(585) Cuando llegó Gonzalo Pizarro al Cuzco, las autoridades de la
ciudad esperaban que sus intenciones fueran moderadas: "Como Teniente de
Gobernador de Vaca de Castro estaba García de Montalvo, el cual, junto a los
alcaldes y regidores (solían ser dos y tres, respectivamente), cuando
supieron que ya estaba cerca Gonzalo Pizarro, acordaron salir a recibirle con
ánimos alegres, creyendo que no
pretendía más que ser Procurador General de Perú. Le hicieron un alegre
recibimiento. Cuando ya se aposentó, muchos vecinos no le mostraban deseo de
que respondiese por todos con mano armada, y otros, al contrario, le hacían
grandes ofrecimientos, animándole a que siguiera adelante con lo comenzado".
De repente, Cieza, sumergido en su inacabable historia, observa que se
le ha quedado atrás un pequeño detalle, y lo incorpora disculpándose:
"Basta que el lector entienda que ha sido un descuido mío". Para que
'el lector' no se líe, recordemos que Cieza nos contó que, cuando Vaca de
Castro había llegado a la Ciudad de los Reyes, empezó a hablar de la
'resurrección' de Gonzalo Pizarro, pero se le olvidó olvidó añadir que muchos
pensaban que lo que en realidad deseaba era seguir siendo gobernador.
Tiene importancia su breve desvío porque aporta datos que ponen en
entredicho la lealtad de Vaca de Castro a la Corona ya desde que estaba en la
Ciudad de los Reyes: "Había gran alboroto
en la ciudad porque llegaban noticias de que el virrey venía mostrando gran rigor en
el cumplimiento de las Leyes Nuevas. Vaca de Castro, según cuentan, se alegraba
mucho al oír lo que del virrey decían y de lo poco que le querían, y,
fingidamente, en público lo aplacaba. Sería su intención decir más mal de él,
mostrando a las provincias cuán pacíficas estaban antes de que el virrey
entrase en ellas. Muchos vecinos hablaban lo mismo, mostrando tener
voluntad de irse de la Ciudad de los
Reyes sin aguardar al virrey".
Algunos amigos del virrey, que estaban en la Ciudad de los Reyes, le
enviaron un mensaje a Trujillo para que fuera consciente de la situación:
"Cuando lo supo, mostró tener alguna turbación, aunque no creía que
hubiera un levantamiento, y decía que, si tuviera a su lado cincuenta avileses
(él era de Ávila), le bastarían para pacificar todo el Perú, aunque
quisieran tirar coces contra las Ordenanzas. Y luego dio orden de ir a la
ciudad de los Reyes, aunque su hermano, Vela Ñúñez, estaba enfermo. Salieron de
Trujillo con él el capitán Diego Álvarez de Cueto, su cuñado, el mismo Vela
Núñez y los demás caballeros, con algunos vecinos de Trujillo y de Piura".
"Pasadas estas cosas en la Ciudad de los Reyes, algunos vecinos de
la ciudad del Cuzco que en ella estaban, pensando que el virrey ya habría
salido de Trujillo y que era gran dificultad para ellos el cumplimiento de las
leyes, les pareció que les sería fácil oponerse contra el virrey y volver a
colocar en el gobierno a Vaca de Castro, con quien todos tenían gran amistad, especialmente
Gaspar Rodríguez de Camporredondo".
(Imagen) Veamos algo más sobre PEDRO ORTIZ DE ZÁRATE. Nació
hacia el año 1500 en Orduña, la única población con categoría de ciudad que
entonces existía en el Señorío de Vizcaya. Muchos familiares suyos hicieron
historia en las Indias, como el gran Juan Ortiz de Zárate, del que ya hemos
hablado. Pedro era Alcalde Mayor de Segovia cuando, en 1543, fue a Perú con el
virrey Núñez Vela, llevando también consigo a su sobrino Juan de Garay,
entonces casi un adolescente, quien años después estableció la fundación
definitiva de Buenos Aires. Para Juan, Pedro fue como un padre, pues se ocupó
de criarlo porque su madre, hermana de Pedro, lo trajo al mundo siendo soltera,
aunque, tiempo después, se casó con alguien que lo legitimó. Siendo oidor de la
Audiencia de Lima, se vio obligado a firmar lo que no quería, como vimos en la
imagen anterior, pero un testigo, apellidado Polo, explicó en un relato que
Ortiz de Zárate, al hacerlo, después de trazar una cruz, dijo: "Juro a
Dios y a esta cruz que firmo esta provisión por miedo y para que no maten a los
caballeros que están presos". Después pidió que le dieran una
certificación de sus palabras. El clima de terror debía de ser insoportable,
porque ya había tenido esa misma actitud cuando también firmó bajo amenazas el
consentimiento de la boda de su hija con Blas de Soto, hermanastro de Gonzalo
Pizarro. Hizo asimismo una cruz y dijo que cedía por tres motivos: por miedo,
por miedo y por miedo. Expresión que se ha hecho tradicional en Perú como 'los
tres motivos del oidor'. Blas, que estaba sinceramente enamorado, le pedía a
Gonzalo que le presionara al oidor para que diera su conformidad. Se prestó a
ello el irrepetible Francisco de Carvajal, haciéndole antes una advertencia
campanuda e ingeniosa (algún dicho de la época): "El amor es el vino que
antes se agría". Se dice asimismo que fue Carvajal quien se encargó de
asesinar a PEDRO ORTIZ DE ZÁRATE, en 1547, dándole una 'medicina' para que se
curara de una enfermedad que estaba padeciendo.
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