(595) Faltaba aún otro trámite, el de confirmarse en el cabildo la
concesión hecha a Gonzalo Pizarro. Algunos de los asistentes se encontraron en serios apuros: "Cuando
se estaba votando dentro del cabildo, el alcalde Antonio de Altamirano, viendo
que la intención de Gonzalo Pizarro era tiránica y malvada, salió del cabildo
para no firmar, y lo mismo hizo Diego de Maldonado el Rico. Luego salió de allí
Gonzalo Pizarro portando la vara, y todos le dieron su obediencia como Justicia
Mayor. Estando Diego de Maldonado en su
casa, fue el capitán Cermeño acompañado de arcabuceros para llevarle a las
casas de Gonzalo Pizarro, que muy enojado estaba porque no había querido
firmar. Cuando llegó, Gonzalo Pizarro, con el rostro airado, le mandó que, pues
tenía el voto principal en el cabildo, firmase sin excusa, y le avisó de que, si
no lo hacía, le sería quitada la vida. Y firmó con una firma falsa y diferente
de la que hacía. Antonio de Altamirano también firmó. Diego de Maldonado había
hecho junto a Pedro de los Rios una declaración secreta, en la que decían que
no se juntarían con Gonzalo Pizarro, ni se hallarían en deservicio de Su
Majestad".
A pesar del chantaje de las tremendas amenazas, hubo alguien que se se
negó a ponerse a su servicio: "Le aconsejaron a Gonzalo Pizarro sus
aliados que, para que tuviese más fuerza el nombramiento de Justicia Mayor,
hablase con Alonso Carrasco, procurador de la ciudad, para que presentase en el
cabildo un escrito en el que constase que el pueblo se alegraba de la elección
que se había hecho. Pero Alonso, actuando cuerdamente, y viendo que lo que le
mandaban no era justo, no quiso hacerlo. Gonzalo Pizarro, indignándose contra
él, mandó luego que le confiscaran los bienes. Sabiéndolo Pedro Alonso
Carrasco, y temiendo que le matasen, fue a refugiarse en una iglesia, pero, no
teniéndose por seguro, se fue a las casas de Alonso de Mesa, vecino del Cuzco,
en las cuales estuvo escondido dos días. Gonzalo Pizarro estaba tan airado
contra Pedro Alonso Carrasco, que, según dicen, mandó a ciertos criados suyos
que lo matasen. Lo cierto es que Pedro Alonso de Carrasco salió una noche para
visitar su casa y fue herido nalamente
de tres heridas, de las que los autores pensaron que quedaba muerto. Por esta
causa no fue este Pedro Alonso Carrasco con Garcilaso y Gabriel de Rojas cuando
desde esta ciudad partieron para juntarse con el virrey, como más adelante será
contado". Al bravo Carrasco ya le dediqué una imagen.
Cieza necesita desahogarse con el lector,y confiesa que la obra que tiene
en sus manos casi sobrepasa sus fuerzas, pero asegura que seguirá adelante
porque la importancia de los hechos lo merece: "Habiendo yo puesto las
manos en escribir obra tan difícil, no dejaré de pasar grandes vigilias, ni de
mirar que las relaciones concuerden unas con otras, ni permitiré que en cosa
alguna nos apartemos de la verdad. En ninguna
parte de esta obra me vi tan acongojado como en este punto, porque mi débil
juicio no bastaba para contar cosas tan grandes, y pensé poner fin a mi relato,
dejando el campo abierto para que otro más sabio lo prosiguiera, pero la
constancia que he tenido en él me da ánimo para seguir adelante".
(Imagen) Ya
le dediqué una imagen a Diego de Maldonado de Álamos y otra a DIEGO DE
MALDONADO NIETO, apodado, quizá para diferenciarlo, 'El Rico'. Ampliaré lo que
dije sobre este último. Da la casualidad de que los dos nacieron en Dueñas
(Palencia). Coinciden también en que estaban juntos en el cabildo del Cuzco
cuando fueron presionados por Gonzalo Pizarro para que votaran a favor de su
nombramiento como Justicia Mayor. Ni uno ni otro estaban por la labor, pero El
Rico se portó con más valentía que su homónimo, y, jugándose la vida, se opuso
abiertamente. Tenía el mérito añadido de que, con ello y siendo uno de los
españoles con mayor número de encomiendas de indios, y más extensas, estaba
defendiendo, por lealtad al Rey y en perjuicio propio, las Leyes Nuevas, que
limitaban los rentables derechos de los españoles y mejoraban la situación
social de los nativos. Vemos en la imagen un folio del expediente de sus
méritos y servicios, que presentó ante el Rey el año 1561. Se ve claramente que
los partidarios de Gonzalo Pizarro se la tenían jurada, de manera que, enrolado
al servicio del virrey Blasco Núñez Vela, que fue finalmente derrotado, se vio
obligado a huir continuamente para que no lo mataran. Primero estuvo a punto de
hacerlo el terrible Francisco de Carvajal. Pudo escapar, pero lo encontraron
unos soldados enemigos y le dieron una cuchillada en la cabeza. Más tarde, en
otra huida, lo apresaron, quedando retenido más de seis meses, hasta que llegó
Pedro de la Gasca y pudo incorporarse a su ejército, participando así en la
victoria que acabó con la vida de Gonzalo Pizarro y Francisco de Carvajal. Le
enviaron después a trasladar a sesenta presos pizarristas, de los más
peligrosos, y, de nuevo, faltó poco para que lo mataran. Siempre leal al Rey,
también luchó contra el rebelde Francisco Hernández Girón. El siempre leal
DIEGO DE MALDONADO EL RICO murió el año 1570.
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