jueves, 30 de enero de 2020

(Día 1018) Algunos capitanes se negaron a salir del Cuzco con Gonzalo Pizarro. Ni siquiera al obispo Jerónimo de Loaysa le dejó pasar Francisco de Almendras. Pizarro tampoco quiso que fuera a verle en el Cuzco.


    (608) Llegó el  momento, para Gonzalo Pizarro, de salir del Cuzco, con un pequeño pique entre dos capitanes: "Después de tener todas las cosas aparejadas, mandó recado a Juan Vélez de Guevara y Pedro Cermeño para que saliesen de Jaquijaguana. Alonso de Toro (de reconocido pésimo carácter) y Don Pedro de Portocarrero tuvieron algunas palabras y porfías. Partieron, finalmente, del Cuzco todos los capitanes, pero Gabriel de Rojas, Garcilaso de la Vega y Jerónimo de Costilla se habían excusado con Gonzalo Pizarro de ir, y el licenciado Carvajal salió del Cuzco contra su voluntad".
     Nos faltaba saber qué había sido del obispo Jerónimo de Loaysa, y ahora nos lo cuenta Cieza: "Pensaba llegar al Cuzco antes de que Gonzalo Pizarro saliera, y, según caminaba, se encontró en un pueblo de indios con Pedro López, Francisco de Ampuero, Simón de Alzate y los que iban con ellos, y también halló a fray Tomás de San Martín, provincial de los dominicos, y al clérigo Diego Martín, y le aconsejaron que se volviese a la Ciudad de los Reyes, porque las cosas en el Cuzco iban mal guiadas, y, además, Francisco de Almendras tenía ordenado por Gonzalo Pizarro que guardara un puente sin dejar pasar por él. Pero el obispo determinó seguir el camino, y anduvo hasta que llegó donde Francisco Almendras, el cual no le recibió con aquella crianza y comedimiento que merecía su dignidad. Aunque el obispo lo sintiese, pasó por ello. Al otro día le dijo a Almendras que deseaba verse con Gonzalo Pizarro para aconsejarle lo que más conviniese, y Almendras le respondió que de  ninguna manera pasaría por allí. Viendo el obispo la voluntad de Almendras, le dijo que caía en excomunión por hacerle tanta fuerza. A lo cual, el tirano, con gran soberbia y poco temor de Dios Nuestro Señor, le respondió: 'No es tiempo de excomuniones; no hay más Dios ni Rey que Gonzalo Pizarro'. El obispo le tornó a decir que le dejara pasar a él solo, sin los que le acompañaban,  y Francisco de Almendras, que estaba enfurecido, le respondió que le tomaría la mula, para que si quería, fuese a pie".
     Como no hubo otra manera de conseguirlo, el obispo le envió una carta a Gonzalo Pizarro explicándole por qué quería verle, y diciéndole que era necesaria la paz y que deshiciera su ejército, pero le contestó ambiguamente: "Le respondió que no se  molestara en pasar adelante, porque él iba a salir pronto de donde estaba para ir a la Ciudad de los Reyes, y que en el camino se podrían ver. También le habló de que  algunos caballeros y frailes le habían dicho que de ninguna manera le dejase entrar en el Cuzco, y, como aquel negocio no era solo suyo, sino de todos, se conformó con su voluntad. Le envió, además, otra carta a Francisco de Almendras para que, con disimulo, procurase saber qué corazón tenía el obispo para con él".
     Así que, después de haber recorrido tan enorme distancia, Gonzalo no tuvo ni la más mínima cortesía con el obispo. Se cruzaron todavía algunas cartas, pero en todas Pizarro le mandaba que volviese a Lima.

     (Imagen) JERÓNIMO DE COSTILLA. Este Jerónimo que ahora deja desairado a Gonzalo Pizarro negándose a acompañarle, demostró con ello un fuerte carácter, constantemente confirmado en su hoja de servicios. Nacido en Zamora en 1518, formó parte, cuando solo tenía 18 años, en la terrorífica campaña chilena de Diego de Almagro. Al volver, participó en el cerco del Cuzco, donde fue apresado Hernando Pizarro, siendo Costilla uno de los pocos que aconsejaron (quizá equivocadamente) que no fuera ejecutado. Es posible que eso pesara para que Gonzalo Pizarro no le forzase a seguirle. Hay una evidencia de que anteriormente Costilla luchó contra los almagristas en la batalla de Chupas. Así lo prueba un documento del año 1550: "Real Cédula al virrey de Perú en recomendación de Jerónimo de Costilla, vecino de Zamora, que ha servido al capitán Diego Centeno y a otros capitanes durante la estancia en Perú del licenciado Vaca de Castro". Parece ser que cometió después el error de batallar contra el virrey Núñez Vela, pero, sin duda, rectificó y se puso al servicio de Pedro de la Casca en la batalla que acabó con la vida de Gonzalo Pizarro, ya que después le confiaron misiones muy importantes, especialmente la de poner orden en Chile tras la trágica muerte de Pedro de Valdivia. Hay un documento oficial (año 1565) que informa de lo ocurrido: " Relación de lo que le sucedió a Pedro de Villagra, gobernador de Chile, desde que entró hasta que Jerónimo de Costilla, como nuevo gobernador, lo prendió y condujo a Lima". Esa actuación y otras sucesivas facilitaron que el año 1578 lo nombraran Caballero de la Orden de Santiago (como muestra la imagen). De su matrimonio con Isabel Gallinato Matienzo, derivó una descendencia de importantes personajes de las Indias, entre otros, Pedro Mercado de Peñalosa, gobernador de Tucumán. JERÓNIMO DE COSTILLA disfrutó poco de su flamante Hábito de Santiago, porque murió unos tres años después.



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