jueves, 15 de agosto de 2019

(Día 910) Empieza a crecer el odio de García de Alvarado contra Cristóbal de Sotelo. Para apoderarse de las ciudades, Sotelo va al Cuzco y Diego Méndez a La Plata.


     (500) En la tropa de Diego de Almagro el Mozo, que se encontraba en Jauja, había resultado un mazazo la muerte de Juan de Rada. Pero también se iniciaba el preludio de otro drama: “Se determinó que fuera un capitán a la Ciudad de los Reyes para traer hierro con que hacer armas, y otras cosas necesarias, y algunos dijeron que fuese García de Alvarado con cien de a caballo e cincuenta arcabuceros. Y, estando ya acordado, Cristóbal de Sotelo, con otros que cuerdamente vieron los daños que podrían resultar de aquella salida, e que los soldados robarían en la ciudad y harían daños e insultos, lo estorbó, de lo que García de Alvarado grandemente se resintió. Suprimida esta orden, los soldados decían públicamente que no querían otro General más que el mozo Don Diego, y que Cristóbal de Sotelo fuese Maese de Campo, e acordaron que fuese así, aunque de ello mostró recibir pena García de Alvarado porque le quitaban el cargo”. Acto seguido, Cristóbal de Sotelo, ya como Maese de Campo, fue con veinte de a caballo hacia el Cuzco con la misión de conseguir en aquella ciudad más amigos para la causa almagrista. Y la tensión aumentó: “García de Alvarado, cuando vio que Sotelo se le anteponía e iba al Cuzco a hacer lo que él quería cumplir, le pesó grandemente, y comenzó a tenerle odio, y aun la amistad que tenía con Don Diego aflojó, no siendo tan entera como al principio”.
     Como en toda guerra civil, no se respetaba el imperio de la ley, sino el de la fuerza. Llegado de nuevo al Cuzco con sus hombres Cristóbal de Sotelo, a pesar de ser uno de los conquistadores más tolerantes, manejó a su gusto a los amedrentados vecinos, y especialmente a los más importantes: “Llamó a los regidores, para que tornasen a reconocer como Gobernador de la ciudad a D. Diego de Almagro el Mozo. Prendieron a Felipe Gutiérrez, que se había escondido, y lo trajeron al Cabildo. Luego tomaron, para los gastos de la guerra, el dinero que hallaron de Francisco de Carvajal (el Demonio de los Andes), de Bachicao y de algunos otros que habían ido con Perálvarez”.
     Sotelo encargó a Diego Méndez que fuera con varios hombres a la villa de la Plata con las mismas intenciones, presentando los derechos del Mozo a su gobernación, puesto que los heredaba de su padre. Casi todos  se sometieron a la imposición, pero, a unos cuantos que se negaron a hacer lo que consideraban una traición a la Corona, los encarcelaron, entre ellos, a Antonio Álvarez, Villanueva y Vivanco. Después de dejar allí a Juan de Vera como Teniente de Almagro, partió Diego Méndez hacia las minas de Porco, “donde tomó más de sesenta mil pesos de oro, y los caballos y armas que halló, e con todo ello se volvió a la gran ciudad del Cuzco”.

     (Imagen) Vamos conociendo a muchos “conquistadores”, y ya nos salen al paso con frecuencia. Todo se entrelaza. Vemos ahora que se esconde de los almagristas FELIPE GUTIÉRREZ, el que pudo ser un importante gobernador en Veragua, pero fracasó. Y cómo le roban el dinero para las tropas de Diego de Almagro el Mozo a FRANCISCO DE CARVAJAL (el Demonio de los Andes). Las vidas de los dos se van a cruzar con la de NICOLÁS DE HEREDIA (del que también hemos hablado). Dos años después de lo que ahora cuenta Cieza, Vaca de Castro permitió a Diego de Rojas, Felipe Gutiérrez y Nicolás de Heredia que fueran a descubrir nuevas tierras al sur de Perú. Rojas, que iba al mando, fue herido  mortalmente. Quien debía sucederle, Gutiérrez, tuvo que abandonar la campaña por presión de sus soldados. Le tocaba a Heredia asumir el cargo, pero se lo arrebató Francisco de Mendoza, a quien mataron los soldados para ponerse a las órdenes de Heredia. Pero la expedición fracasó. ¿Qué fue de sus vidas? Felipe Gutiérrez murió en 1544, degollado por Gonzalo Pizarro al no querer unirse a su rebelión. Francisco de Carvajal y Gonzalo Pizarro, derrotados en la batalla de Jaquijaguana, también fueron condenados a muerte. Pero el Demonio de los Andes había saboreado anteriormente una hábil victoria contra los capitanes Lope de Mendoza y Nicolás de Heredia, a los que decapitó inmediatamente, y puso sus cabezas en la picota pública. En la imagen, que muestra parte de los servicios de Heredia, se dice claramente que Carvajal lo mató y le robó ocho mil pesos de oro. Si embargo, su viuda y sus hijas acusaron de su muerte y del robo a dos capitanes de Carvajal (ya difunto) que lograron salvar sus vidas.



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