jueves, 22 de agosto de 2019

(Día 916) Aunque Vaca de Castro tenía dudas sobre la lealtad de Perálvarez Holguín, continuó la marcha con rapidez. Gómez de Alvarado, sin pedir permiso a su capitán, Alonso de Alvarado, salió al encuentro de Vaca de Castro


      (506) Gómez de Tordoya le dio a Vaca de Castro esta explicación: “Pues ellos tenían tan pocos hombres, que no habrían conseguido su deseo, que era el de servir al Rey, si Perálvarez lo deseara estorbar. También le dijo que era tan deseoso de mandar, que si se pretendiese quitarle el cargo que ya tenía, no faltaría mucho para que se mostrase como enemigo”.
     Estas supuestas palabras habrían preocupado a Vaca de Castro: “Dicen que cuando oyó aquellas cosas, recibió gran alteración, encubriéndola para que no se creyese que tenía miedo de que Perálvarez, viéndose tan pujante, no quisiese seguir la guerra bajo su autoridad. Luego mandó que todos se preparasen para partir, porque habían llegado cartas de ambos reales (tropas) pidiendo que  no se dilatase su llegada, pues así convenía al servicio de Su Majestad”. Tuvieron después algunas dudas sobre qué camino tomar, y decidieron no ir directamente a Lima, sino pasar primero por Guaraz. Se pusieron pronto en marcha, dejando previamente Vaca de Castro a Diego de Mora al mando en Trujillo. Muchas veces ha hablado Cieza de la fatiga que producía subir montes tan elevados, pero ahora, por primera vez, nos aclara cuál era la causa. Se trataba de lo que en tierras andinas llaman el ‘sorocho’, una especie de edema cerebral: “Cuando subió Vaca de Castro en lo alto de las sierras, le dio a él y a la mayoría aquel común mal de la cabeza que suelen sufrir casi todos,  e los puso tales que andaban como si fueran navegando por la mar”.
     Vaca de Castro sufría con los casos de indisciplina: “Llegó a un pueblo llamado Tozal, donde supo por un español que, en el campamento de Alonso de Alvarado, había oído palabras entre él e Gómez de Alvarado el mancebo, el cual, al tener noticia de que llegaba (Vaca de Castro), se marchó, sin licencia del Capitán Alvarado, para juntarse con él. Vaca de Castro recibió mucha pena al recibir esta nueva, y más porque había venido sin licencia del Capitán Alonso de Alvarado”. Cieza precisa que era Gómez de Alvarado ‘el mancebo’, para distinguirlo de Gómez de Alvarado Contreras, bastante mayor que el otro y hermano del gran Pedro de Alvarado. Confunde más las identidades el hecho de que ambos tuvieron enfrentamientos con Alonso de Alvarado. El Contreras morirá pronto, y al mancebo le quedan todavía muchos años de vida por delante. Sigamos con él.
     Va a ser complicado hacerle entrar en razón a Gómez de Alvarado: “Llamando Vaca de Castro a Merlo, su secretario, le mandó que notificase a Gómez de Alvarado que, so penas graves, volviera a ponerse bajo la bandera de su Capitán (y que comprobara que lo hacía), e Merlo anduvo hasta el aposento en donde Gómez de Alvarado estaba, y en él halló al Provincial Fray Tomás de San Martín, quien, como se supiese en la Ciudad de los Reyes la venida de Vaca de Castro, deseando ser de provecho en servicio de Su Majestad, partió para encontrarse con él, viniendo por el sitio donde estaba el Capitán Alonso de Alvarado, e por el de Perálvarez Holguín”.

     (Imagen) DIEGO DE MORA era un tipo completo: conquistador, con cargos políticos, emprendedor en distintas clases de negocios y, además, un hombre generoso. Habiendo llegado con Almagro a Perú, fue uno de los que suplicaron, inútilmente, por la vida de Atahualpa. Muy vinculado a la ciudad de Trujillo, participó en su fundación en 1535 y obtuvo allá ricas encomiendas, donde introdujo el cultivo de la caña y la producción de azúcar. Cedió generosamente terrenos para la fundación de un convento dominico. Vemos que Vaca de Castro le deja ahora, año 1541, al mando de la ciudad, donde ya había sido Teniente de Gobernador en nombre de Pizarro. Le destituirá enseguida Diego de Almagro el Mozo por considerarlo pizarrista. El intransigente virrey Blasco Núñez Vela le impuso severas limitaciones sobre sus encomiendas, lo que provocó que Mora cambiara sus fidelidades aliándose con Gonzalo Pizarro. Los convincentes argumentos del gran Pedro de la Gasca le decidieron a ponerse de nuevo al servicio de la Corona, y luchó en la batalla de Jaquijaguana contra Gonzalo, quien resultaría derrotado y degollado. Aparece en los archivos un documento (el de la imagen), del año 1553, en el que Francisca Pizarro, la importante hija mestiza del gran conquistador, demanda a Diego de Mora reclamándole los derechos de una encomienda. El texto, que se lee muy bien, aporta datos curiosos. Aclara que Diego de Mora era natural de Ciudad Real (algo que no se sabía, y ni allí lo recuerdan) y que el proceso no se concluyó, probablemente por falta de fundamento. Eso explicaría el hecho de que Diego fuera premiado en 1554 con los importantes cargos de Corregidor y Justicia Mayor de Lima, alcanzando un alto nivel de riqueza y poder, aunque le duró poco la alegría porque murió pronto en esa misma ciudad.



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