sábado, 24 de agosto de 2019

(Día 918) Perálvarez Holguín, calmado por Lorenzo de Aldana y Diego Maldonado de Álamos, renunció a ser General y aceptó el puesto de Maese de Campo que le ofrecía Vaca de Castro.


     (508) Conociendo lo que se estaba rumoreando de un lado y del otro, Vaca de Castro quiso aconsejarse: “Habló con el Provincial de lo que pasaba y le dijo que no tenía pensamiento de dejar a Perálvarez con el cargo de General, pues no era cosa decente que, siendo él Gobernador del Rey y teniendo que hallarse personalmente en la batalla, si la diesen, tuviera otro el nombre de General, y que asimismo pensaba dar el cargo de Maese de Campo a Lorenzo de Aldana (cuya valía estaba más que acreditada). El Provincial le aconsejó que enviara a Perálvarez personas de confianza que le convenciaran para que acatase sus órdenes. A Vaca de Castro le pareció bien el consejo, e, puesto que estaba allí Lorenzo de Aldana, que era muy amigo de Perálvarez y pariente suyo (primo), acordó enviarle para que le hablara de su parte, diciéndole que él tenía gran voluntad de gratificar lo mucho que a Su Majestad había servido, y que le prometía que ninguno le iba a preceder en honor, ni sería más principal en la batalla”.
     A medida que se avanza en la lectura de estas crónicas, van quedando definidos los perfiles personales de sus protagonistas, en lo bueno y en lo malo. A Lorenzo de Aldana ya lo imaginamos como un hombre polivalente, militar y diplomático, y al que sus jefes, empezando por Pizarro, le encomendaron misiones muy delicadas. Vaca de Castro quiere que le acompañe a Aldana otro importante personaje que encarnaba la habilidad, quizá más que la honradez: “Le dijo también que fuese con él Diego Maldonado (Álamos de segundo apellido), el vecino del Cuzco, pues era hombre tan principal y conocido de todos. Lorenzo de Aldana respondió alegremente a Vaca de Castro, dándole gran esperanza de que, yendo los dos, Su Majestad sería muy bien servido, puesto que, de la lealtad de Perálvarez, no había que dudar”.
     Partieron, pues, de inmediato los dos notables emisarios: “Perálvarez Holguín los recibió muy bien, y le hablaron de la sospecha que se tenía de su persona, diciéndole que, puesto que tan bien se había mostrado al servicio del Rey, que no lo oscureciese al no ponerse de acuerdo con el Gobernador. Y, al fin, asegurándole Aldana que Vaca de Castro le ponía como segunda persona en todo el ejército y que le daría el cargo de Maese de Campo, le persuadieron para que estuviese conforme con Vaca de Castro, y puso sus banderas a su servicio, escribiéndole graciosamente, e lo mismo hicieron todos los demás capitanes e caballeros que allí había”.
     Vaca de Castro se puso en marcha de nuevo, pero para ir a encontrarse con Alonso de Alvarado, quien ya se había preparado para su llegada: “Llegando el Gobernador cerca de donde él estaba, salió el Capitán con su gente de a caballo a recibirlo, todos armados, y lo mismo la gente de a pie, formando un escuadrón como si hubieran de pelear, para que el Gobernador conociera cuán diestros estaban en el arte militar. Al llegar Vaca de Castro donde estaba el Capitán, este se apeó, y fue a humillársele. Vaca de Castro se alegró mucho y le dio a entender el gran servicio que le había hecho a Su Majestad siendo el primero en haber alzado bandera en su real nombre, e la honra que ganaba al ser la primera que en el reino de Perú se había mostrado contra los de Chile”.

     (Imagen) Va a ser necesario andar a tientas con los DIEGO DE MALDONADO porque hay, al menos, tres, y es fácil confundirlos. Hubo uno (nacido en Barco de Ávila) que, lamentablemente, nos pilla un poco de lado, porque sus novelescas aventuras ocurrieron en Chile, luchando contra los terribles indios araucanos, quizá los más bravos de todas las Indias. Veremos, pues, en medio de las guerras civiles, esquivando peligros, a DIEGO DE MALDONADO NIETO (llamado El Rico, porque lo era), y a DIEGO MALDONADO DE ÁLAMOS, los dos naturales de Dueñas (Palencia). Ya hemos comentado algo de ambos, que coincidieron también en la inquietud de  no saber a qué bando seguir en las guerras civiles. Era tragicómico verlos temblar (a pesar de su veteranía militar) ante las exigencias de sumisión por parte de Gonzalo Pizarro, o, por el contrario, del virrey Núñez Vela. Les iba la vida en ello. Afortunadamente para ellos, los dos se decantaron finalmente por la lealtad al Rey. Vemos ahora que Vaca de Castro le asigna a Aldana como compañero de viaje a DIEGO MALDONADO DE ÁLAMOS “porque es hombre tran principal y conocido de todos”. Justo elogio para alguien que tantos méritos había hecho. Pero, en aquel mundo revuelto, hasta el más prestigioso podía ceder a la tentación. El año 1554, Maldonado se encontraba en España y, por denuncia de Ana Ramírez, se supone que ya viuda, Felipe II (entonces Príncipe) le dio la orden que recoge la imagen, y cuya referencia decía: “Real cédula del Príncipe Felipe a Diego Maldonado de Álamos, vecino de Medina del Campo, para que, en el plazo de tres días, dé cuenta al Consejo de Indias de las cartas, dineros, oro y plata que trajo del Perú para doña Ana Ramírez, por entrega del marido de esta, Juan de Mendoza”.



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