jueves, 9 de enero de 2020

(Día 1000) Llegó el virrey a Lima dando la falsa impresión de que iba a ser tolerante en la aplicación de las Leyes Nuevas, pero no cesaban los rumores de que su intención era ser implacable.


     (590) Ya cerca de Lima, el virrey había hecho noche. Cuando finalmente llegó, salieron a recibirle las autoridades, y se adelantó el factor Illán Suárez suplicándole en voz alta, pero con con humildad, que respetara los privilegios y libertades que ya tenían, y el virrey le replicó que prometía guardarlos, pero conforme a los deseos de Su Majestad: "Se dijo misa, y, acabada, le llevaron a la casas del fallecido marqués don Francisco Pizarro, y luego los alcaldes y regidores fueron a reunirse en cabildo para tratar sobre lo que habían de hacer. El virrey, como el secretario Pedro López era muy bien querido en el reino, le había mandado que fuera con las provisiones reales al Cuzco, para notificárselas al cabildo y a los vecinos".
     Los del cabildo de Lima le pidieron al tesorero Riquelme ("pues era tan docto" dice Cieza) que hablara con el virrey para suavizar la situación. Aunque tenía que trasladarse en una silla por sus achaques de gota, se prestó a ello. Le habló al virrey (que se alegró de verlo) de la preocupación de todos los vecinos, y le respondió de manera aparentemente tolerante: "Le dijo alegremente que no dudaba de la lealtad que debían a su Rey tantos caballeros como había en aquella ciudad, que fuese a reposar, y que él aguardaría a los oidores, se fundaría la Audiencia y se ordenaría lo que más conviniese al servicio de Su Majestad y al bien y la paz de las provincias. El tesorero partió muy alegre con la buena respuesta (al menos prometía el virrey no hacer nada hasta la llegada de los oidores), dio cuenta de ello a los del cabildo, y todos se alegraron, y dijeron que estaría bien enviar mensajero a la ciudad del Cuzco para que no hubiese ningún alboroto, haciéndoles saber la buena noticia de lo que el virrey deseaba hacer por todos".
     El virrey tuvo más visitas: "Diego Centeno y Pedro de Hinojosa, alcalde y regidor de la villa de La Plata, se acercaban a la Ciudad de los Reyes para cumplir lo que les habían mandado los vecinos. Les acompañaba Lope Martín, vecino del Cuzco, y supieron que, tras salir de la Ciudad de los Reyes Gaspar Rodríguez, Bachicao y otros, habían contado cosas del virrey que no eran justas hablar de tal varón, y dicho que ejecutaba las ordenanzas y les quitaba los indios a los que habían sido tenientes. Al enterarse, Pedro de Hinojosa y Diego Centeno, como ya se habían visto con el capitán Gonzalo Pizarro y sabían que pensaba ir al Cuzco, decidieron que Pedro de Hinojosa se volviese para darle aviso de todo, y Diego Centeno prosiguiese con Lope Martín hasta la Ciudad de los Reyes. Llegado Diego Centeno a la ciudad, fue recibido por el virrey con gran amor". Es importante tomar nota de que, en aquellos momentos, el gran Diego Centeno formaba parte de los leales a Gonzalo Pizarro. Más tarde, luchará contra él, pero, cuando Gonzalo estuvo preso y poco antes de que lo ejecutaran, Diego le mostró claramente con su trato que, en el fondo de su corazón, seguía respetándolo y queriéndolo como un viejo amigo.

     (Imagen) Vemos ahora que  Diego Centeno, Pedro de Hinojosa y el capitán LOPE MARTÍN están actuando como amigos de Gonzalo Pizarro en perjuicio del virrey Núñez Vela. Diego Centeno se revolverá pronto contra Gonzalo, y los otros dos lo harán muy tardíamente, tras haberle sido fieles hasta la parte final de la guerra de Jaquijaguana, momento en el que se pasaron al bando del gran Pedro de la Gasca. Es de suponer que Lope Martín lo abandonara un poco antes que Hinojosa, porque tuvo un dramático incidente con el siniestro Francisco de Carvajal. Todavía se cuenta en Perú cómo ocurrió. Enterado Gonzalo Pizarro de que oficiales de su tropa se estaban uniendo a la de Pedro de la Gasca, le encargó al capitán Juan de Acosta que fuera a reducirlos con un poderoso grupo de arcabuceros y jinetes. Acosta, a su vez, le confió al alférez Jerónimo de Sosa varios hombres para explorar la situación, y el resultado fue que Jerónimo y todos los que llevaba consigo se unieron al enemigo. Francisco de Carvajal no pudo digerir la traición, de manera que hizo investigaciones. Enterado de que Lope Martín le había regalado un caballo a Sosa, lo consideró como indudable colaborador, y, sin más, lo condenó a muerte. Don Antonio de Ribera, pariente de los Pizarro y muy amigo de Lope, le suplicó piedad a Gonzalo Pizarro, y consiguió su perdón. Fue raudo adonde Carvajal. Le dijo que Lope había sido indultado, y se le echó a reír porque ya era tarde. Lo que no sabía 'la bestia' era que el primer giro de garrote lo falló el verdugo, y Ribera tuvo tiempo de que no aplicara el segundo. Con su sarcástico humor negro, Carvajal dijo: "¡Vaya pescuezo tan duro! Este pícaro debería desbautizarse, para llamarse en adelante hijo de la dicha".  LOPE MARTÍN aún vivía el año 1551, pues lo confirma el documento de la imagen, en el que se aporta un dato impresionante: estaba en España y le dieron permiso para llevar a las Indias ¡500 esclavos negros!



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