(506) Gómez de Tordoya le dio a Vaca de Castro esta explicación: “Pues
ellos tenían tan pocos hombres, que no habrían conseguido su deseo, que era el
de servir al Rey, si Perálvarez lo deseara estorbar. También le dijo que era
tan deseoso de mandar, que si se pretendiese quitarle el cargo que ya tenía, no
faltaría mucho para que se mostrase como enemigo”.
Estas supuestas palabras habrían preocupado a Vaca de Castro: “Dicen que
cuando oyó aquellas cosas, recibió gran alteración, encubriéndola para que no
se creyese que tenía miedo de que Perálvarez, viéndose tan pujante, no quisiese
seguir la guerra bajo su autoridad. Luego mandó que todos se preparasen para
partir, porque habían llegado cartas de ambos reales (tropas) pidiendo
que no se dilatase su llegada, pues así
convenía al servicio de Su Majestad”. Tuvieron después algunas dudas sobre qué
camino tomar, y decidieron no ir directamente a Lima, sino pasar primero por
Guaraz. Se pusieron pronto en marcha, dejando previamente Vaca de Castro a
Diego de Mora al mando en Trujillo. Muchas veces ha hablado Cieza de la fatiga
que producía subir montes tan elevados, pero ahora, por primera vez, nos aclara
cuál era la causa. Se trataba de lo que en tierras andinas llaman el ‘sorocho’,
una especie de edema cerebral: “Cuando subió Vaca de Castro en lo alto de las sierras,
le dio a él y a la mayoría aquel común mal de la cabeza que suelen sufrir casi
todos, e los puso tales que andaban como
si fueran navegando por la mar”.
Vaca de Castro sufría con los casos de indisciplina: “Llegó a un pueblo
llamado Tozal, donde supo por un español que, en el campamento de Alonso de
Alvarado, había oído palabras entre él e Gómez de Alvarado el mancebo, el cual,
al tener noticia de que llegaba (Vaca de Castro), se marchó, sin
licencia del Capitán Alvarado, para juntarse con él. Vaca de Castro recibió
mucha pena al recibir esta nueva, y más porque había venido sin licencia del
Capitán Alonso de Alvarado”. Cieza precisa que era Gómez de Alvarado ‘el
mancebo’, para distinguirlo de Gómez de Alvarado Contreras, bastante mayor que
el otro y hermano del gran Pedro de Alvarado. Confunde más las identidades el
hecho de que ambos tuvieron enfrentamientos con Alonso de Alvarado. El
Contreras morirá pronto, y al mancebo le quedan todavía muchos años de vida por
delante. Sigamos con él.
Va a ser complicado hacerle entrar en razón a Gómez de Alvarado:
“Llamando Vaca de Castro a Merlo, su secretario, le mandó que notificase a
Gómez de Alvarado que, so penas graves, volviera a ponerse bajo la bandera de
su Capitán (y que comprobara que lo hacía), e Merlo anduvo hasta el
aposento en donde Gómez de Alvarado estaba, y en él halló al Provincial Fray
Tomás de San Martín, quien, como se supiese en la Ciudad de los Reyes la venida
de Vaca de Castro, deseando ser de provecho en servicio de Su Majestad, partió
para encontrarse con él, viniendo por el sitio donde estaba el Capitán Alonso
de Alvarado, e por el de Perálvarez Holguín”.
(Imagen) DIEGO DE MORA era un tipo completo: conquistador, con cargos
políticos, emprendedor en distintas clases de negocios y, además, un hombre
generoso. Habiendo llegado con Almagro a Perú, fue uno de los que suplicaron,
inútilmente, por la vida de Atahualpa. Muy vinculado a la ciudad de Trujillo, participó
en su fundación en 1535 y obtuvo allá ricas encomiendas, donde introdujo el
cultivo de la caña y la producción de azúcar. Cedió generosamente terrenos
para la fundación de un convento dominico. Vemos que Vaca de Castro le deja
ahora, año 1541, al mando de la ciudad, donde ya había sido Teniente de
Gobernador en nombre de Pizarro. Le destituirá enseguida Diego de Almagro el
Mozo por considerarlo pizarrista. El intransigente virrey Blasco Núñez Vela le
impuso severas limitaciones sobre sus encomiendas, lo que provocó que Mora cambiara
sus fidelidades aliándose con Gonzalo Pizarro. Los convincentes argumentos del
gran Pedro de la Gasca le decidieron a ponerse de nuevo al servicio de la
Corona, y luchó en la batalla de Jaquijaguana contra Gonzalo, quien resultaría
derrotado y degollado. Aparece en los archivos un documento (el de la imagen),
del año 1553, en el que Francisca Pizarro, la importante hija mestiza del gran
conquistador, demanda a Diego de Mora reclamándole los derechos de una
encomienda. El texto, que se lee muy bien, aporta datos curiosos. Aclara que
Diego de Mora era natural de Ciudad Real (algo que no se sabía, y ni allí lo
recuerdan) y que el proceso no se concluyó, probablemente por falta de fundamento.
Eso explicaría el hecho de que Diego fuera premiado en 1554 con los importantes
cargos de Corregidor y Justicia Mayor de Lima, alcanzando un alto nivel de
riqueza y poder, aunque le duró poco la alegría porque murió pronto en esa
misma ciudad.
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