(507) Este detalle nos aclara algo que parecía extraño. Hemos visto hace
poco que Fray Tomás de San Martín (de cuya importancia ya hablamos en su día)
partió de Lima con las tropas de Diego de Almagro el Mozo, lo que daba la
sensación de que era uno de sus partidarios. Ahora, viéndole junto a Gómez de
Alvarado, se entiende que solo les acompañó un pequeño trecho, separándose
después. A pesar de que Fray Tomás había sido un importante mediador entre
almagristas y pizarristas, Cieza nos quita de dudas: el reverendo ponía por
encima de todo la fidelidad al Rey.
También nos dice el cronista que Fray Tomás fue testigo de la discusión
entre Alonso de Alvarado y Gómez de Alvarado, y que, aunque quiso ponerlos de
acuerdo, Gómez , como ya sabemos, se saltó la disciplina y partió sin permiso,
al mismo tiempo que el fraile, al encuentro de Vaca de Castro. Ahora nos sitúa
en el momento en que llega Merlo a exigirle a Gómez que vuelva adonde Alonso de
Alvarado y le obedezca. Al saberlo Fray Tomás, experto mediador, quiso
intervenir, y metió la pata: “Avisó a Gómez de Alvarado de ello, e aun le
aconsejó que partiese pronto a encontrarse con Vaca de Castro, ya que estaba
tan cerca. E, teniéndose por bien aconsejado, Gómez de Alvarado mandó ensillar
un caballo, y, sin que Merlo se enterase, partió adonde el Gobernador, e,
llegado ante él, mostró gran voluntad de servirle”.
Como era de esperar, a Vaca de Castro le sentó fatal verlo aparecer por
allí. Pero, de momento, sabiendo que no tenía ya remedio, disimuló su
irritación, que sería considerable por haber desobedecido, dejando, además,
tirado al secretario Merlo. Vaca de Castro y los suyos siguieron la marcha y
llegaron a Huaylas, donde estaban los españoles que habían sufrido el sorocho
de las altas montañas, y también el ‘consejero’: “Fray Tomás le habló a Vaca de Castro,
ofreciéndose mucho a su servicio, y él le recibió muy bien”. Pero le pareció la
ocasión de corregir la chapuza: “Vaca de Castro le mandó a Gómez de Alvarado
que volviese adonde el Capitán Alonso de Alvarado, porque no quería consentir
que nadie se apartase de los capitanes que tanto habían servido al Rey, y, a
Gómez, aunque procuró evitar aquella ida, nada le aprovechó. Y así partió,
yendo con el Provincial (de los dominicos) Fray Tomás, e llegados donde
estaba el Capitán Alonso de Alvarado, poniéndose en medio de entrambos, los
conformó y puso en toda amistad”. Esta vez, sí acertó el clérigo: las cosas
volvieron a su debido cauce, y no hubo castigo para el terco Gómez de Alvarado.
Vaca de Castro decidió detenerse dos días para que todos se recuperaran
del cansancio, y lo hicieron ya muy cerca de donde se encontraba Perálvarez
Holguín. Tanto, que algunos hombres se desplazaban de un campamento a otro para
saludarse. Pero no solo para eso: llevaban también chismes que resultaban
inquietantes. Unos le decían a Vaca de Castro que Perálvarez no estaba
dispuesto a ponerse a su servicio si le quitaba el mando de General. Otros le
aseguraban a Perálvarez que Vaca de Castro, después de oír lo que le habían
contado de él Gómez de Tordoya y Garcilaso de la Vega, daba a entender que lo
iba a hacer.
(Imagen) Sabemos ya algo de FRAY TOMÁS DE SAN MARTÍN, pero todo es poco,
porque fue una figura extraordinaria. En general, la aventura de las Indias tuvo un desarrollo
tan preciso como un reloj, y apoyado en el delicado equlibrio de la fuerza
bruta militar con el contrapeso de la misión humanitaria y evangelizadora de
los religiosos. Fray Tomás nació en Palencia el año 1482. Llegó a las Indias en
1528, dotado de una amplia formación religiosa y cultural, y, tras foguearse en
su labor apostólica, volvió a España en 1534. Regresó al Perú en 1539, y de
inmediato fue nombrado Provincial de los Dominicos. Como estamos viendo ahora,
tras la muerte de Pizarro, colaboró cuanto pudo con Vaca de Castro para que los
almagristas abandonaran su rebeldía contra la Corona. Lo mismo hizo con el
virrey Núñez Vela, porque, además, le encantaba que tratara de imponer las
leyes que favorecían a los indígenas. Pero se vio luego en una situación muy
comprometida. Entrando triunfante Gonzalo Pizarro en Lima, le presionó a Fray
Tomás para que fuera a España a pedirle al Rey que lo reconociera como
Gobernador de Perú. Puesto en camino, tropezó en Panamá con alguien que le
cambió de idea: el convincente Pedro de la Gasca. El año 1551, el trotamundos Fray
Tomás, yendo hasta Alemania, consiguió de Carlos V la fundación de la
Universidad de Lima, la primera de las Indias, pero se hizo impopular entre los
españoles de Perú por impartir en ella una enseñanza que exigía más protección
para los nativos. La imagen muestra la copia del inicio de un documento
(escrito en latín) por el que se le concede permiso al obispo Fray Tomás de San
Martín para la erección de la Catedral de La Plata. Murió poco después (año
1554) en esta ciudad, de la que había sido nombrado recientemente obispo.
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