(607) Va a resultar que fue un gran acierto que los mensajeros fueran
acompañados por Francisco de Ampuero: "Como tenía tanta amistad con los
Pizarro , le dijo a Almendras que les diese a todos licencia para volver, y, al
fin, se la dio. Muy alegres y alabando a Dios porque les había librado de sus
manos, partieron. Al poco tiempo se encontraron con el clérigo Diego Martín y
con el padre provincial fray Tomás de San Martín, el cual les dijo las malas intenciones
que Pizarro tenía, que se preparaba para ir contra el virrey (el fraile había
fracasado en el Cuzco con Gonzalo en su intento de que dejara su rebeldía),
y que había oído que fue ahorcado un Juan Ribas, natural de Zaragoza, que iba
llevando de unos a otros su mensaje (el del provincial)". Hay que
aclarar que Cieza solo había hablado de dos grupos de mensajeros, el del obispo
Loaysa y el del secretario Pedro López. Así que, en realidad, hubo un tercero,
este de fray Tomás, y todos con la misma misión de llegar al Cuzco y hacerle
entrar en razón a Gonzalo Pizarro.
Entonces llegó al Cuzco Felipe Gutiérrez, quien, como ya nos contó
Cieza, había abandonado la campaña de Tucumán tras haber soportado un motín.
Tal y como hemos visto en la imagen anterior, se unió a las tropas de Pizarro,
y, cuando quiso abandonarle, lo ejecutaron. Pero unos venían y otros escapaban,
olfateando vientos favorables. Huyó del Cuzco a Arequipa Jerónimo de la Serna (al
que ya dediqué una imagen) para unirse al virrey, y allí encontró a un capitán
que le da pie a Cieza para hacer una alusión personal, al tiempo que expresa la
admiración que le tenía: "Habló con el capitán Alonso de Cáceres (también
le dediqué una imagen), hombre valeroso, que en la gobernación de Cartagena
de Indias fue capitán general, y tuvo otros honores y cargos, de lo cual yo soy
testigo, pues milité bajo su bandera en el descubrimiento de Urrute, y pasamos
muchos trabajos, hambres y miserias. Después de venidos nosotros con el
licenciado Juan de Vadillo, según atrás conté, pasó el capitán Cáceres a estas
provincias".
Sigue contando Cieza: "Llegado Serna a Arequipa, al saber el
capitán Alonso de Cáceres la dañada intención de Gonzalo Pizarro, acordaron
tomar dos naves que había en el puerto de aquella ciudad, e irse a Lima para
juntarse con el virrey. Llegados a la ciudad de los Reyes, fueron bien
recibidos por el virrey. En el tiempo que esto pasó, se huyó del Cuzco un
mancebo llamado Martín de Vadillo, el cual fue ahorcado por Alonso de Toro".
El cronista Herrera confun de el nombre llamando Juan a Martín, pero era,
precisamente, el hijo del mencionado Juan Vadillo, bajo cuyo mando llegó Cieza
a las proximidades de Quito.
(Imagen) Hemos visto que Francisco de Almendras era un tipo duro, y estuvo
muy tentado de matar a Pedro López, el mensajero del virrey. De Francisco y de
su sobrino Martín de Almendras Ulloa, ya hablé anteriormente. Digamos algo de su
hermano DIEGO DE ALMENDRAS ULLOA. Los dos estuvieron muy unidos, y se mantuvieron
fieles a los Pizarro largo tiempo. Lucharon contra Diego de Almagro. También
les fue fácil ser fieles a la Corona en la batalla de Chupas, bajo el mando de
Vaca de Castro, ya que se trataba de hacerlo contra lo almagristas. Luego ya se
saltaron esa lealtad al Rey: por seguir a Gonzalo Pizarro, se enfrentaron al
virrey Blasco Núñez Vela. Pero, como les ocurrió a muchos pizarristas que
habían seguido la misma trayectoria, cuando llegó el hábil Pedro de la Gasca,
experto en seducir con indultos, y viendo que tenían ya la última batalla
perdida, abandonaron a Gonzalo Pizarro. Esa fue la historia de muchos
pizarristas, y, normalmente, se mantuvieron de manera definitiva fieles a la
legalidad. Pedro de la Gasca les premió
con una espléndida encomienda de indios a los dos hermanos, que luego
mantuvieron su estrecha relación, pero reforzada por esa encomienda que
compartían. Diego de Almendras se casó con Inés de Aguiar, hija de su tío
Francisco de Almendras, el 'rey del mestizaje' (doce hijos), pues solo tuvo
descendencia, y no legitimada, con indias. Francisco, como ya vimos, fue
ejecutado el año 1545 por el también duro capitán Diego Centeno, a pesar de que
le suplicó que no lo matara, porque tenía muchos hijos que atender. Por su
parte, DIEGO DE ALMENDRAS Y ULLOA, manteniendo la línea de fidelidad al Rey,
luchó también contra el último rebelde, Francisco Hernández de Girón. Antes de que empezara la segunda batalla, la de
Chuquinga, quiso apresar a un esclavo negro huido, pero se revolvió y le hirió
tan gravemente con su propia espada, que murió poco después. Era el año 1554.
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