lunes, 20 de enero de 2020

(Día 1009) Le convencieron a Gonzalo Pizarro para que se quedara en el Cuzco, y, acto seguido, hizo los nombramientos de los jefes militares de su tropa. Luego le ordenó a Francisco de almendras que fuera a Huamanga para apropiarse de la artillería.


     (599) Gonzalo Pizarro hizo con prisa ciertos nombramientos en el Cuzco. Con el primero salió chasqueado, porque eligió sorprendentemente a alguien que ya había dejado claro que no quería comprometerse: "Pensó en darle el cargo de Alférez General a Diego de Maldonado el Rico, el cual, con razones exquisitas, se apartó de recibirlo, explicándole que sería cosa más acertada dejarlo en la ciudad. Los mismos del cabildo le pidieron a Pizarro que se quedase  como alcalde y capitán de la ciudad, y, tras aceptarlo, nombró Maese de Campo a Alonso de Toro, natural de Trujillo, Alférez General a Antonio de Altamirano, natural de Hontiveros, Capitanes de Infantería, a Diego Gumiel, natural de Villadiego, y a Juan Vélez de Guevara, natural de Málaga, Capitán de Arcabuceros a Cermeño, natural de San Lúcar de Barrameda, Capitán de Artillería a Hernando Bachicao y Capitán de Caballería a Pedro de Portocarrero". Pasado algún tiempo, Alonso de Toro será desplazado, con gran disgusto suyo, del puesto de Maese de Campo por el temible Francisco de Carvajal, figura clave de la rebelión, quien, al parecer, quedó en un segundo plano cuando se hicieron estos nombramientos, a pesar de que ya había sido maese de campo con Vaca de Castro.
     No pierde ocasión Cieza de criticar a Gonzalo Pizarro, aunque nunca le negó sus méritos: "A los pocos días de los nombramientos hechos por el nocivo Gonzalo Pizarro, salían a la plaza las nefandas banderas, y las ondeaban los alféreces que querían seguir aquella guerra tan malvada y tan atroz. ¡Qué alegre se mostraba el tirano Gonzalo Pizarro viendo que tenía pujanza para oponerse al virrey, pareciéndole fácil hacerse con el gobierno del reino!".
     Gonzalo Pizarro no se olvidó de que, cuando Vaca de Castro venció en la batalla de Chupas, se quedó allí retenida, en la ciudad de San Juan de la Victoria de Huamanga, la artillería del derrotado Diego de Almagro el Mozo, y le encargó al capitán Francisco de Almendras que fuera a traerla. Su llegada al lugar  iba a ser un problema para las autoridades: "Estaba allí como alcalde Vasco Suárez, y, sabiendo que iba Francisco de Almendras, se juntó con los regidores, y hablaron sobre la orden que tenían de que la artillería no se sacara de allí.  Vasco de Suárez dijo que se iba a oponer contra Almendras y los suyos; Juan de Berrio, regidor, estuvo de acuerdo, y aseguró que ayudaría con su persona, armas y caballos a que el alcalde  lograra su leal intención. Diego Gavilán dijo lo mismo; el capitán Vasco de Guevara (fundador de la ciudad) fingió estar indispuesto, y que, por ello, no pudo dejar de estar en su lecho. Francisco de Almendras, con grandes voces, decía que a qué esperaban para entregarle la artillería, y los de Huamanga le respondían equívocamente, sin querer darle razón de dónde estaba".
     La artillería la tenía guardada Vasco de Guevara: "Al saber  Almendras que se había marchado, estuvo a lunto de destruir el pueblo. Fue con gran ira a su casa, y, atormentando a algunos indios, supo dónde estaba la artillería. Hecho esto, la cargó a hombros de los indios, y fue llevada a la ciudad del Cuzco".

     (Imagen) DIEGO DE GUMIEL fue una víctima más de las kafkianas guerras civiles de Perú, en las que casi nadie estaba libre de sospecha, y se castigaba sin las debidas comprobaciones, por aquello del 'piensa mal y te quedarás corto'. Cieza nos indica que era natural de la burgalesa Villadiego. Cuando llegó a Perú, en 1528, estuvo al servicio de Pizarro, como criado suyo, lo que indicaría que era de familia importante y, además, joven, aunque hizo el viaje con su esposa, Catalina de Santa Cruz, dejando en España a una hija recién nacida, María de Gumiel, al cuidado de sus abuelos. Ahora le vemos como capitán, recién nombrado por Gonzalo Pizarro. Aunque las apariencias engañan, porque Diego le había escrito una carta al Rey, explicándole que, de no haber aceptado el cargo, le habrían matado. Cierto o no, eso manchó su nombre, y le trajo muchos problemas a su familia. Es cierto que luchó contra el virrey Blasco Núñez Vela, pero, en algún momento determinado, no pudo seguir soportando su impostura y comenzó a criticar abiertamente a los oidores por haberle dado a Gonzalo Pizarro el cargo de Gobernador y apresado al virrey. Fue una desesperación suicida, porque Gonzalo Pizarro lo apresó, y acabó con su vida de manera denigrante. Por si fuera poco, terminadas las guerras civiles, Diego de Gumiel fue incluido en el grupo de traidores a la Corona, juzgado y condenado a la pérdida de su honra y de todos sus bienes, parte de los cuales ya se los había requisado Gonzalo Pizarro. Pero entonces actuaron judicialmente dos bravas mujeres. No su viuda, porque se había vuelto a casar, sino su madre, Constanza de Ubierna, y su hija, María de Gumiel. En la imagen vemos un documento procesal en el que se hace referencia, sucesivamente, a la viuda, la madre y la hija, y se menciona a Diego de Gumiel. ¿Resultado?: Se recuperó el buen nombre de DIEGO DE GUMIEL, y hubo que devolverles a las dos infatigables mujeres todos los bienes confiscados.



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