(608) Llegó el momento, para
Gonzalo Pizarro, de salir del Cuzco, con un pequeño pique entre dos capitanes:
"Después de tener todas las cosas aparejadas, mandó recado a Juan Vélez de
Guevara y Pedro Cermeño para que saliesen de Jaquijaguana. Alonso de Toro (de
reconocido pésimo carácter) y Don Pedro de Portocarrero tuvieron algunas
palabras y porfías. Partieron, finalmente, del Cuzco todos los capitanes, pero Gabriel
de Rojas, Garcilaso de la Vega y Jerónimo de Costilla se habían excusado con
Gonzalo Pizarro de ir, y el licenciado Carvajal salió del Cuzco contra su
voluntad".
Nos faltaba saber qué había sido del obispo Jerónimo de Loaysa, y ahora
nos lo cuenta Cieza: "Pensaba llegar al Cuzco antes de que Gonzalo Pizarro
saliera, y, según caminaba, se encontró en un pueblo de indios con Pedro López,
Francisco de Ampuero, Simón de Alzate y los que iban con ellos, y también halló
a fray Tomás de San Martín, provincial de los dominicos, y al clérigo Diego
Martín, y le aconsejaron que se volviese a la Ciudad de los Reyes, porque las
cosas en el Cuzco iban mal guiadas, y, además, Francisco de Almendras tenía
ordenado por Gonzalo Pizarro que guardara un puente sin dejar pasar por él.
Pero el obispo determinó seguir el camino, y anduvo hasta que llegó donde
Francisco Almendras, el cual no le recibió con aquella crianza y comedimiento
que merecía su dignidad. Aunque el obispo lo sintiese, pasó por ello. Al otro
día le dijo a Almendras que deseaba verse con Gonzalo Pizarro para aconsejarle
lo que más conviniese, y Almendras le respondió que de ninguna manera pasaría por allí. Viendo el
obispo la voluntad de Almendras, le dijo que caía en excomunión por hacerle tanta
fuerza. A lo cual, el tirano, con gran soberbia y poco temor de Dios Nuestro
Señor, le respondió: 'No es tiempo de excomuniones; no hay más Dios ni Rey que
Gonzalo Pizarro'. El obispo le tornó a decir que le dejara pasar a él solo, sin
los que le acompañaban, y Francisco de
Almendras, que estaba enfurecido, le respondió que le tomaría la mula, para que
si quería, fuese a pie".
Como no hubo otra manera de conseguirlo, el obispo le envió una carta a
Gonzalo Pizarro explicándole por qué quería verle, y diciéndole que era
necesaria la paz y que deshiciera su ejército, pero le contestó ambiguamente:
"Le respondió que no se molestara
en pasar adelante, porque él iba a salir pronto de donde estaba para ir a la
Ciudad de los Reyes, y que en el camino se podrían ver. También le habló de
que algunos caballeros y frailes le
habían dicho que de ninguna manera le dejase entrar en el Cuzco, y, como aquel
negocio no era solo suyo, sino de todos, se conformó con su voluntad. Le envió,
además, otra carta a Francisco de Almendras para que, con disimulo, procurase
saber qué corazón tenía el obispo para con él".
Así que, después de haber recorrido tan enorme distancia, Gonzalo no
tuvo ni la más mínima cortesía con el obispo. Se cruzaron todavía algunas
cartas, pero en todas Pizarro le mandaba que volviese a Lima.
(Imagen) JERÓNIMO DE COSTILLA. Este Jerónimo que ahora deja desairado a
Gonzalo Pizarro negándose a acompañarle, demostró con ello un fuerte carácter,
constantemente confirmado en su hoja de servicios. Nacido en Zamora en 1518,
formó parte, cuando solo tenía 18 años, en la terrorífica campaña chilena de
Diego de Almagro. Al volver, participó en el cerco del Cuzco, donde fue
apresado Hernando Pizarro, siendo Costilla uno de los pocos que aconsejaron
(quizá equivocadamente) que no fuera ejecutado. Es posible que eso pesara para
que Gonzalo Pizarro no le forzase a seguirle. Hay una evidencia de que
anteriormente Costilla luchó contra los almagristas en la batalla de Chupas. Así
lo prueba un documento del año 1550: "Real Cédula al virrey de Perú en
recomendación de Jerónimo de Costilla, vecino de Zamora, que ha servido al
capitán Diego Centeno y a otros capitanes durante la estancia en Perú del
licenciado Vaca de Castro". Parece ser que cometió después el error de
batallar contra el virrey Núñez Vela, pero, sin duda, rectificó y se puso al
servicio de Pedro de la Casca en la batalla que acabó con la vida de Gonzalo
Pizarro, ya que después le confiaron misiones muy importantes, especialmente la
de poner orden en Chile tras la trágica muerte de Pedro de Valdivia. Hay un
documento oficial (año 1565) que informa de lo ocurrido: " Relación de lo
que le sucedió a Pedro de Villagra, gobernador de Chile, desde que entró hasta
que Jerónimo de Costilla, como nuevo gobernador, lo prendió y condujo a
Lima". Esa actuación y otras sucesivas facilitaron que el año 1578 lo
nombraran Caballero de la Orden de Santiago (como muestra la imagen). De su
matrimonio con Isabel Gallinato Matienzo, derivó una descendencia de importantes
personajes de las Indias, entre otros, Pedro Mercado de Peñalosa, gobernador de
Tucumán. JERÓNIMO DE COSTILLA disfrutó poco de su flamante Hábito de Santiago,
porque murió unos tres años después.
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