jueves, 8 de agosto de 2019

(Día 904) Vaca de Castro fue consiguiendo que le aceptaran en todas partes como Gobernador. Le envió un mensaje a Gonzalo Pizarro para anunciarle la muerte de su hermano, pero los mensajeros no lo encontraron.


     (494) Nada más poderoso para Vaca de Castro que ese documento real que lo convertía inmediatamente en el legítimo Gobernador de todo el Perú. Solo los almagristas más acérrimos serían capaces de desafiarlo, y los tibios tendrían que disimular o someterse abiertamente a su autoridad: “Llegados a Quito los mensajeros que, desde Popayán, despachó Vaca de Castro, cuando allí vieron la cédula del Rey, Nuestro Señor, entraron en cabildo Pedro de Puelles (ya hablamos de su terrible muerte posterior), que estaba al mando, los alcaldes y los regidores, e aceptaron como gobernador a Vaca de Castro, quien, cuando lo supo, se alegró de que las cosas llevasen buenos principios, y, con mucha prisa, partió para ir allá”. Poco antes de llegar a Quito, recibió Vaca de Castro otra carta que, por venir de quien venía, le alegró en gran manera. Se la mandaba el gran Alonso de Alvarado, contándole que, al conocer la muerte de Pizarro, hizo pública su fidelidad al Rey, y que, reclutando tropas, permanecía esperándole en un lugar bien protegido: “De inmediato, Vaca de Castro le envió un traslado de la cédula del Rey, valorando la importancia de que se hubiera puesto bajo la bandera del Rey, y diciéndole que no se podía esperar menos de un caballero tan notable”.
     Al llegar a Quito, Vaca de Castro fue recibido con gran solemnidad, y, desde allí, continuó enviando cartas para que en todos los lugares supieran que ostentaba el título de Gobernador del Perú. Otro de sus principales objetivos era el de reclutar gente, formar un ejército poderoso e ir a Lima para derrotar a Diego de Almagro. Su título de Gobernador animaba a muchos hombres a alistarse en sus tropas. Informado de todo, sabía que Gonzalo Pizarro andaba por la tierra de la Canela. Pensó que, en cuanto conociera que los de Almagro habían asesinado a su hermano, volvería rápidamente a luchar contra ellos bajo sus órdenes. Como no llegaban noticias suyas, “mandó a Gonzalo Martín, vecino de Quito y conquistador antiguo, que fuera con treinta hombres a buscarlo, para que le contara que los de Chile habían matado al Marqués, su hermano, y que, como él era ahora el Gobernador, le pedía que volviese con la gente que tenía, para ir a castigar a Don Diego por lo que había hecho”. Los enviados, sin duda, pasarían muchas penalidades en las tierras amazónicas tras el rastro de Gonzalo Pizarro, pero no consiguieron encontrarlo. Tuvo Vaca de Castro más suerte con otro ‘fichaje’. Encargó a un mensajero que fuera a la zona de Bracamoros, y el capitán que andaba por aquellas tierras, Pedro de Vergara, aceptó de inmediato unirse a Vaca de Castro para luchar contra los almagristas.
    En el Cuzco, Perálvarez Holguín, como ya sabemos, tenía preso a Don Alonso de Montemayor, el enviado de Diego de Almagro, y no se fiaban de él porque siempre fue muy apreciado por los almagristas:  “Intentó huir porque, antes de que llegase Peransúrez, le dijeron que venían en su compañía algunas personas que estaban a mal con él, y temía que, siendo tiempos revueltos, quisiesen matarle, mas pronto Perálvarez lo tuvo de nuevo en sus manos e lo mandó prender, pero dándole el tatamiento que, como caballero, merecía”.

     (Imagen) Dediquemos otra imagen a PEDRO DE VERGARA (en realidad, “de Espinosa Vergara”). Era natural de Medina del Campo. Aceptó de inmediato, como nos cuenta Cieza, unirse a las fuerzas de Cristóbal Vaca de Castro contra los almagristas, y siempre se mantuvo dentro de la legalidad. Es Pedro otro ‘segundón’ cargado de méritos. Estuvo en la batalla de las Salinas como capitán de arcabuceros, y, tras la victoria, Pizarro, para agradecerle sus buenos servicios, le concedió la exploración y conquista de la zona de los indios bracamoros, tan bravos que más de una vez habían rechazado ataques del imperio inca. Fue Pedro de Vergara el primer capitán español que entró en aquel territorio del norte de Perú. Permaneció un tiempo inmerso en gandes dificultades, y suspendió su campaña cuando recibió la llamada de Vaca de Castro. Mereció la pena, porque lograron vencer a Diego de Almagro el Mozo en la batalla de Chupas, donde Pedro sufrió una herida. Tuvo después el privilegio de firmar como testigo de la dura sentencia dictada por Vaca de Castro contra los almagristas, en la que bastantes fueron condenados a muerte, siendo, lógicamente, El Mozo uno de ellos. Volvió más tarde Pedro de Vergara a la tierra de Bracamoros, pero también otros dos capitanes dejaron huella en el lugar. Juan Porcel fundó una ciudad con el nombre de su patria chica, Jerez de la Frontera. Resultó otro gran capitán, aunque, a diferencia de Pedro de Vergara, muy dado a cambiar de bando en las guerras civiles, a pesar de lo cual, vivió hasta el año 1560. Quien logró asentar una ciudad definitiva fue el jienense Diego Palomino, en 1546, y le puso el nombre de JAÉN DE BRACAMOROS, contando hoy con unos 90.000 habitantes. Un último detalle. En un momento determinado, PEDRO DE VERGARA fundó allá una ciudad luego desaparecida, a la que llamó Bilbao. Eso y su apellido hacen suponer que descendía de vascos.



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