(500) En la tropa de Diego de Almagro el Mozo, que se encontraba en
Jauja, había resultado un mazazo la muerte de Juan de Rada. Pero también se
iniciaba el preludio de otro drama: “Se determinó que fuera un capitán a la
Ciudad de los Reyes para traer hierro con que hacer armas, y otras cosas
necesarias, y algunos dijeron que fuese García de Alvarado con cien de a
caballo e cincuenta arcabuceros. Y, estando ya acordado, Cristóbal de Sotelo,
con otros que cuerdamente vieron los daños que podrían resultar de aquella
salida, e que los soldados robarían en la ciudad y harían daños e insultos, lo
estorbó, de lo que García de Alvarado grandemente se resintió. Suprimida esta
orden, los soldados decían públicamente que no querían otro General más que el
mozo Don Diego, y que Cristóbal de Sotelo fuese Maese de Campo, e acordaron que
fuese así, aunque de ello mostró recibir pena García de Alvarado porque le
quitaban el cargo”. Acto seguido, Cristóbal de Sotelo, ya como Maese de Campo,
fue con veinte de a caballo hacia el Cuzco con la misión de conseguir en
aquella ciudad más amigos para la causa almagrista. Y la tensión aumentó: “García
de Alvarado, cuando vio que Sotelo se le anteponía e iba al Cuzco a hacer lo
que él quería cumplir, le pesó grandemente, y comenzó a tenerle odio, y aun la
amistad que tenía con Don Diego aflojó, no siendo tan entera como al
principio”.
Como en toda guerra civil, no se respetaba el imperio de la ley, sino el
de la fuerza. Llegado de nuevo al Cuzco con sus hombres Cristóbal de Sotelo, a
pesar de ser uno de los conquistadores más tolerantes, manejó a su gusto a los
amedrentados vecinos, y especialmente a los más importantes: “Llamó a los
regidores, para que tornasen a reconocer como Gobernador de la ciudad a D.
Diego de Almagro el Mozo. Prendieron a Felipe Gutiérrez, que se había
escondido, y lo trajeron al Cabildo. Luego tomaron, para los gastos de la
guerra, el dinero que hallaron de Francisco de Carvajal (el Demonio de los Andes), de Bachicao y de algunos otros que habían
ido con Perálvarez”.
Sotelo encargó a Diego Méndez que fuera con varios hombres a la villa de
la Plata con las mismas intenciones, presentando los derechos del Mozo a su
gobernación, puesto que los heredaba de su padre. Casi todos se sometieron a la imposición, pero, a unos
cuantos que se negaron a hacer lo que consideraban una traición a la Corona,
los encarcelaron, entre ellos, a Antonio Álvarez, Villanueva y Vivanco. Después
de dejar allí a Juan de Vera como Teniente de Almagro, partió Diego Méndez
hacia las minas de Porco, “donde tomó más de sesenta mil pesos de oro, y los
caballos y armas que halló, e con todo ello se volvió a la gran ciudad del
Cuzco”.
(Imagen) Vamos conociendo a muchos “conquistadores”, y ya nos salen al
paso con frecuencia. Todo se entrelaza. Vemos ahora que se esconde de los
almagristas FELIPE GUTIÉRREZ, el que pudo ser un importante gobernador en
Veragua, pero fracasó. Y cómo le roban el dinero para las tropas de Diego de
Almagro el Mozo a FRANCISCO DE CARVAJAL (el Demonio de los Andes). Las vidas de
los dos se van a cruzar con la de NICOLÁS DE HEREDIA (del que también hemos
hablado). Dos años después de lo que ahora cuenta Cieza, Vaca de Castro
permitió a Diego de Rojas, Felipe Gutiérrez y Nicolás de Heredia que fueran a
descubrir nuevas tierras al sur de Perú. Rojas, que iba al mando, fue
herido mortalmente. Quien debía
sucederle, Gutiérrez, tuvo que abandonar la campaña por presión de sus
soldados. Le tocaba a Heredia asumir el cargo, pero se lo arrebató Francisco de
Mendoza, a quien mataron los soldados para ponerse a las órdenes de Heredia. Pero
la expedición fracasó. ¿Qué fue de sus vidas? Felipe Gutiérrez murió en 1544,
degollado por Gonzalo Pizarro al no querer unirse a su rebelión. Francisco de
Carvajal y Gonzalo Pizarro, derrotados en la batalla de Jaquijaguana, también
fueron condenados a muerte. Pero el Demonio de los Andes había saboreado
anteriormente una hábil victoria contra los capitanes Lope de Mendoza y Nicolás
de Heredia, a los que decapitó inmediatamente, y puso sus cabezas en la picota
pública. En la imagen, que muestra parte de los servicios de Heredia, se dice
claramente que Carvajal lo mató y le robó ocho mil pesos de oro. Si embargo, su
viuda y sus hijas acusaron de su muerte y del robo a dos capitanes de Carvajal
(ya difunto) que lograron salvar sus vidas.
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