión de Hernando y Pedro Contreras, hijos del gobernador, los cuales lo asesinaron en León, la antigua capital de Nicaragua, el día 26 de febrero de 1550. Su casa fue saqueada, y solamente quedó junto al cuerpo del obispo su anciana madre, Catalina Álvarez, la cual se encargó de enterrarlo en la catedral de León. Hasta el año 2000, no se pudo identificar sus restos, y a raíz de entonces fue cuando se solicitó la iniciación del proceso de beatificación.




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