martes, 6 de agosto de 2019

(Día 902) Alonso de Alvarado quería atacar ya a García de Alvarado. Le pidió (en un escrito) que acelerara su marcha a Vaca de Castro, quien entonces se enteró del asesinato de Pizarro. Perálvarez apresó en el Cuzco al almagrista Alonso de Montemayor.


     (492) Cieza nos va a dar ahora algunos datos entrelazados de lo que iba sucediendo en distintos sitios. Habla de que el gran Alonso de Alvarado, el más importante de los capitanes pizarristas, había planeado atacar y derrotar al capitán almagrista García de Alvarado, personaje inquieto y de pocos escrúpulos, “pensando que, si le desbarataba, sería una gran pérdida para los de Chile, porque tenían mucha confianza en él”. Para ello, buscó el apoyo del capitán Melchor Verdugo, que estaba en la provincia de Cajamarca, “al que le pidió que se juntase con él, pero no lo quiso hacer porque deseaba estar neutral”. Esta negativa le estropeó su estrategia, y decidió ponerse en contacto cuanto antes con Vaca de Castro, la máxima autoridad en el campo leal al Rey. En el extensísimo territorio de Perú, las comunicaciones eran muy lentas, y la primera preocupación de Alvarado fue situarse bien defendido en algún lugar seguro. Tambien aprovechaba el tiempo enviando mensajeros a distintas poblaciones para conseguir más soldados adeptos a su causa: “Y en cartas que le envió a Vaca de Castro, le decía que se diese prisa en llegar, porque, en cuanto los del reino supiesen que ya venía, pronto acudirían muchos para servir al Rey”.
     Los ejércitos contrincantes se preparaban frenéticamente para la batalla. Habíamos dejado a los capitanes pizarristas Perálvarez Holguín y Pensúrez en el Cuzco, como dueños de la situación, ocupados en esa tarea, y llegó entonces a la ciudad el almagrista Don Alonso de Montemayor, a quien Diego de Almagro el Mozo  le había encargado la difícil, y hasta peligrosa, misión de convencer a Perálvarez de que cambiara de bando, “pues, dado que siempre se había mostrado amigo del Adelantado Don Diego de Almagro, que lo fuese ahora de los vengadores de su muerte”. Pero, en cuanto entró en el Cuzco, se dio cuenta de que iba a fracasar y de que más le valía hacer un simple comentario de circunstancias: “Don Alonso de Montemayor se refrenó, como caballero cuerdo, e mostró voluntad de querer estar al servicio del Rey, mas Perálvarez lo prendió, y lo tenía bajo vigilancia para que no se volviese a la ciudad de los Reyes”.
     Por su parte, Vaca de Castro seguía en la ciudad de Popayán, donde le había llegado la noticia de la muerte de Pizarro. Recordemos que entonces le dio orden a Belalcázar de que no se moviera de la ciudad de Cali hasta un nuevo aviso suyo. Lo que quería era confirmar a la mayor brevedad los hechos, cosa nada fácil a tan gran distancia. Dio la casualidad de que unos españoles que iban por mar desde Panamá hacia el Cuzco tuvieron información de los principales acontecimientos, y también de que Vaca de Castro estaba en Popayán, de manera que, por evitar los riesgos de los conflictos armados, fueron por tierra a su encuentro y le pusieron al día de lo que estaba sucediendo: “Le dijeron que Don Diego de Almagro se había nombrado Gobernador del reino, y había enviado al capitán García de Alvarado a recorrer la costa, y aun a procurar tenerle (a Vaca de Castro) en sus manos para matarlo o prenderlo, y que (García) había apresado a Alonso de Cabrera e a otros, y los había matado, y que se llevó preso al licenciado García de León. Sabido esto, Vaca de Castro claramente entendió que el Marqués había sido matado y Don Diego nombrado Gobernador”.

     (Imagen) MELCHOR VERDUGO nació en Ávila hacia el año 1513. Pronto consiguió una fortuna en las Indias, y se casó con Jordana de Mejía Arévalo. Participó en el botín de Atahualpa y fue uno de los fundadores de Trujillo (año 1534). Le gustaba el relumbrón y la riqueza, aunque se lo ganó a pulso. Con ese afán consiguió que le concedieran un escudo de armas y ser nombrado Caballero de Santiago. Pizarro le adjudicó por sus méritos una encomienda de indios muy importante. El documento de la concesión le exige, como era habitual, que adoctrine a los indios cristianamente y que los trate con humanidad. Pero también se ve que, en la práctica, los encomenderos no se asustarían de esta ridícula amenaza: “Si así no lo hiciereis, cargue sobre vuestra conciencia, e  no sobre la de su Majestad, ni sobre la mía (la de Pizarro)”. De hecho, Cieza, aunque reconoce su valía como soldado, afirma que Verdugo fue “un patrón de los indios despiadado y cruel”. Llama la atención que Melchor Verdugo rechazara ayudar a Alonso de Alvarado en la lucha contra Diego de Almagro el Mozo, dándole la excusa de que no quería tomar partido por ninguno. Es probable que, ya muy rico (también tenía minas de plata), no quisiera complicarse la vida. No obstante, como las medias tintas eran mal asunto en las guerras civiles, terminó por ceder, y participó en la batalla de Chupas contra el Mozo. Más tarde se puso a las órdenes de Pedro de la Gasca frente a Gonzalo Pizarro, comportándose de forma brutal en sus correrías, de lo que tuvo que dar cuenta. Lo que quiere decir que Cieza no había hecho un juicio temerario sobre su mal carácter. Pero no salió malparado, porque siguió vivo hasta el año 1567, tocándole después a su viuda defender las posesiones familiares a base de pleitos.



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