jueves, 8 de octubre de 2020

(Día 1234) Tras saber Pedro de la Gasca que la rebeldía de los Contreras habría terminado, se fue muy contento a España, y, de allí, a Alemania, porque Carlos V quería verlo y felicitarlo en persona.

 

     (824) Inca Garcilaso termina la narración de la rebeldía de los Contreras con un párrafo que hace poner en duda, según la opinión de algunos vecinos de León de Nicaragua, la ecuanimidad del obispo fray Antonio de Valdivieso, pero su historial obliga a suponer que el balance de su vida fue mucho más positivo que negativo, teniendo, además, en cuenta que se buscó poderosos enemigos por el hecho de defender a los indios: "De aquellos hechos, solo se podía esperar este fin tan malo, porque su principio fue con la muerte de un obispo, cosa tan horrenda y abominable. Aunque después quisieron algunos disculpar a los matadores, dando por causas la mala condición y peor lengua del obispo, como si forzase a quitarle la vida, no hay disculpa alguna para hacer un hecho tan malo, y ya hemos visto cómo lo pagaron".

     Pedro de la Gasca se alarmó por hechos tan sorprendentes: "Se afligió grandemente considerando que, como final de su estancia en las Indias, hubiese ocurrido algo tan extraño y un peligro tan inesperado. Procuró poner a salvo el tesoro que llevaba consigo, y preparó a su gente para volver a Panamá. Partió de inmediato de Nombre de Dios, y, en la primera jornada, tuvo las buenas noticias de lo sucedido en Panamá por la muerte de Juan Bermejo y de Salguero, así como por la huida de Hernando y Pedro de Contreras. Con lo cual se consoló, y siguió su camino dando gracias a Nuestro Señor por cosas tan señaladas y dichosas". Hasta le resultó rentable a La Gasca en Panamá la abortada rebelión, porque, del botín que habían amontonado los rebeldes, solo se les permitió recuperar su parte a quienes demostraran ser sus dueños, lo que únicamente se podía hacer con el oro o la plata marcados por ellos. Y sigue contando el cronista: "El presidente La Gasca, habiendo recogido el tesoro, mandó castigar a algunos delincuentes que habían tomado parte de él. Hizo también poner en la picota la cabeza de Hernando de Contreras dentro de una jaula de hierro.  No pudo castigar a ninguno de los rebeldes porque, cuando llegó a Panamá, ya habían muerto todos. Estando ya todo resuelto, el presidente La Gasca  se embarcó con todo aquel tesoro para España, y, una vez llegado, fue a Alemania para informar de todo a  Su Majestad, quien ya le había nombrado obispo de Palencia, por muerte de Don Luis Cabeza de Vaca, donde residió hasta el año 1561, cuando el católico Rey Don Felipe II, le dio el obispado de Sigüenza, y lo tuvo hasta el mes de noviembre de 1567, año en el que Dios fue servido de llevarlo de esta presente vida. Como se ha dicho, así acabó aquel insigne varón, digno de eterna memoria, que, con su buena fortuna, maña, prudencia, consejo y demás cualidades, conquistó y ganó de nuevo un imperio de mil trescientas leguas de largo, y se lo restituyó al Emperador Carlos V, con todo el tesoro que de allá traía".

     Y así fue como terminó la aventura inigualable de Pedro de la Gasca. El cronista López de Gómara dice que "llegó a España en julio del año 1550, con grandísima riqueza para el Emperador, y reputación para sí". Su viaje a Alemania se debió al gran deseo que tenía Carlos V de recibirlo en persona, felicitarle por sus enormes logros y escuchar de su propia boca las incidencias de la sensacional aventura que protagonizó aquel clérigo de físico contrahecho, pero alma de gigante. Tuvo defectos y cometió errores, sobre todo al distribuir las recompensas a sus capitanes y soldados, pero acertó de lleno en lo principal, cosa nada fácil. Chapeau.

 

     (Imagen) Según se lo cuenta Alonso de los Ríos a Pedro de la Gasca, el asesinato del obispo FRAY ANTONIO DE VALDIVIESO fue de gran brutalidad. Tenía una especial gravedad por tratarse de un clérigo que, además, ostentaba la categoría de obispo, resultando algo tan escandaloso como el asesinato del que fue víctima el virrey Blasco Núñez Vela. Así lo narra: "Ocurrió que unos tomaron el cofre del obispo, y Hernando de Contreras le dio una estocada a la altura del corazón. El obispo se abrazó a él, le agarró la espada con las dos manos, y, del empujón, cayó Hernando de Contreras en tierra, y el obispo encima. Entonces Contreras pasó la espada a la mano izquierda, tomó su daga y le dio cinco puñaladas en la cabeza, quedando en ella partida la mitad de la daga. Luego el fraile Castañeda y Diego Nieto le hicieron más heridas, dicen que muy fieras, pues le descubrieron las entrañas, y una estocada le pasó de lado a lado. Dios quiso que estuvieran con él el vicario de San Pablo y un canónigo, y pidieron a los asesinos que lo dejaran confesarse, pero respondió Hernando de Contreras que no lo permitiría. Entonces dijo el obispo: 'Por amor de Dios, hacedlo'. Luego ellos, dándole por muerto, se fueron. El obispo, hincado de rodillas, confesó sus pecados con toda contrición, y el canónigo le absolvió. Después, abrazado al crucifijo y tras haber dicho que perdonaba a los que le mataron, bajó la cabeza, y se le salió el alma al mismo tiempo". Alonso de los Ríos no se olvidó en su carta de otra desamparada víctima. "Le digo también a vuestra señoría que, puesto que a la señora Catalina Álvarez de Calvente le mataron un hijo que era obispo, es justo que se mire por ella, y que vuestra señoría la tome bajo su amparo, para que se le respete la categoría de ser madre de obispo y los pocos bienes que su hijo dejó, y para que también la provean de alguna encomienda de indios, pues tiene una hija casada con un muy honrado caballero servidor de la Corona Real, de lo que ella será muy honrada, que harto trabajo y dolor padece, pues teniendo solo un hijo, y obispo, se lo mataron delante a puñaladas". La imagen muestra la sepultura del obispo FRAY ANTONIO DE VALDIVIESO en León (Nicaragua).




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