sábado, 3 de agosto de 2019

(Día 900) Finalmente, Francisco de Chávez fue ejecutado, y Francisco Núñez de Pedroso, desterrado. Los almagristas vieron con preocupación que los pizarristas estaban dirigidos por grandes capitanes.


     (490) Podían haber tenido alguna respeto por el brillante historial de Francisco de Chávez al servicio de los almagristas, pero, quizá ya hartos de su carácter intransigente, actuaron por la tremenda. Parece ser que también influyó un rencor reciente de Juan de Rada. Se enteró de que, cuando Diego de Almagro el Mozo lo nombró Capitán General, resultando desplazado del cargo y muy dolido Gómez de Alvarado, habiendo sido Rada un simple criado de su hermano, el gran Pedro de Alvarado, Chávez lo consolaba y le decía que era necesario poner remedio a tan gran injusticia. Sería, quizá, un detalle más para precipitar el destino de Chávez: “Sabiendo Juan de Rada que la gente andaba alborotada por lo que estaba ocurriendo, tomó consejo con sus amigos, y acordaron matar al capitán Francisco de Chávez y desterrar a Francisco Núñez de Pedroso. Al otro día, por la mañana, fueron, por mandato de Don Diego y de Juan de Rada, a dar la muerte a Francisco de Chávez, el cual ya estaba arrepentido de lo que había hecho. Le dijeron que se confesase, y, según cuentan, se asombró, y respondió que tenía dos sillas, una en el cielo y otra en el infierno, y que ya la Potencia Divina tenía determinado a cuál de aquellas partes había de ir, y que no quería confesarse. Según otros, lo que dijo fue que, puesto que así lo mataban sus amigos, que el diablo le llevase el ánima”.
     Comentando estos rumores sobre Chávez, Cieza muestra, una vez más, su alma de creyente, al recordar que Chávez, como ya vimos en su día, había obligado a unos frailes a volverse al convento con las sagradas formas que habían sacado a la calle para pacificar a la gente: “Bien pudo ser que dijese ambas cosas, porque un hombre que tan poco acatamiento hizo al Santísimo Sacramento, no esperaría tener mejor muerte que esta. Tras decir esto, fue ejecutado por el verdugo, y también lo fue el bachiller Enríquez. Al Francisco Núñez lo desterraron en aquel navío, donde habían embarcado también a Doña Inés, la mujer de Francisco Martín de Alcántara (asesinado con su hermanastro Pizarro), e a los hijos del Marqués. También desterraron a Diego de Peralta, vecino de la ciudad de la Paz, y hombre que ha servido mucho a Su Majestad”. Vemos, pues, que no solo había enfrentamientos y ejecuciones, sino que se utilizaba asimismo el destierro con quienes no habían creado conflictos pero suponían un riesgo potencial por razones de parentesco o amistad con sus enemigos.
     Los hombres de Diego de Almagro habían demostrado enorme osadía matando a Pizarro, pero su preocupacion aumentaba al ver que capitanes de gran talla continuaban fieles a su memoria y se preparaban para luchar. Probablemente, al que más temían era a Alonso de Alvarado: “Hacía ya muchos días que Perálvarez Holguín (pizarrista) le había quitado el mando de la ciudad del Cuzco al capitán Gabriel de Rojas (almagrista), y juntó gente para venir a buscar a los que habían matado al Marqués. Cuando se supo en la Ciudad de los Reyes, Don Diego de Almagro y los que con él estaban tuvieron mucha turbación viendo que, Alonso de Alvarado por un parte y Perálvarez por otra, se hubiesen levantado contra ellos. Tomando consejo sobre lo que harían, determinaron ir a desbaratar a Perálvarez”.

     (Imagen) El bachiller HERNANDO ENRÍQUEZ, que era, además, boticario y cirujano (no le faltaría trabajo entre tanto enfermo y herido), era natural de Barcarrota (Badajoz), como el valiente Gómez de Tordoya y el excepcional Hernando de Soto, a quienes frecuentaría en su pueblo  y en Perú. Nos servirá para entender lo peligroso que era nadar a dos aguas en las guerras civiles. Nos cuenta Cieza que enredó bastante en el conflicto que, a cuenta de una india, le costará la vida a Francisco de Chávez. Pero es que, además, Enríquez, incorporado a las tropas de los almagristas, estaba haciendo imprudentemente campaña contra Diego de Almagro el Mozo. Así que lo ejecutaron junto a Chávez. Luego ocurrió algo también muy frecuente tras la muerte de un español en las Indias: un largo pleito sobre su herencia. Su padre, como heredero, demandó a Diego de la Dehesa, un escribano del Cuzco, por apropiación indebida. Fue absuelto, pero hubo recursos. Lo que nos interesa ahora es el texto de la imagen. En él se confirma que Enríquez fue matado por orden de Diego de Almagro el Mozo, y se aclara que uno de sus albaceas había sido LUIS GARCÍA DE SANTMAMÉS. Y el tal Luis protagonizó otro ejemplo de los saltos mortales que había que dar para sobrevivir en medio de aquella locura bélica. Era almagrista, pero pronto luchó contra Diego de Almagro, quizá dolido por la muerte de Enríquez, y se unió a los pizarristas para servir a Vaca de Castro, representante del Rey. Ya firme en esa elección, siguió leal a la Corona cuando llegó el virrey Blasco Núñez Vela. Pero eso supuso inevitablemente enfrentarse a Gonzalo Pizarro, quien, aunque fue definitivamente derrotado y ejecutado por Pedro de la Gasca (ya muerto Núñez Vela), había vencido en la batalla de Huarina (año 1547), tras la cual, una de las muchas cabezas que rodaron fue la de LUIS GARCÍA DE SANTMAMÉS.



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